Las imágenes del Cordobazo junto a las de los bombardeos a Plaza de Mayo en 1955, Malvinas o de la última dictadura militar pueden ser consideradas entre el grupo de las de mayor reconocimiento iconográfico de la historia de nuestro país. En su mayoría en blanco y negro (ya no Malvinas) y en circunstancias de violencia o conflictividad, guardan la potencia de esas marcas en la memoria social que sólo la imagen puede imponer.
Hacia finales de la década de 1960, un dato significativo del impacto de la televisión es que, con la llegada de la transmisión satelital y la televisación de la misión espacial a la luna se contaban con los primeros datos del alcance de la masividad del medio con 1.900.000 televisores en el país. Es decir, casi dos décadas después de llegada la televisión a la Argentina, se volvió un consumo masivo. Además, el desarrollo tecnológico de cámaras transportables y de grabación, lo que luego se llamó la revolución videográfica, surgió la posibilidad de grabar en videotape sin la necesidad de un revelado. Eso vigorizó el registro de imágenes sociales y coberturas informativas.
En ese contexto un hecho se convierte en bisagra de la historia y de su tratamiento televisivo: el “Cordobazo”. Además de las coberturas de los canales provinciales, Telenoche, uno de los nuevos noticieros de la televisión privada, decide enviar a su conductor estrella a Córdoba, Andrés Percivale, a cubrir los planificados episodios del paro convocado para el 30 de mayo. Sin embargo, los episodios se anticiparon al 29 con la salida a las calles de trabajadores y estudiantes organizados y el despliegue de fuerzas de seguridad. En consecuencia, quien inicia la cobertura es el periodista local Sergio Villarruel, que por su cercanía con los sucesos encuentra mayor reconocimiento en su cobertura. Luego de ello, es trasladado el elenco central en Buenos Aires donde desarrollará toda su trayectoria.
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Los hechos del Cordobazo registran las masivas marchas populares, como la policía montada retrocede ante las pedradas de los manifestantes, los carros hidrantes y gases lacrimógenos y la enorme caravana de la Escuela de Tropas Aerotransportadas ingresando a la ciudad para reprimir las protestas. Aquí, la televisión le otorgó una significativa dimensión y se constituyó en la memoria visual del hecho. Además le dio visibilidad y carácter nacional a un acontecimiento social ocurrido en Córdoba.
Como en la actualidad, tomar las calles para poner en visibilidad la conflictividad social no se agota en las mismas calles. Trascienden a los medios de representación y a la propia historia como registro de la memoria social.
Como lo expresa el académico Miguel Chamoro, “todo producto audiovisual que configura fuente de la historia y conforma un aprendizaje y reflexión para la comprensión de las construcciones sociales que llevan a cabo las comunidades colectivas.La televisión se posiciona como una gran administradora de la historia, marcando su tiempos, mostrando sus rostros y organizando sus relatos para hacerlos fácilmente comprensibles para la gran mayoría. Y esto por cierto es poder”.
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