La declaración del ex subsecretario de Asuntos Internacionales del Ministerio de Defensa durante el gobierno de Cambiemos, José Luis Vila, complicó la situación judicial del ex agente jerárquico de la Agencia Federal de Inteligencia Diego Dalmau Pereyra, detenido desde el martes por orden del juez Federico Villena en el marco de la causa por presunto espionaje ilegal a dirigentes políticos, sociales, gremiales y clérigos.
Vila fue uno de los primeros convocados por el juez Villena para exhibirle pruebas del supuesto espionaje en su contra. Uno de esos elementos fue un intercambio de WhatsApp entre Dalmau Pereyra y el también detenido ex agente Leandro Araque. “Observé el diálogo por chat de un tal ‘Diego’, que muestra una posición de control, que se observa como parte del circuito de Araque, pero desde una posición de mando y daba directivas, que eran cumplidas”, explicó Vila ante el juez.
El chat al que se refería aludía a un hecho que ocurrió el 23 de marzo de 2018, cuando aparecieron misteriosamente panfletos contra Vila en la sede del Ministerio de Defensa, en los que se lo tildaba de “ladrón”. El único “Diego” que aparece en la investigación que lleva adelante Villena es Dalmau Pereyra. También figura Diego Santilli, pero en su caso como víctima de espionaje y no como parte del entramado dedicado a las actividades ilegales amparadas por la estructura de la AFI.
“El tal Diego –dijo Vila, quien nunca sindicó directamente a Dalmau Pereyra- es alguien con conocimiento político porque hace disquisiciones acerca de con qué personajes vincularme o no, según las simpatías del ministro. Diego se muestra conocedor del detalle de la estructura del Ministerio de Defensa y hace borrar los primeros términos de ‘asesor’ con los que se me designaba porque entiende que yo me desempañaba como Secretario o Subsecretario”.
Los volantes, en rigor, precedieron al acto intimidatorio contra Vila que disparó la investigación sobre espionaje ilegal: la colocación de un pan del explosivo trotyl en el acceso a una vivienda en la que ya no residía, en la Avenida Callao al 1.200, de la Capital Federal.
Aquellos panfletos fueron distribuidos de manera anónima en el edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa y de la Jefatura del Ejército. “La osadía de poner un panfleto contra un funcionario en ejercicio de sus funciones, en un edificio de la relevancia que tiene el Edificio Libertador, con todo el sistema de cámaras, seguridad y demás, sin ser registrado, sólo lo puede hacer alguien que tenga una información pertinente, acerca del funcionamiento y rutina del edificio”.
Del expediente que instruye Villena parece surgir como motivación para los ataques contra Vila una supuesta puja interna con el por entonces titular de la AFI, Gustavo Arribas, quien –según la investigación- sospechaba que el funcionario de Defensa aspiraba a su cargo, impulsado por el ministro del área, Oscar Aguad.
Dalmau Pereyra reportaba a Arribas y, de hecho, según declararon otros ex espías en la Comisión Bicameral de Inteligencia, su salida de la primera línea de la AFI se debió a una pelea con el titular del organismo.