Jorge Ferraresi, ministro de Desarrollo y Hábitat, lanzó el Plan Nacional de Vivienda bajo lo que él llama “una filosofía peronista”. Se aleja del tradicional concepto de “vivienda social” y propone un hogar con posibilidad de ascenso social. A esto, le agregó un elemento propio de estos tiempos: una arquitectura feminista, bajo los lineamientos de descentralización urbana y federalismo, que marcó el presidente Alberto Fernández.
El exintendente de Avellaneda, vicepresidente del Instituto Patria, no le teme a integrar el gabinete que gobierna en coalición. “Es una gran experiencia porque nos permitimos disentir. Podemos tener posicionamientos distintos en diferentes temáticas y nadie se enoja con nadie porque todos nos respetamos”, aseguró en diálogo con Tiempo Argentino.
“No queremos vivir en la humanidad anterior donde había tanta desigualdad y tanta exclusión. Queremos una nueva normalidad que se exprese en una Argentina más federal, de mayor igualdad de oportunidades y de posibilidades de arraigo en distintos lugares, acompañada de un desarrollo productivo”, asegura el titular de Vivienda.
Se hizo cargo de la cartera el 19 de noviembre, tras la crisis habitacional que se profundizó con la pandemia. Pero recién luego de la presentación del Plan Nacional de Vivienda desde Río Grande, Tierra del Fuego, en el que se anunció la creación de 264 mil soluciones habitacionales, comenzó a hablar con la prensa.
En el anuncio del Plan aseguró que el concepto de “vivienda social” era viejo y que tenía que cambiar.
-¿Cómo sería el cambio que proponen y qué rol tendría el Estado?
-El tipo de vivienda social es aquella donde en el dormitorio no entra un placard o donde por los pasillos no pasa una silla de ruedas. Tiene un diseño que, por ejemplo, no permite tener un espacio para un auto o no tiene una parrilla. Una vivienda social no permite crecer. Es un concepto que viene desde hace muchísimo tiempo en función, quizás, de construir más cantidad. Pero la verdad es que no se termina construyendo más. Se termina construyendo de mala calidad y no termina siendo algo positivo. Todos los argentinos tenemos los mismos derechos. Es una filosofía peronista de generar clases sociales ascendentes, por lo tanto, una vivienda que se le entrega a una persona que se encuentra en una situación económica mala, desde un gobierno peronista, aspira a que el día de mañana tenga una situación mejor. Y entonces tenga la posibilidad de ampliar un dormitorio, de tener un auto y poder guardarlo, de invitar a su familia o a sus amigos a comer un asado. Tenemos que crear ese tipo de soluciones y después no atarlas a una cuestión de recupero financiero, sino de recupero social. Todos, absolutamente todos, van a pagar un porcentaje de sus ingresos para generar un fondo solidario que nos permita seguir construyendo viviendas. Nosotros no creemos que haya dos clases de argentinas.
-¿De qué manera se está diseñado ese plan de viviendas para todo el territorio nacional?
-Vamos a generar un volumen importante de viviendas por año. Todos los argentinos empezaremos a sentir que tenemos derecho a una vivienda y eso no va a depender del ingreso que tengamos cada uno. Habrá una cantidad de factores: el crecimiento de las ciudades, el arraigo en el trabajo, cómo se va desarrollando el trasporte, cómo van a estar las nuevas rutas que hoy se están haciendo en la provincia de Buenos Aires, que tiene una espectacular posibilidad de desarrollo a partir de autopista Juan domingo Perón, la reactivación de la ruta 6 y la reactivación de muchos ramales del ferrocarril. Eso nos va a permitir idear una cantidad de políticas de vivienda. Hay una planificación en la Argentina con respecto a plantas y parques industriales que tiene que ir acompañado del proceso de vivienda, como la generación de suelo con urbano. Es clave que las viviendas tengan todos los servicios para vivir de una manera digna: agua, cloacas, gas, energía eléctrica y pavimento. Por eso articulamos también una mesa de gestión con el resto de los ministerios.
-¿Cómo va a ser el proceso de asignación de viviendas?
-La Anses tiene los datos de todos los argentinos y argentinas. A partir de esa realidad se iniciará la entrega de viviendas. Lo estamos articulando junto al Banco Nación, al Banco Hipotecario, al Banco Provincia y a los bancos de cada una de las provincias. Queremos crear un débito automático en función del ingreso que cada uno o una tenga a través de un código de descuento en función de su salario. Y el que no tenga un salario, pero sí tenga una ayuda social, será un porcentaje de esa ayuda social, que luego vaya a ese fondo solidario de reconstrucción de la Argentina. Nadie conoce mejor el territorio que un intendente o intendenta o un gobernador o gobernadora. Cada uno va a elegir los universos por los que vamos a poder generar la entrega de viviendas. Hoy el Procrear te expulsa si vos tenés menos de dos sueldos mínimos. No podés entrar. Eso no tiene que ser un límite o un condicionante. Este plan no es un recupero financiero. No es un crédito hipotecario. Es un fondo solidario de recuperación en base a lo que cada uno pueda pagar. El ordenador básico de cualquier economía es el trabajo, según la filosofía peronista, pero en el mientras tanto el que reciba una vivienda y tenga un plan social pagará un porcentaje de ese plan social para la vivienda. También tenemos un convenio en ejecución con el ministerio de Salud. Hay muchas personas y niños, fundamentalmente, a quienes no se los puede dar el alta porque no tienen el hábitat adecuado para vivir en las condiciones sanitarias necesarias.
-¿El objetivo sería que la asignación de viviendas salga del circuito financiero?
Ésa es la expectativa. No es una recuperación financiera sino que es una inversión social que tiene que ver con un derecho, que a su vez tiene una potencialidad de dinamizar la generación de puestos de trabajo. También habrá nuevos instrumentos como los que estamos trabajando con la Bolsa de Valores de la Argentina, el Banco Central y los distintos bancos, para generar herramientas financieras pero que no tengan que ver con la usura o la capacidad económica de cada uno. El presidente nos dijo que la vivienda tenía que ser un bien social sin discriminación de clases sociales. Ya firmamos convenio con la provincia de Tierra del Fuego y con la de Buenos Aires. Aspiramos a comenzar la construcción de 60.000 viviendas en marzo y estamos empezando el proceso de transferencia financiera con las provincias y los municipios, que va desde nuestro ministerio hacia los bancos. Esa plata va directamente a las empresas y luego se va a descontar de los bancos sin tener que esperar los tiempos burocráticos. Estamos trabajando con los distintos productores de materiales de construcción para generar un control y lograr que esta gran inversión no vaya a la especulación y a la inflación. De esta manera, las empresas que se presenten tendrán una certidumbre con respecto a la variación de precios y así lograr que la cantidad de materiales esté garantizada.
-En la presentación del plan, usted aseguró que se tendrá en cuenta la cuestión de género. ¿Cómo lo harán?
-Vengo de una experiencia en Avellaneda donde todas las viviendas de las familias se asignaban a nombre de una mujer. Siempre pasa al revés, que la casa es del hombre, entonces, cuando se genera violencia de género las mujeres quedan desprotegidas. La arquitectura feminista tiene que ver con los trabajos de cuidado, con el hábitat, con el entorno, con generar lugares de juego para los chicos, para que tengan contención, con jardines maternopaternales para que las madres puedan salir a trabajar. No es sólo acompañar desde un lugar físico, desde las paredes, sino con toda una política de integración. La cuestión de género es un eje central, primero de la adjudicación y después desde lo urbanístico, donde pueda desarrollarse y pueda no depender de nadie.
-¿Qué analisis hace del primer año del Frente de Todos y qué cree que le espera al país el año próximo?
-La decisión del presidente fue implementar este programa de vivienda con mucha potencialidad y ubicar a la pública como un disparador clave. El presupuesto refleja que la Argentina dejó de pagar los intereses de la deuda para invertir en viviendas y obras públicas. La gente tiene mucha esperanza y soy muy optimista con lo que se viene. Hay que seguir teniendo mucho cuidado con la pandemia. Con la llegada de la vacuna tendremos una mayor certeza para el año que viene, que -como dice el presidente- no será normal. No queremos vivir en la humanidad anterior donde había tanta desigualdad y tanta exclusión. Queremos una nueva normalidad que se exprese en una Argentina más federal, de mayor igualdad de oportunidades y de posibilidades de arraigo en distintos lugares de la Argentina, acompañada de un desarrollo productivo.
-¿Cómo es gobernar en coalición, en esta experiencia nueva para el peronismo?
-Es una gran experiencia porque nos permitimos disentir. Podemos tener posicionamientos distintos en diferentes temáticas y nadie se enoja con nadie porque todos nos respetamos. Algunos seguimos levantando la bandera de la libertad de los presos políticos y los Derechos Humanos o el reclamo en voz unificada de Alberto y Cristina con respecto a la reforma judicial o el posicionamiento internacional con respecto a Venezuela, sobre lo que algunos pensamos que hay un proceso democrático y otros que no. Pero eso no nos hace desviar el rumbo que tenemos claro, que es reconstruir la Argentina. Tenemos muy en claro que debemos trabajar en unidad porque peor que esta pandemia que estamos atravesando fue la pandemia de los cuatro años de neoliberalismo que dejó una herida profunda en la sociedad. No podemos permitirnos el lujo de distanciarnos por cuestiones secundarias. La fortaleza del gobierno está en esa diversidad que se refleja en los resultados cotidianos. «