El Frente de Izquierda y los Trabajadores-Unidad (FITU) arriba este domingo a una elección definitoria para su conformación como alianza electoral. Los duetos Myriam BregmanNicolás Del Caño (Partido de los Trabajadores Socialistas) y Gabriel SolanoVilma Ripoll (Partido Obrero-Movimiento Socialista de los Trabajadores) aspiran al doble triunfo de superar con holgura el piso electoral hacia las generales de octubre a la vez que los votos diriman la agitada interna.

Desde la instauración de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), la coalición de los principales partidos trotskistas alcanza un porcentaje similar de sufragios. En 2011, la lista de unidad de Jorge Altamira –hoy fuera del PO tras el conflicto con las generaciones más jóvenes– y Christian Castillo consiguió poco más de 527.000 votos, el 2,46% a nivel nacional.

En 2015, Del Caño y Bregman –en ese orden, al revés de la fórmula actual– se impusieron al histórico dirigente que compartía boleta con Juan Carlos Giordano (Izquierda Socialista), ocasión en la que el FITU cosechó con 732.000 votos el 3,25% en todo el país. En 2019, el mendocino Del Caño junto a la docente Romina del Plá, en lista de unidad, lograron 723 mil boletas en las urnas, el 2,83% del total.

Una primera clave del álgebra que describa la jornada electoral será si el Frente capitalizó el descontento por la crisis económica y social del gobierno peronista o, como también indican algunos análisis, fue engullido por el corrimiento hacia la derecha de la agenda política. La constante participación en medios de sus principales figuras, una campaña multiplataforma y estrategias propias para cada red social, evidencia el esfuerzo del FITU por disputar en equidistancia de Unión por la Patria, Juntos por el Cambio y la extrema derecha de Javier Milei.

Sin embargo, la disputa entre Gabriel Solano y Myriam Bregman por la distancia relativa con los sectores más progresistas del justicialismo resultó la principal explicación para una unidad que, hasta ahora, sólo se vio en la última letra de la sigla.

La sangre roja y el río de la unidad

La previa de las PASO al interior del FITU mostró una lógica de competencia peculiar: exigencias de unidad y debate público que nunca ocurrieron. Bregman-Del Caño apuntaron a concretar esto último con Juan Grabois, una vez que el referente de los movimientos sociales fue investido como contrincante de Sergio Massa en el febril viernes previo al cierre de listas.

Ese mismo cierre encontró al PO y el MST reclamando al PTS una lista de unidad que se mostró impracticable. En paralelo, Solano repitió hasta el cansancio la invocación a un debate entre precandidatos de la alianza anticapitalista, que desde el entorno de «la Rusa» esquivaron con denuedo.

Desde el equipo de Solano-Ripoll consideran que realizaron «una gran campaña. Recorrimos todo el país y los últimos días han dejado en evidencia los grandes problemas: inflación, suba del dólar, inseguridad, represión».

Según expresaron en diálogo con Tiempo, «nuestra gran aspiración es representar la bronca de la Argentina real, del pueblo, y darle una salida. Peleamos contra una derecha fascista que se muestra como alternativa cuando vemos que es parte del régimen. Y por otro lado con un desinterés popular, que es una forma de repudio pero pasiva«. Desde el entorno al binomio Bregman-Del Caño prefirieron no hacer declaraciones por considerarlas impropias en medio de la veda electoral.

La última pregunta para el Frente de Izquierda a develarse este domingo 13 de agosto es qué ocurrirá con los resultados puestos. Después de semanas de campaña en que la interna no tuvo casi ninguna foto de unidad a pesar de las diferencias, ¿cómo se procesará en cada búnker la continuidad del vínculo interpartidario? «No hay nada roto, post PASO vamos todos a apoyar lo que siga en pie. Más allá de las preferencias, militamos un programa de gobierno y de lucha, pero los nombres en las boletas van y vienen», aclaran voceros del FITU. La sangre no parece haber llegado al río.

Las otras opciones por izquierda

El espectro de la izquierda contiene en estas elecciones primarias dos vertientes con historia propia: el Nuevo MAS y Política Obrera. Ambos enfrentan el desafío de cruzar el 1,5% necesario para entrar al gran debate de octubre.

Manuela Castañeira vuelve a liderar la lista del MAS, que cerró su campaña el jueves en la calle, con una marcha en Callao y Corrientes. El pedido de justicia por el asesinato de Morena Domínguez se mezcló con las consignas por una marcada mejora del salario mínimo. En el medio, las noticias de la violenta muerte de Facundo Molares en el Obelisco a manos de la policía porteña dirigió la movilización hacia allí para sumarse al repudio, que generó una instantánea de la unidad en la izquierda.

Castañeira había dicho de manera pública su intención de sumarse a la PASO del FITU. «Desde Massa hasta Milei, el abanico va hacia la derecha, pero buscamos girar el debate hacia el lado opuesto poniendo el eje en el salario. Hicimos una gran campaña con bajos recursos y muchísimo esfuerzo», expresaron en su entorno.

Marcelo Ramal, precandidato presidencial de Política Obrera (lista que incluye como primer diputado por CABA a Altamira), expresó a este diario su orgullo «por el esfuerzo que hicimos todos los militantes para estar presentes en todo el país, y sobre todo porque mostró el rostro de la crisis que se va a desenvolver después de la elección de este domingo. En Política Obrera contrarrestamos a esa crisis un verdadero programa de los trabajadores». «