Hace 15 días, sin demasiada difusión previa, se estrenó en la web el primer programa de Río Bravo, un periodístico de TV de análisis y debate político. Lo conducen la socióloga Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, y el periodista Roberto Caballero, exdirector y columnista de Tiempo Argentino. El programa no se emite por un canal de aire. Tampoco en una señal de cable. En otro ejemplo de las innovaciones en los modos de ver televisión, Río Bravo se transmite por un canal de Youtube propio (RioBravoTV).
En los países de habla hispana, la difusión de programas periodísticos a través de Internet tiene su antecedente más exitoso en los inicios de Fort Apache y La Tuerka, ciclos de debate político, entrevistas y humor impulsados por Podemos, el partido político construido a partir del movimiento de los indignados en España y fundado por Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón. Río Bravo se propone seguir ese modelo, pero desde la tradición e identidad argentina.
Queremos recuperar la idea de que exista un medio de comunicación para el debate de ideas, comenta Caballero en diálogo con Tiempo. Saintout elige poner el foco sobre el proceso de uniformización de voces. No es que no nos interese emitir desde un canal de TV por aire masivo, o desde el cable. El tema es que, hoy, con esta concentración de medios infernal, no hay lugar para un proyecto como este. La hiperconcentración de medios que padecemos lo hace imposible, subraya.
El primer programa de Río Bravo (cuyo nombre alude al curso de agua que delimita la frontera de México y Estados Unidos) estuvo dedicado al ajuste implementado por la administración de Mauricio Macri. En el estudio, como invitados, estuvieron el periodista especializado en economía Alfredo Zaiat, el secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense Héctor Amichetti, el economista Emmanuel Álvarez Agis ex número 2 de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía-, y la socióloga Dora Barrancos.
El ciclo no oculta su vinculación con ciertas ideas políticas, con propuestas de cómo gobernar el país y qué priorizar en materia económica. Saintout, se sabe, es candidata a diputada bonaerense de Unidad Ciudadana por la octava sección electoral de la provincia de Buenos Aires (La Plata y alrededores). El programa es una propuesta excelente para estos tiempos. Río Bravo liga la comunicación a un proyecto político, pero no lo hace de una manera ciega o tonta. Todo lo contrario. Por eso se nutren mutuamente, plantea la decana de la UNLP.
De 678 a Río Bravo, del Estado al llano
Mientras el kirchnerismo fue gobierno, el programa 678 -que se emitía en horario central desde la Televisión Pública- se convirtió en un símbolo muy potente de la repolitización de la sociedad. Tras varias temporadas al aire, el propio ciclo producido por Diego Gvirtz recibió algunos cuestionamientos, incluso entre los simpatizantes del FpV. El programa, se planteaba entonces, había perdido capacidad de dialogar con otras franjas de la sociedad e incidir más en el debate público. Sin embargo, nadie discute la potencia que tuvo 678 a lo largo del período 2009/2015.
Si 678 representa los debates que motorizó el espacio nacional-popular mientras estuvo a cargo del Ejecutivo, Río Bravo refleja, por contraste, las dificultades con las que se topa la oposición al macrismo frente al blindaje de los medios concentrados al PRO.
Hoy estamos observando una agresiva ofensiva comunicacional que uniformiza agendas, formas de ver la vida, experiencias. Todo producto del giro a la derecha que tuvo la región. Y no se encuentran alternativas en el sistema tradicional de medios. Instalar Río Bravo es una forma de resistencia. Una convocatoria a abrir, a rediscutir, a ver. A pensar muchas de las ideas dominantes, pero también a revisar las ideas que nosotros mismos tenemos. Tenemos que recuperar el valor de la palabra, propone Caballero.
El primer programa de Río Bravo se difundió también por Facebook Live: al momento de la emisión 30 mil personas la observaron en directo. Es como una cancha de San Lorenzo. Y después, en la reproducción en Youtube, la vieron 60 mil personas. El éxito de Río Bravo estará en que sus audiencias sean capaces de replicar, viralizar, compartir con otros. Que conviertan esta nueva apuesta en algo masivo, asegura Caballero.
Saintout relaciona Río Bravo con una tendencia social que observa en pleno proceso: a medida que los efectos del ajuste se vuelven imposibles de disimular, sectores sociales acostumbrados a los medios tradicionales empiezan a buscar fuentes alternativas de información. Lo que está pasando es que buena parte de la población está buscando cómo informarse. Y ahí aparecen proyectos como Río Bravo. Programas que permiten trabajar no solamente la coyuntura. Porque estamos en un tiempo histórico en el que son muy necesarias la reflexión, el pensamiento y los marcos de interpretación, argumenta.
-La idea de debatir cuestiones profundas sin subordinarse a la agenda de los medios concentrados, y sin repetir el formato de panelistas cross-fire (fuego cruzado) tipo Intratables, no es habitual en estos días. Ni en la TV ni en la política. ¿Se la puede emparentar con lo que fue la experiencia de 678, aunque en un contexto diametralmente opuesto?
Caballero: -Son propuestas distintas. 678 cumplió un papel más combativo, si se quiere, y acá, en Río Bravo, hay una indagación. Se pregunta más de lo que se afirma. Pero todo esto dicho sin desconocer el mérito de 678, que fue un instrumento excepcional como comunicación contrahegemónica. Ojalá hoy tuviéramos un 678. Esta propuesta, sin embargo, es distinta. Porque, entre otras cosas, no tenés la presión del vivo diario. Ni de seguir siempre la coyuntura. Río Bravo pretende preguntarse más. Simplemente. La sociedad argentina, durante los gobiernos de Néstor y de Cristina, se politizó fuertemente. Hoy en la Argentina hay una franja significativa de la población que tiene un nivel de formación impresionante a la hora de interpretar la realidad, de analizar lo que informan los medios, y eso es en virtud de la batalla cultural que se dio durante el kirchnerismo.
Cómo ganar frescura sin perder profundidad
Los responsables de Río Bravo -la producción periodística está a cargo del periodista Gustavo Cirelli, quien durante varios años dirigió Tiempo– ya tienen grabados los próximos tres programas. Este jueves se emitirá el segundo, que estará dedicada al contrato electoral y al incumplimiento de lo que se promete en campaña. Para el tercer capítulo se reservan una entrevista con la presidenta legítima de Brasil, Dilma Rousseff, destituida en un golpe parlamentario.
-En el lenguaje de la TV, más allá de si el programa está enfocado a debate político y al análisis en profundidad, se suele exigir que haya ritmo, que sea entretenido, que haya frescura por decirlo de algún modo. ¿Cómo se llevan con esa exigencia, cuando todos los espectadores ya están muy entrenados en los códigos televisivos?
Saintout: -A veces hay una mirada muy acotada sobre qué es lo entretenido. Hay cosas que no son divertidas pero que al mismo tiempo son interesantísimas. Y eso no significa caer en lo aburrido. Por ejemplo, los programas de Podemos tienen la fuerza de la propuesta comunicacional, pero también tienen la fuerza que tienen porque ahí está Podemos. Queremos que Río Bravo se convierta en un espacio que permita compartir mínimas plataformas de pensamiento con quienes no tienen necesariamente posiciones comunes con nosotros. Apostamos a hablar desde ese lugar. También me parece muy interesante, por ejemplo, el uso de la palabra frescura. Porque, efectivamente, eso es algo que buscamos para Río Bravo. Frescura no es banalidad. Y eso sí lo tenemos como preocupación.
(Río Bravo se emite cada quince días, los jueves a las 20, por el canal de Youtube RioBravoTV. Este jueves se emitirá el segundo programa.)