“Mientras esperaban a ver qué juez de la Corte renunciaba les renunció el presidente del bloque de Diputados. Así están las cosas”. La frase, disparada con mordacidad e ironía, fue la respuesta de un hombre muy cercano a los jueces del máximo tribunal que buscaron por todas las vías posibles bajarle el precio al acto del “1F”.

La Corte funciona hoy con una tríada que se mueve en conjunto, Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y Carlos Rosenkrantz. Ricardo Lorenzetti a veces los acompaña y otras juega su propio partido. De algo están convencidos: el reclamo del 1F no tiene nombres propios individuales. Ninguno está a salvo de la crítica; ni Maqueda (quien apenas se recuperó de su crisis cardíaca volvió rápidamente a su despacho), ni Lorenzetti, que fue quien mostró en público sus críticas hacia el resto de sus colegas por la forma en que se autoeligieron en la presidencia del máximo tribunal.

Antes del acto, ninguno de los jueces tenía definido si permanecería en su despacho, pero sus colaboradores (algunos de los cuales sí se quedaron para tomar la temperatura de la jornada) apostaban a que, una vez más, se marcharían temprano a sus casas.

Dos cosas dan por descontado: no habrá ninguna renuncia, ni tampoco en el acuerdo del jueves saldrá fallo alguno de esos que pueden ser interpretados como una respuesta a la movilización.

El jueves, queda dicho, habrá Acuerdo; el primero del año. Y estarán los cuatro jueces cuestionados. “Nadie, ni remotamente, está pensando en dar un paso al costado. Y menos por un acto político, en el que hasta hace un rato estaban más preocupados por saber si iba a haber uno o dos escenarios, porque no terminaban de ponerse de acuerdo”.