A tan sólo 100 metros de donde se concentraron las organizaciones sociales para comenzar a marchar hacia Plaza de Mayo, la Iglesia de San Cayetano muestra un horizonte más nutrido que años anteriores. Desde la propia Iglesia ubicada a metros de la estación Liniers del ferrocarril Sarmiento afirman que vino un 30 o un 40 por ciento más de gente que el año pasado, y no dudan en señalar que se siente el dolor por los despidos.
Poco antes de las 9, aún hay 10 cuadras de cola para ingresar al santuario. La feria montada para la ocasión sobre la calle Bynón tiene muchas ofertas pero poco demanda. Se venden estampitas, espigas de trigo, rosarios, llaveros, pero la gente no consume. Tan sólo hace la cola, que avanza lenta, mientras bebe los vasos de agua que obsequia Aysa.
Jorge tiene 40 años, llegó a la madrugada y todavía tiene varias decenas de personas por delante en su camino hacia San Cayetano. Me quedé sin trabajo el año pasado. Trabajaba en un taller textil. Vengo a pedir trabajo porque está todo muy complicado, detalló. Uno metros más atrás, con una espiga en la mano, Nora cuenta que viene por su nieto que tiene 23 años y no puede conseguir trabajo. Hacía muchos años que no venía hasta acá. Mi nieto se llama Hernán y vive conmigo. Ya hace tres meses que se quedó sin trabajo. Por eso estoy acá, explicó.
Las historias se repiten a lo largo de toda la cola que espera para poder ingresar a San Cayetano. A lo lejos ya se escucha la segunda misa de la mañana que se oficia desde el altar montado sobre la calle Cuzco, a metros de las vías. Un poco más allá, del otro lado de la estación ya suenan los redoblantes y los bombos de los movimientos sociales. Todos llegaron hasta Liniers para pedir trabajo. Algunos se lo piden al Estado otros a los santos.