Este mediodía falleció nuestro compañero y colega Néstor Espósito, no podemos creerlo. Tiene el sabor de la injusticia, esa que denunció con los pies en el terreno siempre deslizante de juzgados y tribunales. No hay palabras justas para definir su impecable trayectoria y esfuerzo profesional. O quizás sí.

“Yo he preferido hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado“. Así eligió presentarse en la descripción del staff de Tiempo Argentino, medio al que ingresó en 2010, y en el que eligió continuar a partir de 2016, cuando se inició la etapa autogestiva. Su estado de Whatsapp era «En el trabajo». Y era tal cual, amaba lo que hacía.

Néstor Espósito fue un periodista único. Profesional obsesivo, su formación de agenciero -fue durante muchos años acreditado en Tribunales de la agencia DyN y también de la italiana ANSA- se percibía en el lenguaje justo, la precisión informativa, la rapidez para escribir sus textos, la velocidad con que podía comprender los fallos del Poder Judicial.

Era periodista desde los 18 años. La mayoría de su carrera transcurrió en medios gráficos pero desde hacía varios años había logrado su desembarco en la radio y la televisión, territorios difíciles para perfiles como el suyo. En los últimos años, además de trabajar en Tiempo,lo hizo en la TV Pública, la web de Noticias Argentinas, en la AM 530 y A24, entre otros medios.

Hincha de Boca y padre de Mateo, durante un tiempo logró un refugio personal en su casita de San Pedro. Sin embargo, no pudo escapar a la lógica implacable de los medios de comunicación de la Argentina: como muchos colegas, Néstor sufrió despidos, cierres de empresas, vaciamientos, anulación de contratos en radio en un loop interminable que lo obligó a volver a empezar una y otra vez. Era un periodista de esta época, multitarea. Un «obrero» del periodismo.

Ya no llegarán sus notas a la hora que fuera, apenas el dato le llegara y las manos le dieran para tipear. «Mandé algo para la web», era una constante de sus mensajes en WhatsApp, junto a los stickers de Boca, el club de su corazón, el que decidió frenarse hoy lunes.

Esa humildad contrastaba con su talento para entender la verba de palacio, un traductor del poder. El amor por los escritos y la magia, de la buena y de la negra, oculta en los fallos. El periodismo en Argentina pierde a alguien esencial, con más de 30 años de experiencia sólida en muchos medios y redacciones.

Su compromiso con esta cooperativa de trabajo fue absoluto. El mismo Néstor que entre 2016 y 2018 contaba con preocupación y dignidad que había perdido cinco trabajos en medio del achicamiento generalizado del sistema de medios en el país, fue el que nunca dejó de firmar y publicar empujando con orgullo la marca de Tiempo Argentino, incluso en los momentos más difíciles.

Estamos consternados. Abrazamos a su familia, a su querido hijo Mateo, a sus amigos y a los colegas que, como nosotros, saben el vacío que deja tanto en lo personal como en su trabajo de excelencia.

Hasta siempre querido Néstor!