La máxima peronista es más larga pero, para el caso, vale la parte que dice: Mejor que prometer es realizar. Pues hace un año, entre las varias promesas electorales que realizó, Mauricio Macri repitió hasta el hartazgo que iba a eliminar el impuesto a las ganancias para los trabajadores. El caso fue que ganó el ballotage, asumió la presidencia y a poco menos de un mes de cumplir su primer cuarto de mandato, la promesa continúa sin realizarse. Incluso, peor, porque después de muchos cabildeos, la próxima semana, el ministro de Hacienda, Alfonzo de Prat Gay llegará al fin a Diputados, con el proyecto de Ganancias bajo el brazo.
La eliminación de las retenciones, mineras y del agro, hirieron de gravedad las arcas del Estado. No existe en ninguna de las cabezas de los que conducen el gobierno nacional, la idea de contrarrestar el desfinanciamiento autoimpuesto con la reinstalación de esas herramientas que favorecieron a uno de los sectores de la economía que los respalda. Entonces, el impuesto a las Ganancias lejos está de desaparecer y luego de varios meses de idas y vueltas, que incluyó algunas modificaciones que amplió el universo de los que son alcanzados por el gravamen, redactaron un proyecto de ley.
La iniciativa, de la que sólo trascendió que tendrá nuevas escalas, se presentará entre el martes y el jueves de la próxima semana. Las posibilidades de que se convierta en ley antes de que termine el año son prácticamente nulas. De hecho, uno de los hombres fuertes del PRO en la Cámara de Diputados, confió que el texto normativo llegará al recinto en diciembre cuando ya haya finalizado el período ordinario de sesiones y ya rija el período especial donde el Ejecutivo determina qué proyectos se van a debatir. Por ahora está previsto que solo habrá una sesión y la fecha prevista es el 14 de diciembre. Si se concreta el cronograma que dibujan en Diputados el pase al Senado quedará para el año que viene.
A partir de allí hay dos posibilidades. La primera es que una vez que el proyecto cuente con la aprobación de la Cámara baja se puede planificar que el Senado lo trate, también durante el período de sesiones especiales, en febrero del año próximo. Ahora bien, si el Ejecutivo ve que su hombre fuerte en el Senado, Miguel Pichetto, no logra un acuerdo o tiene inconvenientes con los legisladores del Frente para la Victoria, entonces se aplicará el plan B que es dejar que el proyecto siga su derrotero parlamentario en marzo cuando se reinicie el ciclo ordinario del Congreso.
El otro detalle a tener en cuenta: 2017 es año electoral y, por lo tanto, los acuerdos que el macrismo tejió con los bloques de la oposición se debilitan e incluso se pueden desconocer según las conveniencias electorales de los bloques en general y de los legisladores en particular. En ese sentido, es más que probable que el proyecto original sea modificado y muy probablemente con un resultado que no sea del gusto del presidente Macri.