En una entrevista grupal desarrollada en el marco del taller de redacción periodística de Tiempo, el físico Jorge Aliaga, investigador de la Universidad de Buenos Aires, de la de Hurlingham y del CONICET, especialista en el campo de los sistemas dinámicos y análisis de datos, y que ha venido estudiando las curvas y movimiento de contagios y fallecimientos por covid-19 en las distintas regiones del país, alertó por el peligro de que el mensaje próximo sea que la situación más grave ya pasó.
Aliaga, ex decano de la facultad de Exactas de la UBA y ex subsecretario de Evaluación Institucional del Ministerio de Ciencia y Técnica, sostuvo que en realidad se atraviesa un momento «inestable»: la población que salía y la que menos cuidaba ya mayoritariamente se contagió. El problema es si la otra población, sobre toda la mayor, que en gran parte de viene cuidando, empieza a salir, gracias a una idea de que ya no hay peligro. Ahí entonces vuelve el riesgo de una suba de casos, con aún más letalidad.
En el interior, mientras tanto, se vive la paradoja de que atravesaron los primeros meses sin casos, pero con la sensación de que los tenían y de que estaban haciendo una cuarentena que no era tal, todo gracias al flujo de noticias con el que se alimenta al país desde los medios nacionales, que todo el tiempo hicieron hincapié en el AMBA, el pico de casos y la cuarentena. Hoy entonces, cuando realmente deberían hacer aislamiento estricto en varias regiones, como Santa Fe, Córdoba, el Norte, Cuyo y Río Negro, no surtiría efecto, porque creen que ya la hicieron todos estos meses junto al AMBA.
–¿Cómo está la situación de contagios actualmente?
–La situación que tenemos ahora es una mezcla. Cada vez que hablamos desde el principio, lo que estamos representando es un número general del país, y como todo promedio puede ser más o menos representativo en función de la situación que representa ese promedio. Si uno tiene muchísimas variaciones, un promedio es poco representativo de la diversidad que está pasando. Tuvimos momentos en los que se registraban muchísimos más casos en el AMBA que en el resto del país, que prácticamente no tenía casos, y paradójicamente lo que se ve en casi todo el país son los medios nacionales que emiten desde la Capital Federal. Sentían que tenían muchos casos y que estaban en cuarentena cuando no lo estaban. Hoy en Capital y primer cordón del Gran Buenos Aires se ve una cierta tendencia a la baja, pero entendemos que es producto de una situación muy inestable. Había un grupo de personas que estaban exceptuadas, y esencialmente jóvenes que no se cuidaban, que ya mayoritariamente se contagiaron, y de ese grupo empieza a haber cada vez menos personas que se pueden contagiar, eso hace que los casos bajen. Simultáneamente hay una mayoría de personas, sobre todo gente mayor, que fundamentalmente por lo que vieron que pasó en Europa y New York, se han venido cuidando y por ahora se siguen cuidando, y ellos mayoritariamente no se han contagiado, pero es una situación muy inestable. Si el mensaje que se transcribe en los próximos días es «la situación ya pasó», entonces este conjunto de personas, que es mayoritario, que se ha venido cuidando, se deja de cuidar, y la situación a la baja se puede revertir. No es una situación donde ya haya pasado el peligro, sino que es inestable. En el resto del país, en junio casi no tenían casos, y pasaron de aislamiento a distanciamiento, en un contexto donde volvieron a abrir locales, casi todo salvo clases. Pero en un contexto donde el AMBA tenía muchísimos casos, en julio y agosto. Pasaron dos meses de gran cantidad de gente volviendo del AMBA, con el agregado de que el problema de esta enfermedad para controlarla es que cuando la persona se contagia recién tiene síntomas usualmente cinco días después, pero dos días antes de tener síntomas ya está contagiando, con lo cual volvían del AMBA, sin percepción del riesgo, ya contagiando, y se juntaban en reuniones sociales o a compartir actividades, y ahí se generaban focos. Venimos viendo en los últimos días cómo vienen creciendo en el resto del país.
–¿Cómo ve las medidas que se tomaron desde el inicio de la pandemia?
– Hay cosas que hicieron bien y otras mal. Las que hicieron bien fue que se propusieron mejorar el sistema de salud y lo lograron. Es decir esta cosa de «ganar tiempo» para mejorar la salud, la hicieron bien. De hecho, no colapsó el número de cama de terapias por esta decisión, teníamos 8000 camas y ahora tenemos 12 mil. La falencia o limitante que tiene el sistema, es la carga datos, que no es que las provincias están ocultando información sino que no están reflejadas en el sistema nacional. Esto es porque los datos están en manos de hospitales, clínicas privadas o públicas de esas provincias. Esto es una debilidad del sistema nacional, depender de distintos efectores que tienen distintas velocidad de respuestas. Una cosa que hay que entender bien es que lo que se informa, es lo que se cargó de casos y fallecidos que corresponden a las últimas 24 horas. Lo que se cargó, no lo que pasó en esas 24 horas.
–¿Qué es lo que hay que priorizar en la situación actual?
– Mi posición es que debe preservarse la salud y el Estado debe garantizar las condiciones para que la persona afectada se pueda quedar en su casa, aislada por dos semanas. Hace diez días en Rosario y Venado Tuerto se suspendieron las cirugías programadas, porque estaban en 80% en ocupación de camas. En ese contexto el gobernador de Santa Fe decidió pasar a fase 1 y tuvo una marcha en contra. Es difícil entender qué es qué prioriza o qué pasa por la cabeza de esa gente.
–¿Se podía detener la curva de contagios?
–Sí, pero se apostó a aplanar la curva en vez de matarla. Los que manejamos datos no somos infectólogos. Creemos que Gollán (ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires) y Quirós (ministro Salud de CABA) piensan igual. Ellos consideraban que en un conglomerado urbano grande era imposible eliminar los casos. Nosotros decimos que, en lugar de depender de un (test) PCR se debió hacer aislamiento preventivo a partir de los síntomas, preguntarle con quiénes estuvo los últimos tres días y ellos también aislarse hasta saber los resultados. Había que cortar la cadena de contagios antes que se produzca.
–¿Se puede estimar la duración de la pandemia en Argentina?
–Si logramos cortar la transmisión por períodos y si la curva no vuelve a subir en el AMBA, bajarla va a llevar varios meses. Las curvas bajan más lento de lo que suben, es una dinámica de las epidemias y va a terminar cuando haya un alto porcentaje de la población contagiada, o con la vacuna. Por ahora depende del comportamiento de las personas. La Villa 31 es el lugar del país donde uno puede decir que la epidemia terminó, porque el propio gobierno de la Ciudad admitió que se contagió gran parte de su población. Allí no ocurrió un desastre sanitario porque el rango etario es menor de los 60 años. Si la distribución que tuvieron hubiera sido en el Gran Buenos Aires, como circuló el virus, hubiera sido una catástrofe.
–¿Cómo vio al sector político en estos meses?
–Lamentablemente hubiera esperado un consenso social sobre el cuidado de la salud entre los partidos que pretenden ser o han sido gobierno, en vez de una disputa absurda, a lo mejor por priorizar la parte económica. Se ven partidos con muchos seguidores que politizan la discusión con argumentos absurdos, llevándolo al tema de la libertad. Doy un ejemplo burdo: si yo voy a Mar del Plata, cada día que estoy ahí cuesta dinero, porque pagué. Voy a la playa, estoy en una situación de peligro y el bañero me saca del mar. ¿No me deja ejercer mi libertad? Nadie piensa de esa manera, en todo caso se le agradece al bañero por resguardar la vida. Por alguna razón acá se piensa que yo tengo la libertad para correr riesgos, cuando en realidad es un problema de salud pública. El Estado evalúa qué derecho es más importante que otro y preserva ciertas situaciones. Y hubiera sido mucho mejor si esos partidos mayoritarios respetaran ese consenso.