Lo despedimos promediando la primavera, esa primavera a la cual Néstor le pedía en los últimos meses de sus discursos que florezcan mil flores. Pasaron nueve años, y vaya si pasaron cosas, pero aquí estamos, recordándolo y extrañándolo como el primer día.
Sin dudas Néstor Kirchner es la figura política que marcó a fuego la primera década de este siglo XXI. Con él muchos de nuestra generación recuperamos la capacidad de soñar y volvimos a creer en que las cosas por las cuales habíamos empezado a militar eran posibles de realizar dentro de un gobierno.
Néstor le dio a la política un verdadero sentido de transformación. Con él miles de jóvenes se incorporaron a la vida política dándole sentido de trascendencia y futuro al proyecto nacional y popular. Sin dudas creo que este es uno de sus grandes legados.
Es esta misma «Generación del Bicentenario» la que al terminar de cantar la marcha peronista corea una nueva estrofa que nos identifica: «Resistimos en los ’90, volvimos en el 2003, junto a Néstor y Cristina la gloriosa JP…». Néstor también nos enseñó que la mejor manera de resistir es estar junto al pueblo. Y así lo hicimos en los momentos más difíciles.
Recuerdo sus palabras de la noche del 27 de abril de 2003: «…Un pueblo que vuelva a recuperar las posibilidades de saber que cada día va a poder estar mejor. Y donde la generación que venga pueda estar mejor que la que se va (…) por eso producción y trabajo, ni un paso atrás en nuestro camino».
Hoy, 16 años después, nos espera el desafío de volver a poner a la Argentina de pie, tal como quiso y supo hacer Néstor Kirchner. Y nos envuelve una esperanza, como aquella que expresaArturo Jauretche en su poema «No me olvides», símbolo de resistencia y lealtad: «Volverán los nomeolvides cada año a florecer. Con la flor de nomeolvides no olvidando esperaré. Nomeolvides, volveremos otra vez». «