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«Mi nombre es Martínez Rojas y hablo de parte del comisario Azzolina. Necesito un trabajo de serenos en un edificio, porque lo tengo que entregar y lo tengo tomado. Tengo el permiso de la fiscalía para abrirlo con el cerrajero», declaró Juan Carlos Blander, jefe de la patota que entró a los golpes en la redacción de la cooperativa según él mismo testimonió ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal N° 8. Esa declaración se suma a la de otros integrantes de la patota y la del cerrajero, Guillermo Carrasco, que realizó la apertura por la fuerza de la puerta de ingreso a la redacción y que consignó que «la policía me dio la orden de abrir el lugar».
De esta manera se avanza en la línea de investigación sobre la complicidad policial que sostienen desde el día del ataque los trabajadores de la cooperativa, representados por María del Carmen Verdú, referente de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi). Insólitamente, una denuncia paralela realizada por los periodistas ante la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin) había sido convenientemente archivada.