Desde el fin de semana largo del 1º de Mayo, el presidente Mauricio Macri no sólo perdió parte del humor que lo caracterizaba. También tiene menos confianza en los integrantes de su Gabinete. “En privado reconoce que no le alertan con tiempo sobre las situaciones que están por explotar, y que le estallan demasiado cerca, que se está comiendo muchos penales y que tiene que atajarlos solo. Por ahora no va a cambiar a nadie, pero piensa resolver ese problema cuando afloje esta situación”, confió a Tiempo una fuente que tuvo acceso a la serie de contactos y consultas informales, y reservadas, que realizó el jefe del Estado desde que regresó de su descanso durante el último fin de semana largo. Con esos conceptos Macri comenzó a blanquear parte de las críticas que tenía “in pectore” sobre sus ministros y, en especial, respecto de los miembros del equipo económico que tuvo que reconstituir, de urgencia, durante el primer clímax de la corrida cambiaria de la semana corta que, paradójicamente, fue la más larga e intensa que transitó desde que habita la Casa Rosada.

Ya pasaron diez días desde aquellos momentos febriles, pero la situación crítica no ha cambiado. Por ahora las cuitas internas son guardadas bajo siete llaves dentro de Balcarce 50 hasta que la tormenta amaine. Este lunes, tal como anticipó este diario en su edición anterior, Macri finalmente echó mano a un recurso que tenía en su caja de herramientas y anunció el inicio de “conversaciones” con el Fondo Monetario Internacional para acordar un auxilio financiero. El recurso estaba previsto ante una nueva escalada de la divisa estadounidense, un escenario que ya había anticipado en privado el ministro de Finanzas Luis “Toto” Caputo, primo de Nicolás, el magnate dueño de Edesur, ex socio y amigo “del alma” del presidente, que esta semana regresó al país luego de un veloz viaje por Estados Unidos.

El mensaje presidencial que oficializó los contactos con el Fondo sucedió dos meses después de recibir en Buenos Aires a la presidenta del organismo, la parisina Christine Lagarde y al subsecretario de Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro, David Malpass, que también fue asesor económico para el presidente Donald Trump durante su campaña proselitista. El ocupante de la Casa Blanca se comunicará mañana con Macri para certificar su apoyo en forma pública a las negociaciones con el Fondo, dentro de una estrategia de la Cancillerìa que, según confirmó un alto funcionario, buscará acumular más apoyos de los países que conforman el G-20, para aprovechar la aceitada agenda de contactos que administra la jefatura de Gabinete, que conduce Marcos Peña. “Los apoyos que sumemos son bienvenidos. Si bien la negociación no pasa por los apoyos, todo suma”, explicó la fuente, que forma parte del equipo que trabaja para la próxima cumbre internacional que, desde el 25 de noviembre concentrará a los ministros de Finanzas. Tres días después reunirá a los mandatarios de los 20 países más desarrollados del mundo entre el 30 de noviembre y el 1º de diciembre.

Nueve jornadas después de esa foto, Macri cumplirá tres años como Presidente y comenzará a transitar los últimos 365 días de su mandato. Cambiemos buscará poner en juego su reelección, en un cronograma electoral de comicios provinciales fragmentados que podrían arrancar en marzo y culminar en las presidenciales de octubre. Ante la vertiginosidad de la crisis, ese calendario parece separado por una eternidad, pero dentro de la Casa de Gobierno las fuentes consultadas por este diario admiten que esa línea de tiempo es determinante para el derrotero elegido por el líder de Cambiemos.

Contención

Mientras avanza el tejido de contactos internacionales para rodear de apoyo a la negociación con el FMI, la Casa Rosada combinará reuniones de contención, como la que encabezó Macri este viernes en la residencia de Olivos con distintos empresarios para conjurar una de las mayores preocupaciones del equipo económico: el traslado de la corrida cambiaria a los precios, un tema que el ministro de Producción, Francisco Cabrera negó en una conferencia de prensa, pero que luego fue confirmado por los presentes al convite. 

El impacto de las tarifas también es una cuestión que preocupa a los empresarios que recibió el Presidente, cuyo equipo está concentado en convencerlos de que una parte de la agenda de ajustes que reclama el Fondo es coincidente con los reclamos sectoriales, especialmente respecto a una obsesión originaria de Cambiemos: reducir el costo argentino y promover una reforma laboral, cuyo repechaje lanzó el Ejecutivo poco antes de la corrida cambiaria. En ese esquema de seducción ante la aspereza económica, Macri busca capitalizar el único costado aprovechable del lastre comunicacional que implica negociar con el FMI: responsabilizar al organismo de la serie de ajustes que Cambiemos intenta imponer desde que llegó al poder, y que ahora naufraga ante la crisis del gradualismo.

“No sabemos cuál puede ser el impacto en los precios, pero no es un tema que nos preocupe”, insistió un alto funcionario, afecto a minimizar los contornos de la crisis en ciernes, que esta semana tendrá dos capítulos cruciales: el vencimiento de 650 mil millones de pesos de depósitos en Lebacs y la llegada al Senado del proyecto promovido por la oposición para frenar el tarifazo. El texto fue aprobado en la Cámara Baja esta semana, y el gobierno desea que sea tratado lo más pronto posible por los senadores, para vetar la norma y enviar otra señal a los mercados locales e internacionales (ver página 6). Las otras señales para reforzar el apoyo empresario giran en torno a la reforma laboral, en una agenda que, hasta ahora suma más apoyo empresarial que de los gobernadores peronistas que Macri también busca seducir y que ya pasaron de la crítica escéptica a un apoyo medido y expectante.

En esa combinación de gestos para el mercado, en el gobierno reconocen la falta de señales para la población. La confirmación de esa falencia la pronunció el ministro coordinador Marcos Peña, durante la conferencia de prensa que ofreció el jueves, con un discurso segmentado para la clase media. «Sabemos que por estos días se ha despertado en la gente angustia por una supuesta crisis; queremos reiterarles que, a pesar de los obstáculos, estamos convencidos que esto termina en desarrollo y crecimiento», dijo autocrítico Peña y luego, con tono psicoanalítico, apeló a mitigar el trauma que conmueve a la sociedad: «No es cierto que estamos condenados a la repetición de sucesos. Este programa económico que lidera el presidente Macri incorporó los aprendizajes de errores que nos llevaron a crisis», remarcó el jefe de Gabinete para alejarse de un fantasma del pasado, muy vinculado a la tragedia política de la Alianza, que transformó al FMI en una mala palabra. La misma  que Macri deberá pronunciar en una etapa que, algunos funcionarios, reconocen como el arranque del verdadero gobierno de Cambiemos. «