A dos semanas de las elecciones primarias, el oficialismo intensifica la campaña en el Conurbano y el interior de la Provincia de Buenos Aires para conseguir los votos que le permitan cumplir con el objetivo de ganar la mitad de las bancas que se ponen en juego en el distrito.
Como en cada elección, la principal contienda se libra en el territorio bonaerense que tiene más de 12,7 millones de electores y representa el 37% del padrón nacional. La Cámara de Diputados de la Nación renovará el próximo 14 de noviembre 127 bancas, de las cuales 35 corresponden a Buenos Aires.
Si bien el Frente de Todos es el espacio político más numeroso de la Cámara Baja con 120 bancas, no tiene mayoría propia. El bloque que conduce Máximo Kirchner arriesga 52 escaños y necesita sumar 9 más para alcanzar el quórum propio de 129 manos. Juntos por el Cambio renueva 60 bancas en total; las 15 restantes corresponden a bloques minoritarios (Frente de Izquierda, Movimiento Popular Neuquino, Consenso Federal, etc).
El objetivo del gobierno es alcanzar la mayoría para poder avanzar con la agenda legislativa propia en la segunda parte del mandato de Alberto Fernández, como lo vienen repitiendo en cada acto de campaña la primera candidata a diputada nacional, Victoria Tolosa Paz; el titular de Diputados, Sergio Massa, y el propio Kirchner, cuando hablan de la importancia de esta elección de medio turno.
De las 52 bancas que pone en juego el Frente de Todos, 17 corresponden a la Provincia de Buenos Aires que, en esta elección, tiene que elegir 35 legisladores nacionales. En la lista de los que terminan su mandato están Fernanda Vallejos, José Ignacio de Mendiguren, Mónica Macha, Walter Correa, Leopoldo Moreau, Vanesa Siley, Hugo Yasky y Eduardo «Bali» Bucca, quien se sumó al oficialismo antes del cierre de listas y ahora competirá por la Legislatura bonaerense.
La apuesta del oficialismo en el bastión político más importante es conservar las 17 bancas que vencen de 2017 y, de ser posible, ampliar ese número. En el comando de campaña bonaerense los cálculos varían: algunos hablan de ganar entre 16 y 17 lugares, mientras que los más optimistas hablan de 19, el mismo número obtenido en 2019, de la mano de la diferencia de votos que Axel Kicillof le sacó a la exgobernadora María Eugenia Vidal.
Juntos por el Cambio tiene el desafío de retener las 60 bancas que obtuvo en 2017, cuando se impuso en la Provincia y en las principales provincias del país, en la mitad de mandato de Mauricio Macri.
La incógnita es qué pasará con las restantes fuerzas como el Frente de Izquierda, «Avanza Libertad» de José Luis Espert y «Vamos con vos» de Florencio Randazzo. «No llega al piso», dicen sobre el exministro del Interior y apuntan con ironía que «Guillermo Moreno tiene más fiscales que él» en el territorio bonaerense. Moreno también va como primer candidato a diputado nacional por la lista «Principios y Valores» del «Partido Republicano Federal».
Aunque todos miran las encuestas que le dan ventaja de entre 6 y 9 puntos al gobierno, como publicó Tiempo, hay cautela sobre cuál será la diferencia en el Conurbano, en la primera y la tercera sección electoral, que son claves para el peronismo, y también en el interior, donde está el voto difícil y más opositor en el que vienen trabajando los candidatos, Tolosa Paz y Daniel Gollán, los funcionarios nacionales y todo el gabinete bonaerense, con el gobernador a la cabeza. De hecho, las actividades de las últimas dos semanas están pensadas para apuntalar la campaña en los municipios donde pisa fuerte Juntos por el Cambio y donde se juega la mayoría que desvela a Kicillof, la del Senado provincial.
«Todas las encuestas son muy relativas», sostienen en el FdT y argumentan como principal factor la imposibilidad de hacerlas de manera presencial, pero también los errores que cometieron las principales consultoras en 2019. A esto se agrega el número «muy alto todavía de indecisos» que se repite en los sondeos que fueron publicados en las últimas semanas y que muestra que entre el 20 y el 25% aún no definió a quién votará.
A ese factor se suma la apatía electoral, los electores que repiten que no se acercarán directamente al cuarto oscuro por múltiples razones, que van desde el desinterés, el desánimo por la situación económica hasta el temor a contagiarse. «Es importante convencer a la gente de que va a ser seguro ir a votar», sostienen en el gobierno provincial y enumeran las medidas ya definidas por la Justicia electoral como la menor cantidad de electores por mesa, el cierre de la circulación en la cuadra de cada establecimiento para que los votantes esperen al aire libre y los horarios priorizados para mayores de 60 años. «