Impulsor del proyecto del salario universal en el Congreso, el diputado del Frente de Todos Itai Hagman dialogó con Tiempo sobre la situación económica del país y los debates internos que atraviesa el oficialismo. El dirigente del Frente Patria Grande que lidera Juan Grabois afirmó que la única salida a la crisis es una convocatoria del presidente Alberto Fernández a toda la coalición de gobierno.
-¿Cómo está viendo la situación económica?
-Estamos en un contexto en donde se empieza a hablar de plan de estabilización de las variables macroeconómicas y yo creo que no puede haber plan con la gente afuera. Me parece que tenemos que combinar un programa de estabilización con la política de ingresos que permita a la sociedad enfrentar la situación sin perder poder adquisitivo. Venimos de muchos años de pérdida y además porque no creo que sea posible estabilizar la economía sin asegurar una política social. Ahora estamos enfrentando una corrida, la última muy fuerte fue en abril de 2018. En ese momento, en el gobierno anterior, se dilapidaron decenas de millones de dólares del Banco Central. Se hizo una mega devaluación. Se subió la tasa de interés a niveles extraordinarios y se metió en medio de todo ese combo el acuerdo con el FMI. Si mirás el paquete de medidas fue un desastre. Hoy hay que enfrentar la corrida, no por el camino fácil que propone la oposición – el del ajuste- sino tratando de cuidar el equilibrio social.
-¿Considera que hubo errores del oficialismo en lo que está ocurriendo?
-Por supuesto que siempre hay una cuota de responsabilidad, más allá de que no hay fundamentos objetivos que expliquen el nivel de la corrida. Quiero decir, no hay un dólar excesivamente apreciado, no hay una situación de crisis económica de recesión, lo cual no quita que no haya errores. Creo que no funcionó el esquema macroeconómico que se planteó en el primer período.
-¿Por el contexto internacional?
-Es una combinación. Por supuesto que el contexto es importante. Primero veníamos de un desequilibrio macroeconómico previo muy grande. Con la inflación alta en 2018 e incluso cuando había episodios que la subían como la de 2014 o 2016. Pero, cuando pasaba el shock volvía a esa inercia. Eso cambió radicalmente a partir de la crisis del 2018 que generó un nuevo piso de la inercia inflacionaria. A eso se le agrega el impacto de la pandemia y después el de la guerra. Pero la idea de pensar una estabilización macroeconómica, que estaba basada fundamentalmente en la reestructuración de la deuda, el acuerdo con el FMI y tranquilizar la economía, y a partir de ahí avanzar en un proceso de distribución, no funcionó. Hay que reorientar ese rumbo. Ahí aparece la dimensión política. Porque si no hay consenso en la coalición de gobierno es muy difícil. No se trata solamente de cambiar un ministro de economía, por más brillante que sea (Silvina) Batakis. Me gustaría que el presidente convoque a todos los sectores de la coalición y que tratemos de encontrar una síntesis donde se pueda compatibilizar estabilización macroeconómica y política de ingresos.
– Las tensiones internas, ¿no juegan en contra de las medidas que se proponen desde el gobierno?
-Acá hay un tema de causalidad. Se ha instalado públicamente una mirada que invierte el orden. Se dice que la discusión política interna sería la fuente de los problemas económicos y yo creo que es inverso. Los problemas económicos explican los debates políticos internos que no empezaron ahora sino desde el segundo semestre del 2020. No con estas dimensiones, pero las tesis ya estaban puestas sobre la mesa. Hay una responsabilidad del presidente de convocar. A mí me llamó la atención que frente a temas trascendentales de la economía, como el acuerdo con el FMI, no haya existido capacidad de diálogo y síntesis. Ahí se manifestó un problema, más allá de quién tiene razón.
-¿Qué piensa de convocar a un acuerdo con la oposición?
-Me parece que sería muy bueno avanzar en un debate de todo el sistema político en algunos temas. En particular uno, que Cristina viene mencionando, que es la estructura económica que funciona en forma bimonetaria. Coincido con la mirada de la vicepresidenta porque es una situación que en Argentina aparece en las reformas que se hicieron en la dictadura militar y luego en la profundización que tuvo. Con ciclos de endeudamiento y con las crisis. Porque el carácter bimonetario es como un círculo vicioso y la Argentina es un país que en los últimos 45 años tiene récord en cantidad de crisis, pero no solamente en cantidad, sino en profundidad: la del 89, la del 2001 y el 2018 fueron mega crisis. Para salir del problema, que además no es solamente la dolarización de ahorros y de riqueza, sino también de mercados dolarizados, tenemos que llegar a un acuerdo en algunos puntos básicos. No me queda claro si existe ese nivel de consenso en el sistema político argentino porque cuando escucho algunas propuestas, algunas ideas que vienen del lado de la oposición, escucho que es lo mismo que se hizo que nos llevó hasta este tipo de problemas o, incluso, hay versiones peores como la idea de avanzar en la dolarización.
-Con respecto al salario universal, ¿qué opina de la posibilidad de que algunos senadores estén elaborando su propia propuesta?
-Es urgente avanzar en una política de esa naturaleza por razones coyunturales que tienen que ver con la situación social. Hoy el mercado laboral no tiene capacidad para resolver el problema de la insuficiencia de ingresos de la población. No es un problema de desempleo porque la Argentina tiene una de las tasas de actividad más altas de su historia. Por supuesto, a uno le gustaría que la tasa de desempleo fuera más baja, pero no estamos en una situación de desempleo masivo. Si esperamos que el mercado laboral lo resuelva, puede demorar décadas y la gente no tiene ese tiempo. Hay que pensar políticas. Ahí surge la idea de un salario o ingreso universal. Estamos convencidos que se puede financiarse sin aumentar el déficit fiscal, reorientando otros gastos públicos, mejorando la recaudación en algunos tramos progresivos, avanzando en etapas. Por ahí no se puede avanzar con una política de ingreso para los 7,5 millones de personas que nosotros estimamos, pero sí en un universo más chico y luego ir ampliando. Se puede empezar con aquellas que están por debajo de la indigencia. Lo venimos conversando con senadores que están armando un proyecto. Soy optimista. Le tenemos que mostrar al presidente que fiscalmente es sustentable. «