Cuerpos descuartizados de niños entre los escombros, en las calles o volando por el aire tras los intensos bombardeos de Israel en Gaza. Una postal común de estos casi doce meses. Casi 2,4 millones de personas en la Franja viven absolutamente bloqueados por Israel hace años. La cárcel a cielo abierto más grande del mundo ahora convertida en el gueto del Genocidio. Uno de los dos pedazos de territorios, junto con Cisjordania, cada vez más colonizada, que el gobierno israelí todavía les deja a los palestinos.

El gobierno de Netanyahu ha bombardeado hospitales, escuelas, mezquitas, campamentos de refugiados, universidades, tolderías, depósitos de la ONU y barrios enteros de viviendas familiares. Bombardea, desplaza a la población, barre con toda la infraestructura y bombardea otra vez a los desplazados. 100 mil heridos, más de 42 mil asesinados y decenas de miles desaparecidos, muchos de ellos cuerpos calcinados de mujeres, ancianos y niños irreconocibles. Las fuerzas de Defensa de Israel han detonado complejos de vivienda y asesinado selectivamente cientos de médicos y periodistas. Ha atacado convoy”s de Naciones Unidas asesinando cientos de colaboradores. Ha construido campos de concentración de detenidos civiles y han ejercido la violación contra muchos de ellos. Miles de niñas y niños han sido amputados y otros tantos han quedado huérfanos. Familias enteras han recibido las bombas en su hogar por la noche siendo asesinadas por completo. Francotiradores o drones asesinan todos los días civiles desarmados por las calles, a la salida de un hospital o cuando van a buscar la ayuda humanitaria.

Como si fuera poco los soldados de las FDI juegan a hacer videos en Tik Tok donde bailan y muestran la crueldad de sus crímenes burlándose sádicamente. Israel ha destruido el 80 % de la infraestructura de la Franja, desplazado al 100% de su población, y bloquea la llegada de alimentos, agua y medicamentos, y ya construye planes de colonización de sus tierras. Gaza es el primer Genocidio de la humanidad transmitido en vivo y sin embargo parece que no se ve.

La guerra total ahora

Israel no tiene fronteras y se niega a la Solución de dos Estados y a todas las resoluciones de la ONU contra la colonización de tierras palestinas. Pero, como si fuera poco, está comenzando una guerra regional. De forma simultánea bombardea la Cisjordania ocupada, Yemen, Siria, como ya lo había hecho con el consulado iraní en Damasco y ahora ataca criminalmente el Líbano.

Israel, de sus derrotas previas, quiere evitar una confrontación directa cuerpo a cuerpo con la resistencia palestina o con Hezbolá. Por eso sube el nivel a bombardeos masivos y simultáneos que matan civiles. También, sabe que en el fondo, con el actual giro en la política de Medio Oriente y norte de África hacia los BRICS y el desplazamiento hegemónico mundial hacia China y Oriente, su política de usurpación constante pero lenta puede no darle tiempo a sus objetivos de expulsión de los palestinos, y de colonización total de Cisjordania y Gaza. Y mucho menos, tiene tiempo para una política de derrota lenta de Irán, Siria, Yemen o Hezbolá en Líbano. Israel necesita una política de guerra total en el presente. Y Estados Unidos también.

El silencio progresista

El progresismo argentino no lo ve. Dirigencias políticas, streamers, intelectuales, artistas, periodistas y militancias, han procurado hacer silencio durante todos estos meses. El mercado de la palabra y las plataformas, tan activo, tan crítico y tan creativo ha callado. Incluso algunos de ellos llegaron a quejarse cuando sus propias audiencias les pedían que se expresaran contra esta barbarie. ¿Qué tengo yo que decir de eso? Algunas voces han gambeteado hasta el hartazgo jugando al límite con la inteligencia de sus audiencias y con la mínima coherencia ética. Hay excepciones claro. Pero muy pocas.

Tan preocupados por el mundo siempre, de repente les surgió un aldeanismo y una indignación selectiva. Tan verborrágicos siempre, de repente prendió el silencio. Se habla de la guerra en Ucrania y de la Rusia de Putin, de la China de Xi, de la Venezuela de Maduro, de las elecciones en Estados Unidos, de Kamala Harris o de Trump, de la Francia de Macron o de la Italia de Meloni, de las vidas negras que también valen o de las mujeres en Afganistán o en Irán. Les preocupa el avance de las nuevas derechas en Europa, del porcentaje de la nueva derecha en Austria, y se hacen decenas de artículos, algunos hasta libros, y muchas horas en plataformas, pero del supremacismo criminal de Netanyahu en marcha no dicen nada. Un oximorón. De Gaza nada.

Algunos llegan a mencionar una absurda “neutralidad” o tercera posición. Hay que decir, creatividad no les falta. En el fondo, lo que hay no es sino un occidentalismo xenófobo, en el fondo es el guión del globalismo liberal, en el fondo también es la financiación directa o indirecta, pero sobre todo lo que hay es miedo, miedo a las consecuencias que pueda tener las represalias del lobby sionista en Argentina. Con la ausencia de la condena a Israel, la crítica social ha muerto.

En nuestro país cualquier opinión distinta al lobby pro Israel es atacada brutalmente como antisemita y recibe un garrote suficientemente aleccionador. Incluso al interior del progresismo y el peronismo. Aunque Israel es el que está masacrando a los semitas. De esta manera, se logra que nadie más se atreva a sentar posición en contrario. Netanyahu comenzó un genocidio en Gaza, quiere repetirlo en Cisjordania y además comienza una guerra regional y expansionista. Hay una ideología sionista supremacista tras las bombas que caen sobre los niños; pero de eso no se habla. En el fondo las vidas palestinas valen menos. ¿Qué tengo que opinar yo?