Como hombre del movimiento obrero y por la experiencia adquirida durante tantos años de lucha, entiendo que sólo la unidad de los trabajadores dará fortaleza el movimiento obrero.» Con estas palabras de Atilio Hipólito Lépez se abre la página web oficial de la Unión Tranviarios Automomotor (UTA) de la filial Córdoba.
La página del Smata cordobés reivindica entre otros a Elpidio Ángel Torres, secretario general que condujo el gremio entre 1958 y 1971 y también destaca a René Salamanca.
Lo mismo sucede, por supuesto, con Luz y Fuerza y su legendario dirigente Agustín Tosco. En la portada de su web anuncia que «el 29 de mayo, aniversario del Cordobazo, paramos». El título es ilustrado con imágenes de Tosco. Sin embargo, hay también un flyer con la convocatoria, el martes 28, a la presentación del libro Tosco-Rucci, el debate. Un material que recuerda el histórico debate televisivo entre los líderes de los setenta.
La historia nos recuerda que López, secretario general que luego sería vicegobernador de Córdoba y asesinado en 1974 por la Triple A, junto a Agustín Tosco, Elpidio Torres y hasta Alfredo Martini de la UOM, representante del vandorismo cordobés de Alejo Simó, votaron conjuntamente la realización del paro de 48 horas que derivaría en la histórica jornada del 29 de mayo de 1969, recordada como el Cordobazo.
Aunque pertenecían a diferentes líneas del movimiento de los trabajadores, que por entonces tenían dos CGT, la de los Argentinos, presidida por el dirigente gráfico Raimundo Ongaro, y la vandorista, los sindicatos cordobeses votaron por el paro activo.
El enemigo que tenían enfrente era la dictadura militar de Juan Carlos Onganía. Un general que a través de un golpe militar pretendía entrega el país a los monopolios extranjeros. Para eso necesitaba dividir al movimiento de los trabajadores, a quienes por las dudas atacó con leyes restrictivas, que se iniciaron con la Ley 16.936, de arbitraje obligatorio, que consistía en suprimir la conciliación obligatoria, teniendo los gremios que aceptar el fallo del gobierno. Y poniendo límite al derecho constitucional a la huelga.
Pero hubo más. De la mano del modelo económico se devaluó el peso, se habilitó el ingreso del capital extranjero y, para que se garantizara rentabilidad a «los inversores», se propuso congelar los convenios colectivos por dos años. Para completar el cuadro, se intervino la Universidad, y lo más grave: se clausuraron los desarrollos de ciencia y tecnología que hubieran permitido una Argentina con soberanía informática. Fue aquel el primer avance privatizador importante sobre la industria nacional surgida bajo el peronismo.
Cincuenta años después, el gobierno de Mauricio Macri, con la excusa del cambio, retomó los principios ideológicos de aquella dictadura y de la de Videla. Pero a pesar de todo, el movimiento de los trabajadores sigue existiendo, y el peronismo le da continuidad y sustento ideológico para que este país no se convierta en colonia y los trabajadores en esclavos.
2019 es un año clave para romper nuevamente con aquel designio del onganiato. El Cordobazo nos interpela y compromete. La unidad es un mandato: «El 29 de mayo, paramos». «