Lo que sigue es simplemente una duda: ¿La entrega de casi 10 mil vacunas Covishield a obras sociales y prepagas por parte del Gobierno de la Ciudad impidió que se completara en alrededor de 20 días la vacunación a la totalidad de la población de los geriátricos porteños, que recién está superando la mitad de las instituciones? Sólo una duda, basada en los (pocos) datos disponibles. A ver:
En la Ciudad hay registradas 498 residencias para adultos mayores. Concentran una población de alrededor de 17 mil personas. Representan los principales focos de población de riesgo ante la pandemia de coronavirus, por reunir ancianos y ancianas en espacios comunes, con trabajadoras y trabajadores sanitarios que circulan a su alrededor. Por eso, esta población fue ubicada en la segunda fase del plan de vacunación, después del personal de la salud en la primera línea de batalla contra el virus.
Al iniciar la vacunación de este sector, el Gobierno de la Ciudad acordó con obras sociales y prepagas la entrega de dosis para que se encarguen de la vacunación de sus socios y socias mayores de 80. Fueron 9900 dosis. Según publicó la periodista Fabiola Czubaj en el diario La Nación, esas casi diez mil vacunas fueron Covishield (elaboradas por el Instituto Serum, con transferencia de tecnología de AstraZeneca y la Universidad de Oxford).
A tres semanas del inicio de la vacunación en geriátricos –cuando el operativo sólo había llegado a 200 residencias y 6180 personas-, Paula Zingoni, directora general de Planificación Operativa, a cargo de brindar los datos sobre adultas y adultos mayores en las conferencias de prensa del ministro de Salud, Fernán Quirós, explicó a quien suscribe que en esos espacios sólo se estaba usando la vacuna Covishield, porque las Sputnik-V requerían mayor refrigeración y complicaban la logística de los ocho dispositivos móviles que se trasladaban hacia los geriátricos. Para esa fecha (10 de marzo), la funcionaria afirmó que todas las vacunas disponibles para geriátricos estaban aplicadas y que se estaba esperando la entrega de más dosis por parte del Gobierno Nacional.
Al cumplirse un mes del inicio de la vacunación en geriátricos, la inoculación había llegado a 244 de las 498 instituciones para mayores. Esto implicaba que habían recibido su primera dosis 6607 ancianos y ancianas. Días más tarde, en la conferencia del jueves 25, Quirós difundió que la vacunación había llegado a 262 geriátricos. Pero dio un número de personas inoculadas menor al que Zingoni había confirmado días antes: 6523.
Más allá de las diferencias (¿errores de carga? ¿de tipeo? ¿errores?), la cifra de residentes de geriátricos vacunados implicaba que faltaban alrededor de diez mil dosis para completar ese sector (aunque no todas y todos quieren vacunarse, por lo que la demanda sería algo menor). Aquí reaparece entonces el número de dosis que se derivó a las prepagas: 9900. Si se hubiera contado con esas vacunas para los geriátricos, ¿la inoculación allí podría haberse completado ya? Si, como explicó Zingoni, la capacidad de vacunación de los ocho operativos móviles que van a las residencias para mayores es de 800-900 aplicaciones diarias, las 17 mil personas internadas en geriátricos y principal grupo de riesgo ante el covid podrían haber sido inoculadas en 18 a 21 días desde el inicio de la campaña. Pero, claro, para eso tenían que estar disponibles las dosis.
Hasta acá llegan las cuentas. Son sólo eso, cuentas, y cruces con la información disponible. Que no es toda. Es la que respondieron ante las muchas consultas. No contestaron si efectivamente las 9900 dadas al sector privado eran todas Covishield (de hecho, algunas de las prepagas que recibieron dosis dicen a sus socios que también pueden aplicarles Sputnik), ni si en algún momento usaron otras en los geriátricos (en realidad, la única posibilidad sería que hubieran llevado dispositivos para refrigerar dosis de Sputnik-V, porque la Sinopharm no estaba aprobada para mayores hasta el viernes último), ni de dónde salieron las Covishield que aplicaron en residencias para mayores (según consta en certificados de distintas residencias) después de haber afirmado que ya no les quedaban más dosis de esa vacuna (el propio Quirós dijo en conferencia de prensa que las 56 mil recibidas ya habían sido aplicadas).
¿Habrá alguna respuesta ante tanta duda en el material obtenido en el allanamiento al Ministerio de Salud cuando se denunció al Gobierno de la Ciudad por privatizar la vacunación entregando dosis al sector privado? Difícil saberlo. Natalia Salvo, la abogada denunciante, no pudo acceder a esa documentación porque le rechazaron ser querellante. “No tengo más acceso. Y están durmiendo la causa. Evidentemente surge algo del allanamiento, que hicieron los contratos ocultos o algún tipo de documentación sobre cuántas y qué dieron, y tiene relación sobre las que faltan aplicar”, dijo a Tiempo.
Cuando comenzó la vacunación en geriátricos, familiares empezaron a pulular por webs y ámbitos institucionales en busca de certezas. Nadie les daba información precisa sobre cuándo sería, ni qué criterio se estaba utilizando para establecer el orden entre las instituciones. Ahora, ante la llegada de más vacunas, el proceso está avanzando. La duda, sin embargo, persiste: ¿Se podría haber vacunado mucho más rápido a esa población de alto riesgo?