El diputado nacional Carlos Heller, presidente del Partido Solidario y referente ineludible del movimiento cooperativo analiza la coyuntura política y describe el posicionamiento de su espacio frente al proceso «neoliberal-conservador-neocolonial» que encarna el macrismo, como define. Antes del acto que realizará el PSol en el microestadio de Atlanta el viernes 5 de agosto, Heller repasa con Tiempo la relación de su partido con el FPV, el rol opositor y qué lugar ocupa Cristina Fernández de Kirchner en el escenario actual.
-¿Cuál es el objetivo del acto del Partido Solidario en el microestadio de Atlanta? ¿Y qué expectativas tienen?
-Hay un objetivo hacia adentro de nuestra fuerza y otro hacia la sociedad. Nuestro partido ha crecido en todo el país y estos espacios permiten el encuentro cara a cara con miles de militantes, y a la vez compartir un análisis de la coyuntura política. El hecho de que participe como orador Jorge Ferraresi es también una señal hacia adentro de nuestra búsqueda de unidad y articulación con otros sectores con quienes compartimos valores y proyectos. Hacia afuera queremos dar cuenta de nuestra construcción, pues estos encuentros potencian el reconocimiento de todo proyecto colectivo y especialmente uno como el nuestro que aún en este tiempo tan complejo no ha cesado de construir y luchar. En suma, tenemos la expectativa de llenar el micro estadio de nuestras militancias, compartir una perspectiva sobre la coyuntura política y valorar nuestra propia construcción. También analizar nuestros propios avances y asignaturas pendientes y visibilizar hacia la sociedad nuestro compromiso con este tiempo histórico.
-La convocatoria la realizan bajo la consigna Otra idea de país, ¿cuál es esa idea de país?
-Luego del aciago período neoliberal en el país y la región desplegado por vía de golpes militares primero y regímenes constitucionales más tarde, el siglo XXI generó un escenario inédito de gobiernos populares que, con matices y distintos alcances, promovieron un proceso de integración latinoamericana y, en la mayoría de los países suramericanos, políticas públicas tendientes a reparar y superar las herencias neoliberales. El kirchnerismo expresó el capítulo argentino de un fenómeno regional muy fuerte en el cual se recuperó un proyecto colectivo, se concibió al Estado como una expresión de la voluntad colectiva capaz de generar políticas públicas de ampliación de derechos, se promovió el fin de la impunidad sobre los crímenes de la dictadura cívico militar, se privilegió el mercado interno y el empleo, se promovió, entre otros temas a destacar, una política exterior de unidad latinoamericana y de apoyo a un mundo unipolar privilegiando las alianzas con el Sur. El gobierno de Macri viene marchado en dirección contraria, proponiéndose desmantelar el camino andado: reencaminó las relaciones internacionales hacia EE UU, enfrió las relaciones en los espacios institucionales regionales, transfirió de modo brutal los ingresos a los sectores económicamente dominantes, desmanteló al Estado en todo lo que hace tanto a las políticas de Memoria, Verdad y Justicia como a los aspectos de garantía de derechos. Otra idea de país pone blanco sobre negro nuestra posición frente a esta restauración neoliberal, conservadora y neocolonial pensando otro país que, retomando muchos de los lineamientos del período 2003-2015, recupere ese rumbo, profundice las transformaciones, supere los límites, las insuficiencias, las omisiones y vuelva a consagrar un proyecto de transformación económica, social y soberana.
-En el actual proceso de reacomodamiento opositor y de ofensiva concreta del neoliberalismo en la política argentina, ¿cree que ese es el lugar que ocupa el PSol?
-Nosotros hemos nacido de un movimiento social con algunos rasgos particulares que han marcado nuestro modo de participar en la política. Nuestra experiencia nos ha brindado un sustento ético político basado en la solidaridad, en el compromiso con el bien común, con valores ligados a la igualdad y a la democracia sustantiva. Esa es nuestra plataforma y en estos años actuamos con mucha convicción apoyando el rumbo del proyecto nacional, popular y democrático sin perder nuestra autonomía y propiciando la más amplia unidad de las mayorías populares. El nuevo escenario desafía aun más a nuestra fuerza. Lo que viene ocurriendo es de tal gravedad que requiere del concurso de amplios sectores sociales, políticos, culturales, institucionales que defiendan lo conquistado e impidan mayores daños a las condiciones de vida de nuestro pueblo. Este escenario requiere así una construcción en distintas velocidades, profundidades y amplitudes que pueda vertebrar una oposición eficaz que impida el avance neoliberal-conservador-neocolonial y propicie un proyecto superador del construido en la primera década del siglo XXI.
-¿Pero se puede poner un freno a la restauración conservadora que busca imponer el macrismo sin una oposición unida?
-El término oposición resulta muy amplio y complejo. Hay un dato irreductible y es que la política implementada por este gobierno resulta ruinosa para la inmensa mayoría del pueblo argentino. En la medida en que este proyecto afecta a trabajadores, digo a los ocupados, desocupados, precarizados, a los estudiantes, a los productores pequeños y medianos, también a niños y ancianos, resulta claro que habrá reacciones protestando frente a cada derecho conculcado. La eficacia para resistir a este modelo exige unidad pero además un programa, una organización, y una articulación entre los distintos ámbitos de lucha y construcción. La calle, el Parlamento, los sindicatos, las iglesias, las barriadas, deben ser plataformas de ciudadanía, de debate, de resistencia a políticas que se proponen perpetrar nuevas injusticias contra las mayorías. Existen referentes políticos, institucionales que fueron puestos en un lugar de responsabilidad para defender los derechos de sus respectivos representados. Algunos de ellos no están a la altura, se devanean en especulaciones personales, pero la creciente movilización popular irá poniendo, sin duda, las cosas en su lugar.
-¿Cómo articula el PSol con otros espacios opositores? Y en particular con el FPV porque hace un par de meses se separó del bloque de Diputados para crear un bloque propio.
-Nosotros nunca fuimos parte del bloque del FPV, siempre tuvimos un bloque propio desde que nos incorporamos al Parlamento. Al inicio del actual período, a pedido del bloque del FPV acordamos formar un interbloque. Pero, en la primera sesión la presidencia de la Cámara nos cercenó el uso de la palabra por interpretar que éramos un solo bloque. A los efectos de no perder posibilidades en el uso de la palabra decidimos, de común acuerdo con el FPV, volver al status anterior. Seguimos apostando a la unidad de lo diverso para confrontar con lo antagónico. Hemos dado testimonio en cada caso de una actitud abierta, amplia y generosa. Nunca pusimos delante intereses personales frente al proyecto colectivo que nos convoca e interpela. Quiero enfatizar que siempre fuimos un bloque fiel al proyecto nacional, popular y democrático pero preservando nuestra autonomía porque tiene que ver con nuestra identidad, y con el derecho a sostener posiciones propias con legitimidad sin traicionar jamás los ideales. Siempre hemos sido leales a las propuestas tratadas en Diputados donde tenemos representación- y estamos orgullosos de la legislación que acompañamos. Hubo algunos casos en que tuvimos matices y la pertenencia a un bloque propio nos permite esa flexibilidad que no es posible integrando orgánicamente un bloque más amplio.
-¿Cuál es el rol, para usted, que debe ocupar Cristina en la escena política actual?
-Cada vez que Cristina Fernández aparece en escena, y a pesar de los fenomenales esfuerzos comunicacionales de los «mentimedios», el mundo político vuelve a girar alrededor de ella. Para nosotros Cristina tiene un liderazgo natural en un ancho espacio de organizaciones sociales y políticas. Y ella misma ha convocado desde hace tiempo a un proceso de empoderamiento colectivo, camino que compartimos incluso por nuestra perspectiva cooperativista, que hemos ejercido siempre en nuestros espacios y que es clave para sostener todo proyecto colectivo. Sabemos que en América Latina los liderazgos individuales siempre han sido muy importantes, pero no han podido sostenerse sino en una construcción verdaderamente colectiva. Su lugar es fundamental, indiscutible, pero ella percibe con claridad la imprescindible necesidad de una construcción ciudadana. Es por tanto doblemente importante: por su liderazgo en sí y por su mirada estratégica en la recreación del bloque social, cultural y político que permita un cambio radical en las relaciones de fuerza, construya nuevas mayorías y reimpulse un proceso democratizador de la vida social y del Estado en confluencia con fuerzas regionales que nos permitan avanzar en el proyecto pendiente de Patria Grande.