Acá no hay conflicto de intereses porque la familia vendió la empresa», declaró el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, en un intento de amortiguar el escándalo. La explicación parece ser tan frágil como falaz: cada vez hay más indicios que asemeja la presunta venta a un pasamanos con ganancias aseguradas.
Como ocurrió con los Panamá Papers y el Correo, el gobierno busca imponer un relato que ubica al presidente como víctima de su padre. Pero el caso Avianca es una desmentida contundente de eso: la operación completa se desarrolló con Macri como presidente.
La supuesta venta de Macair, la concesión de beneficios «arbitrarios» -según evaluó la Junta Asesora del Transporte Aéreo (JATA)- y el otorgamiento de rutas ocurrieron con Macri ya en el poder. Hasta hoy se creía que el único signo de continuidad era la presencia del gerente Carlos Colunga. Ahora se sabe que el lazo es aun más fuerte: la firma favorecida está presidida por un socio frecuente de Pablo Clusellas, mano derecha afectiva, legal y técnica del presidente. Así las cosas, todas las pistas confluyen en Mauricio. Que hace tiempo dejó de ser un nene de papá. Esa coartada ya fue.