Luego de dos meses y una semana sin sesionar, el Senado se reunirá este jueves para definir si expulsa o suspende al senador entrerriano Edgardo Kueider, detenido desde hace ocho días en Paraguay con 211.000 dólares sin declarar que llevaba en su mochila. La vicepresidenta Victoria Villarruel quedó obligada a convocar la sesión que había pedido el bloque de Unión por la Patria para expulsar a Kueider, pero anoche jugó un contraataque de último momento y amplió el temario para incluir un pedido impulsado por el oficialismo para suspender al neuquino Oscar Parrilli, que está procesado en la causa que investiga la firma del Memorandum con Irán durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El caso irá a juicio oral por decisión de la Corte, que se expidió al respecto hace una semana.

El escándalo de Kueider tenía al oficialismo desorientado. Finalmente el jefe del bloque oficialista, Ezequiel Atauche, presentó un proyecto para suspender a Kueider, pero hasta el 1° de marzo. Fue una forma de cinturear la crisis en forma tardía y afrontar la embestida de la oposición de UxP, enfocada en expulsarlo del recinto.

La urgencia obligó a Villarruel a retomar los diálogos con la Casa Rosada. En esos diálogos acordaron la estrategia del contragolpe e incluso aprovechar el pedido de suspensión de Parrilli impulsado por el puntano Bartolomé Abdala. El presidente provisional del Senado pasa por un mal momento con Villarruel desde que apareció en reuniones de Gabinete sin avisarle. Eso quedó para otro momento. Ayer la vicepresidenta movió esa ficha después de convocar a la sesión para suspender o echar a Kueider.

La cercanía del senador entrerriano con el oficialismo y las votaciones donde resultó determinante transformaron su detención en un problema para el Gobierno. Especialmente para el asesor presidencial Santiago Caputo, reconocido en el Senado como la llave que le permitió a Kueider transformarse en un interlocutor privilegiado, y uno de los artífices de la división del bloque de Unión por la Patria. Se separó del bloque con el correntino Camau Espínola, sumaron a la cordobesista Alejandra Vigo y constituyeron el bloque Unidad Federal. Tres bancas del peronismo no kirchnerista, desde donde Kueider llegó a presidir la Comisión de Asuntos Constitucionales y sonar como posible titular de la Bicameral de Seguimiento de Organismos de Inteligencia.

El caso Kueider estalló en un mal momento para el Gobierno, a pesar de la euforia que se respira en la Casa Rosada por el primer aniversario de Milei en el poder. El presidente había prometido el 1° de marzo, ante la Asamblea Legislativa, que iba a buscar la aprobación de la prohibición para que un candidato pueda presentarse a un cargo electivo si tiene un procesamiento por corrupción en segunda instancia. Buscó hacer propio el reclamo de la sanción de una ley de Ficha Limpia, que suma 15 años de intentos y debates. Pero el oficialismo no pudo lograr que salga en dos intentos fallidos, donde el PRO aumentó sus sospechas porque el bloque de La Libertad Avanza tuvo ocho ausentes en el segundo intento de sesión que no fue. Luego recrudecieron las sospechas sobre un presunto pacto del Gobierno para no obstaculizar una eventual candidatura de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones del año próximo.

Mientras esa nube seguía sin disiparse, Kueider cayó en Paraguay. Por eso resulta un espejo demasiado incómodo para el Gobierno, incluso para la vicepresidenta Victoria Villarruel, que tampoco fue ajena a los diálogos con uno de los peronistas permitidos de la Rosada. Incluso para Villarruel, que le mojó la oreja a la Rosada pidiendo cárcel para CFK cuando arreciaban las críticas contra el oficialismo por quitarle el cuerpo a Ficha Limpia.

El exsecretario general del entonces gobernador entrerriano Gustavo Bordet (PJ) fue detectado el primer miércoles de diciembre en el cruce de la triple frontera, entre Paraguay y Brasil, con dólares, pesos argentinos y guaraníes. Iba acompañado por su secretaria, que tibiamente dijo que los billetes eran suyos. Los investigadores dudaron de esa afirmación y desde entonces fueron detenidos, ahora con prisión domiciliaria en Asunción, a cambio de una fianza de 150.000 dólares para cada uno. Kueider no volverá a Buenos Aires hasta el año que viene, pero ya presentó un pedido de licencia donde no aclara si es con o sin goce de sueldo.

Villarruel lleva nueve semanas sin activar el Senado para evitar que avancen ofensivas opositoras, como la que impulsa UxP para anular el DNU 854 que le permite al Gobierno reestructurar deuda sin autorización del Congreso ni cumplir con la Ley de Administración Financiera. Ahora tuvo que hacerlo ante la vertiginosidad de la crisis y retomar los contactos con una Rosada que, hasta ahora, le habia cortado las vías de comunicación.

En medio del cimbronazo, el Gobierno finalmente decidió enterrar la idea de convocar a extraordinarias durante a diciembre. El portavoz presidencial, Manuel Adorni, lo había anunciado por X la semana pasada, pero finalmente quedó desautorizado. El amague se concretó el mismo día que Kueider fue detenido en Paraguay y que Martín Menem fue reelecto como presidente de la Cámara de Diputados. Ahora quedó en la nada. «Falta de acuerdos», dijo el jefe de Gabinete Guillermo Francos, pero no es la única razón. El caso Kueider podrá estallar una y otra vez en cualquier sesión que se realice. Antes del escándalo, el oficialismo ya temía quedarse sin cuórum para debatir alguno de los proyectos del temario tentativo, como la eliminación de las PASO. Ahora que la detención del entrerriano abrió una ventana inesperada de riesgo, Milei optó por aprovechar el receso de verano y olvidarse del Congreso hasta el año que viene.

Aunque terminó el período de ordinarias y no fue convocado el período de extraordinarias, el Senado es soberano para sesionar sobre temas de disciplina de sus integrantes. Para echar a Kueider hacen falta dos tercios de los presentes y por ahora sólo hay acuerdo para garantizar el cuórum.