Falta menos de un mes para que las coaliciones políticas presenten formalmente sus candidatos. El peronismo enfrenta una nueva situación inédita desde la reforma constitucional de 1994.
Cuando se cambió la Carta Magna, y una vez más la Argentina se inspiró en el modelo institucional estadounidense, quedó atrás el período presidencial de seis años sin reelección inmediata. No era una originalidad. En Chile y otros países de la región el esquema era el mismo, y en México, continúa. Carlos Menem gobernó diez años seguidos justamente porque fue el presidente que transitó por los dos esquemas. Su primer gobierno duró seis años y el segundo cuatro.
A partir de esas reformas, el proceso habitual de los oficialismos en toda la región es que los presidentes que transitan su primer mandato busquen la reelección. En el kirchnerismo, sin embargo, siempre primó la innovación. En el caso de Néstor, en 2007, la decisión fue “pingüina”, pero marcando una continuidad de la que nadie podía dudar. Luego Cristina fue por su reelección en 2011. Hoy el peronismo se propone una renovación, pero haciéndola desde el gobierno y no desde la oposición. La juagada tiene una gran dosis de audacia.
La apuesta es que los candidatos centrales expresen, al mismo tiempo, un cambio y la representación del núcleo duro del Frente de Todos, que son los votos de Cristina. La vicepresidenta dijo en la entrevista con Pablo Duggan: en una elección de tercios lo importante es el piso. Es más estratégico garantizar que el sector del electorado que sigue CFK ponga la boleta del FdT que seducir al votante volátil.
El sector blando del electorado oscila entre el 15 y el 25 por ciento. Es el que define muchas veces la elección. Votó a Cristina en 2011, a Macri en 2015 y a Alberto en 2019. Atraerlos será la apuesta para la segunda vuelta. Primero-como marcó CFK- hay que entrar al balotaje. Y en una elección de tercios se logra sacando más del 30 por ciento. Es una meta posible para el peronismo a pesar de la situación económica.
Los casilleros estratégicos que están libres son cuatro: el candidato a presidente, el vicepresidente, el gobernador bonaerense y el primer senador por el mismo distrito. La boleta de Provincia empieza con la fórmula presidencial, sigue con el senador nacional, diputados, y en cuarto lugar el gobernador.
Para estos cuatro casilleros por ahora hay tres cartas que tienen el respaldo de la vicepresidenta: Wado de Pedro, Sergio Massa y Axel Kicillof. ¿Qué lugar ocupará cada uno? ¿Una fórmula presidencial Wado-Massa con Axel en Provincia? A lo mejor no es Massa sino Malena Galmarini en representación del Frente Renovador y Massa primer senador. Son algunas de las combinaciones posibles, aunque también podría ser Axel presidente y que otro el que vaya a La Plata.
Estos dirigentes tienen todos raíces bonaerenses. En otro tiempo de la política argentina era inimaginable que no hubiese un candidato de otra provincia en la fórmula. El punto es que siguiendo el razonamiento de garantizar el piso, la Provincia es la clave. En las elecciones de 2019 Kicillof sacó 52% y le ganó por 14 puntos a María Eugenia Vidal. Dos años después, con la pandemia asolando el mundo entero, el FdT cayó a 38 puntos y empató con Juntos por el Cambio. La gestión de Axel tiene una fuerte valoración. Es decir-y esto es especulativo-que podría pensarse en un resultado en Provincia que esté a mitad de camino entre 2019 y 2021, cerca de 45%. Son casi 20 puntos a nivel nacional. La Provincia es el piso del piso. Es la plataforma desde la que el peronismo puede intentar garantizar superar el tercio nacional y entrar a la segunda vuelta. Lo que ocurra después de eso es un misterio todavía mayor.