El gobierno de Javier Milei no sólo está rompiendo consensos históricos de la institucionalidad democrática de la República Argentina, sino que también se ha dedicado a erosionar la credibilidad y coherencia de la política exterior argentina y su posicionamiento en el mundo. En el anuncio del fin de la neutralidad, el bastardeo al multilateralismo, el desprecio al Mercosur, el abandono de la cuestión de soberanía de las Islas Malvinas (hasta el punto de denominarlas «Falklands» en un comunicado oficial) y demás posiciones históricas sostenidas por nuestro país desconoce la historia diplomática argentina y las directrices que guían el interés nacional. No se trata de una improvisación sino de una decidida búsqueda por cambiar el estatus internacional de la República Argentina.
Cuando miramos la región sucede algo similar. Un hecho que fue un consenso entre peronistas y radicales u otras fuerzas políticas como era la necesidad de articular regionalmente la inserción en el mundo, el gobierno de Milei lo ha convertido en una confrontación directa contra los líderes popularmente elegidos de nuestros socios latinoamericanos.
La retórica del alineamiento automático con los Estados Unidos en defensa del mundo occidental y renunciamiento sobreactuado a los BRICS evidencian que al presidente no le importa tanto la consolidación económica de la Argentina a través del acceso a mercado e inversiones que los países de los BRICS pueden facilitar sino mostrarse a sí mismo como un faro de una libertad que hasta ahora sólo él dice conocer, promoviendo dogmáticamente políticas económicas que benefician a unos pocos sobre las mayorías.
Ni hablar de las cuestiones de género. La Argentina, pionera en la materia, y que auspició hace dos años el Compromiso de Buenos Aires desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, con acuerdos en áreas novedosas para una recuperación transformadora con igualdad de género y sostenibilidad, hoy desconoce derechos fundamentales votando con países de gobiernos autoritarios y no occidentales. Poniendo en ridículo el propio relato libertario de ser faro mundial de occidente.
Autoritarismo que se expresa también en la amenaza que el presidente Milei le hace al Cuerpo Diplomático cuando sus miembros se niegan a desconocer los principios que han guiado la política exterior argentina apegada al derecho americano e internacional.
Es por ello que para el lanzamiento del Centro de Pensamiento de Política Exterior con identidad peronista “Juan Atilio Bramuglia” reunimos a mujeres y hombres expertos, diplomáticos, académicos, referentes políticos del peronismo para debatir sobre el presente y futuro de la política exterior argentina. Escuchamos atentamente la palabra de los cuatro excancilleres peronistas que tuvieron el más alto honor y desafío de representar a la Argentina en el mundo para que compartan su visión sobre este presente.
El excanciller Rafael Bielsa advirtió sobre el creciente peso de las empresas de plataformas digitales que transforman la sociedad pero también contribuyen al proceso de financiarización de la economía. Por su parte, Jorge Taiana resaltó los riesgos de un alineamiento automático de la Argentina hacia la política exterior norteamericana en un momento de crisis de su hegemonía y ascenso de múltiples polos de poder. Por otra parte, Felipe Solá propuso que para vigorizar una política exterior debemos consolidar una política interior de crecimiento. Por último, Santiago Cafiero pidió volver a la doctrina peronista y ejercer la soberanía en todos los ámbitos en los que nos encontremos, a lo llamó “hacer la gran Bramuglia”.
Nuestra propuesta es construir un espacio de pensamiento y propuestas que nos permita abordar los desafíos del presente y futuro de la Argentina. Que la política exterior no sea megalomanía ni mítines cuasi religiosos sino operación diplomática orientada hacia los intereses nacionales como lo hizo Juan Perón con el mandato que le dió a Bramuglia para que la Argentina jugase un rol en el concierto internacional en un contexto, el presente, donde las sillas de los organismos multilaterales están en discusión.
Repensar la estrategia en torno a Malvinas, volver a un proyecto de integración regional y construir consensos sobre la agenda de desarrollo que necesita nuestro país y cómo nuestro posicionamiento geopolítico puede ser un motor para su efectiva realización son algunos de los ejes que nos interesa poner en discusión.
La destrucción de Milei es de largo alcance, sin embargo, confiamos en que desde el peronismo podemos trabajar por una política exterior que proyecte estratégicamente la Argentina al mundo desde América Latina y promueva un modelo de desarrollo soberano, sustentable y profundamente justo. «