“Mis estudios los hice en un colegio religioso. Era el primero en todo. Por eso los curas me insistían en que siguiera la carera de sacerdote. Si no –me decían- Dios me iba a castigar. Yo siempre me identifiqué con la imagen de Jesús. Pero me dí cuenta que Jesús estaba con los pobres por eso decidí unirme a ellos”. Así contó Raimundo Ongaro su opción vocacional. Pasó de ser compositor, profesor de música y director de orquesta en su juventud, a trabajar como obrero gráfico y de allí dio el salto hacia la dirigencia sindical.

Fue Secretario General de la legendaria CGT de los Argentinos. Sufrió encarcelamientos, allanamientos, secuestros y humillaciones varias. Pero nunca quiso abandonar su país. Sólo cuando le asesinaron un hijo resolvió cambiar de postura y marchar hacia el exilio. Denunció a través del mundo la represión en Argentina, mientras se prohibía mencionar su nombre en cualquier medo de difusión del país. Sin embargo, Ongaro continuó siendo el símbolo del gremialismo combativo para el movimiento obrero.

Místico, estudioso, locuaz, orillando los 60 años no se propuso nuevas metas. Solo continuar luchando por las justas reivindicaciones de los trabajadores. Esta semblanza de Ongaro se publicó en el documento “Prohibido pero nunca en silencio”, que se puede ver en http://www.cgtargentinos.org/documentos4.htm, la página de la central obrera que, junto a un grupo de compañeros, llegó a fundar en 1968, en plena dictadura de Juan Carlos Onganía, como una alternativa al vandorismo, que pactaba con el gobierno de facto y a las 62 organizaciones, encabezadas por José Ignacio Rucci.

Secretario general del gremio de los trabajadores gráficos, su imagen siempre fue garantía de combatividad e independencia. Fue perseguido y debió exiliarse. Había nacido en 1924, en Mar del Plata. Ayer murió a los 92 años.

Justamente dentro de unas horas, se le hará un homenaje de cuerpo presente  de 10 a 14 hs en la Federación Gráfica Bonaerense, Paseo Colón 731, 1er piso, CABA.