Aunque esquiva hablar en público de la reelección, Axel Kicillof avanza cada día un paso más en su plan 2023. Tras formalizar la institucionalización del Frente de Todos en la provincia, este miércoles volvió a la receta de la campaña 2019 que lo llevó a la Gobernación: el cara a cara con la gente. El mandatario eligió Salto, un municipio del interior bonaerense, para una «mateada» sin mate pero con un encendido discurso en el que dijo que «el pueblo puso en el pasado» al ex presidente Mauricio Macri y a la ex gobernadora María Eugenia Vidal y le advirtió a la oposición: «Vamos a estar en las calles».
Kicillof cumplió una extensa agenda en Salto, un distrito de la segunda sección electoral gobernado por el oficialismo. Junto al intendente local, Ricardo Alessandro, y parte de sus ministros, el gobernador inauguró el primer jardín maternal de gestión pública y visitó el puente Valentín Vergara, dos obras que habían quedado paralizadas durante el gobierno de Cambiemos. Tras recorrer la ruta 32, que está siendo pavimentada, llegó a la mateada en un escenario improvisado en el camping del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA).
Subido a una tarima, el gobernador aprovechó el encuentro -que fue transmitido vía redes sociales- para recordar las falsas promesas de campaña de Cambiemos, repasar los dos primeros años de su gestión y plantear los desafíos de la coalición gobernante, en medio de la complicada situación interna que atraviesa el Frente de Todos.
«Prometieron, prometieron y prometieron. Después llegaron y no hicieron, no hicieron, no hicieron», dijo en una parte de su discurso, en el que también aseguró que, tanto al ex presidente Mauricio Macri como a la ex gobernadora María Eugenia Vidal, «el pueblo de la provincia los puso en el pasado y ahí no queremos volver».
En otro tramo de la mateada, Kicillof volvió a condenar la deuda por 45 mil millones de pesos que dejó Cambiemos y recordó que fue perseguido, igual que otros dirigentes del espacio, por denunciar esa situación. En este punto, subrayó que «la más perseguida» fue la vicepresidenta Cristina Kirchner» y señaló que «se cayeron las causas truchas que le armaron para perseguir, para denostar».
El gobernador también habló de la pandemia y del alto costo que significó para los bonaerenses y para su gobierno que, apuntó, había comenzado a «devolver derechos» cuando irrumpió el coronavirus. «Fue un shock. Cada uno de ustedes, como laburantes, en su familia, en su barrio, pasaron situaciones que ni pensamos. Fíjense que no podemos ni compartir un mate, y estamos en una mateada. Nos cambió la vida», graficó.
Ya en el final, se refirió a la guerra en Europa y al impacto en los precios de los alimentos en nuestro país, el tema que hoy divide al gobierno. «Tenemos que pelear porque la distribución del ingreso y la riqueza sea más justo. No podemos dejar que esto afecte la vida de los y las bonaerenses. Tenemos que dar esa pelea y enfrentar los intereses que haya que enfrentar», dijo y arengó: «Vamos a salir adelante entre todos y todas, con un pueblo que lucha y pelea por las políticas que están a favor de las mayorías populares».
Las «mateadas» fueron la marca registrada de Kicillof en la campaña que lo llevó a la Gobernación. Aunque estas juntadas informales surgieron mucho antes, en diciembre de 2015, apenas iniciado el gobierno de Macri, cuando el ex ministro de Economía reunió a miles de personas en Parque Centenario. El año pasado, en el segundo tramo de la campaña, también avanzó con este formato. Ahora, y aunque falta para 2023, el gobernador resolvió repetir la receta para tener «contacto directo» con la gente y testear el nivel de aceptación en el electorado del Frente de Todos.
Desde Gobernación adelantaron que habrá más mateadas «en las próximas semanas» y que se están definiendo los distritos, aunque seguramente sean del interior, donde la oposición pisa fuerte. «Es una buena forma de estar cerca de la gente, más allá de que siempre lo hace en sus visitas, notamos que la gente tiene necesidad de hablar y que en este formato se rompe más la formalidad», explicaron desde su entorno a Tiempo y remarcaron que el cara a cara es «lo que más le gusta» a Kicillof.