Uno de cada tres argentinos es pobre. Pero más de la mitad de los pobres tiene trabajo. La cruza de los datos de pobreza y empleo -que el Indec y el ministerio de Trabajo presentan por separado-, permite apreciar que la endémica crisis social de la Argentina adquirió rasgos novedosos en la era PRO: el trabajo todavía dignifica, pero no alcanza a llenar la olla.
Según los datos oficiales, sólo en el ámbito del empleo formal un tercio de los trabajadores, la mitad de los asalariados están por debajo de la línea de la pobreza. El problema se agudiza en el sector informal, que involucra a otro tercio de la población económicamente activa. A contramano de lo que pregona el Gobierno, esa realidad no se resuelve sólo con «crear empleo». Esta «nueva» pobreza es hija del salario basura, la precarización y la destrucción del poder adquisitivo de los salarios. Esos problemas, por cierto, no arrancaron con el macrismo. Pero hay razones para sospechar que su receta agravó el cuadro. ¿O acaso no fue Carlos Melconian ex presidente del Banco Nación y economista de cabecera del presidente quien pidió un «desempleo de dos dígitos» para reducir salarios y «costo laboral»?
Clima de época: miles de jóvenes hacen fila frente a La Rural para buscar trabajo en la #ExpoEmpleoJoven. pic.twitter.com/koVdivspiN
Tiempo Argentino (@tiempoarg) 30 de mayo de 2017
Un informe publicado por la agencia de colocaciones laborales Adecco revela que en Argentina hay más de un millón de jóvenes que ni estudia ni trabaja (Ni-Ni). Y de ese número, «hay más de 700.000 que ni siquiera están intentando insertarse en el mercado laboral». El oficialismo patrocinó una Expo para que las empresas salgan a pescar mano de obra barata en ese mar de necesidades.
Abierta a la participación de jóvenes de entre 18 y 29 años, la Dirección General de Políticas de Juventud del gobierno porteño lo presentó como una gran oportunidad para que los más jóvenes consigan su primer empleo o accedan a uno mejor. Pero a contramano del marketing, la realidad que se encontraron los casi 300 mil jóvenes sub 30 que entre martes y miércoles acudieron a la cita fue bien distinta. «No vayan a la Expo Empleo Joven a menos que quieran una bolsa amarilla para el super y comerse 3 horas de fila», tuiteó Sofi Coello.
No vayan a la Expo Empleo Joven a menos que quieran una bolsa amarilla para el super y comerse 3 horas de fila
Sofi Coello (@SoofiCoello) 30 de mayo de 2017
Advertencias similares se replicaron en Facebook, Instagram y otras redes sociales donde los jóvenes exhibieron, además de su disgusto, el merchandising amarillo PRO que los organizadores repartieron a discreción. Según los anuncios oficiales, las empresas llevaron a la Expo unas nueve mil ofertas de empleo. Si el dato es cierto, cerca de 300 mil jóvenes se agolparon en los galpones de la Sociedad Rural para disputarse una oferta treinta veces inferior a la demanda. Los juegos del Hambre, versión PRO.
¿Acaso esa abismal brecha entre oferta y demanda es la medida de la realidad laboral de la Argentina? Si es así, imágenes como la de estos días serán cada vez más frecuentes: la desesperación de los que buscan trabajo es el sueño húmedo de la precarización laboral.