Las expresiones de deseo, generalmente, no llegan a la tapa de los diarios como título principal: ese lugar lo ocupa la noticia más importante de la edición. Pero las reglas, cada tanto, sufren alteraciones, sobre todo en tiempos interesantes como los que vivimos. Algo así ocurrió el viernes 12, con Clarín. «Arrancó la obra que aliviará el tránsito y le cambiará la cara al Bajo porteño», fue su título más destacado de portada, bajo la volanta «Macri inauguró los trabajos, que durarán 30 meses». Es casi un «espacio de publicidad», aunque no está así señalado en ningún lado. Pura intención en tiempo verbal futuro («aliviará», «cambiará») de un acto que solo merece aclaración en su copete: «Se trata del paseo que correrá durante 7 kilómetros para unir la Autopista Illia, en el Norte, con la 25 de Mayo y Buenos Aires-La Plata, en el Sur. Tendrá carriles exclusivos para camiones y micros, lo que sacará el tránsito pesado de seis barrios. Los autos irán por arriba. El mes que viene empezarán los cortes y se eliminarán los estacionamientos que están frente a Puerto Madero.»
Varias cosas llamativas. Primero, es una de las pocas tapas de Clarín que no está dedicada a atacar al kirchnerismo con su «periodismo de guerra» desde el 9 de diciembre de 2015. Segundo, rara vez una gacetilla oficial (la verdad, tanto la intencionalidad del título como la información aleatoria del copete, todo parece escrito por los equipos de comunicación macristas) llega a ser el título de apertura de una publicación con tanta circulación como Clarín. Tercero, en ningún lado se explica qué empresas estarán a cargo de la obra, ni cuál será su costo, es decir, no se menciona algo básico de algo vendido como tan, pero tan relevante
para los porteños, en un diario de edición nacional.
¿Sería tan positiva la tapa de Clarín si la empresa fuera la santacruceña Austral Construcciones, de Lázaro Báez? Seguro que no. Entonces, la empresa adjudicataria de la obra y su dueño, importan. ¿Y, si es así, por qué están omitidos en la tapa y en la nota interna? ¿Tal vez porque no convenía ponerlo, arruinaba la gacetilla de prensa, angustiaba a Mauricio Macri, incomodaba a Horacio Rodríguez Larreta, dejaba mal parada a María Eugenia Vidal? Cuando se pregunta por qué Macri decidió vía decreto retornarle y ampliarle todos los negocios a Clarín, darle canales a La Nación y radios a Perfil, la respuesta es una: para que construyan, cotidianamente, las noticias deseadas por el presidente y el «mejor equipo de los últimos 50 años», mientras sus accionistas se llenan los bolsillos.
Lo que el diario Clarín ocultó, en realidad, es que Angelo Calcaterra, titular de IECSA, el primo del presidente, es el mayor beneficiario de la obra que «aliviará y cambiará» el humor de los automovilistas que tomen el Bajo porteño. No Lázaro Báez, Calcaterra. La obra se divide en tres tramos. El más grande, por 3000 millones de pesos, es el adjudicado por AUSA y la Corporación Puerto Madero, según dicen en licitaciones transparentes, nada menos que al primo presidencial. Esa información no estaba en la tapa ni en las notas internas de ningún medio gráfico de gran circulación. Tampoco en ninguna de las coberturas del anuncio de comienzo de obras que se hicieron en televisión o en las radios de la cadena oficial de noticias deseadas. ¿Importaba? ¿Era necesario? Habrá que dejarlo a criterio de los muchos que se llenaron la boca durante años exprimiendo este tipo de detalles como si fuera lo fundamental e ineludible de la política argentina. Pero a los editores de Clarín sí habría que recordarles algo: el tiempo verbal futuro no se lleva demasiado bien con las noticias del hoy, menos si son de tapa y alcanzan la jerarquía de título principal. Es muy difícil leer «Boca ganará este domingo». Más todavía hacer anuncios de ese tipo que ocurrirían en 30 meses. Pocos periodistas se animarían a tanto, aunque quizá sea al fin de cuentas un avance. Del «periodismos de guerra» al «periodismo futurista». Lo correcto, teniendo en cuenta toda la información ahora disponible, ¿no hubiera sido titular «El primo de Macri ganó una licitación por 3 mil millones de pesos», o «Se lanza la obra que permitirá al primo presidencial embolsar 3 mil millones de pesos?» Bueno, son criterios. Se podría haber titulado de cualquier modo, siempre y cuando Calcaterra apareciera.
Porque «el primo del presidente» no es un desconocido que tropezó con un negocio multimillonario. IECSA es una empresa genéticamente macrista. Se dedica a la obra pública que deciden funcionarios que responden políticamente al presidente Macri. ¿Acaso es todo tan evidente que convenía camuflarlo con un título así de alegre? ¿No importa quién se va a enriquecer con ella, sino que todos vamos a beneficiarnos con ella? ¿La parte se subsume al todo?
Pero, además, cuando se descubre el verdadero objetivo, la omisión resulta escandalosa por contexto. Elisa Carrió, principal socia política del jefe de Estado, denunció casi en simultáneo ante la Justicia Federal a Gustavo Arribas, jefe de la AFI (ex SIDE), el Señor 5 en la jerga del espionaje, involucrado como presunto beneficiario o vehículo de supuestos sobornos pagados por la brasileña Odebrecht para activar el negocio del soterramiento del tren Sarmiento. Arribas es el inquilino del presidente en su departamento de avenida del Libertador. IECSA, en sociedad con Odebrecht, la adjudicataria de la obra del soterramiento, con financiamiento decidido por decreto del primo presidencial por 45 mil millones de pesos. La trama de relaciones y beneficios lleva a temerarias conclusiones. De las que la tapa de Clarín no se hace cargo directamente, aunque sus silencios lo dicen casi todo.
El caso Arribas alcanzó estado público por el trabajo de un periodista del diario La Nación, que citó y amplió detalles revelados por un consorcio de periodistas de Perú, IDL Reporteros. La nota de La Nación tuvo un despliegue interno interesante. Dos páginas, recuadros, gráficos. Se justificaba: el sospechosamente aludido en un escándalo de sobornos era el jefe de los espías nacionales, íntimo del presidente Macri, además envuelto en el affaire Odebrecht, empresa socia del primo presidencial. Lo curioso es que ese despliegue interno no consiguió que el tema fuera a tapa, como título menor siquiera, ni ese día ni el siguiente, a pesar de que ya se había convertido en noticia que circulaba por redes al punto de animar a Carrió a denunciarlo judicialmente.
Lo que ocurrió con Clarín y La Nación revela dos maneras diferentes de omitir lo importante en el lugar más trascendente de un diario, su tapa. Como para ir agendando y no olvidar en futuras discusiones, cuando la sociedad vuelva a interpelar a su sistema de medios.
Y, además, lo indefensos que están los argentinos en materia informativa. Ni qué decir, el enorme retroceso que se vive a nivel institucional: cuando se le preguntó al ministro de Justicia por el escándalo que rodea a Arribas y la denuncia de Carrió respondió que no había pruebas de los sobornos, «solo insinuaciones». Rodríguez Larreta, a su turno, recordó que «en la Argentina nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario». Nada que objetar. ¿Podrían aplicarle, entonces, la misma vara a Milagro Sala, que mañana cumple un año de presa política, y dejarla en libertad como piden la ONU, la OEA, Amnistía Internacional, Human Right Watch y el Papa Francisco a través de sus voceros?
Como para ir empezando, de a poco, a dejar algunos papelones de lado. Entre ellos, también el del primo presidencial, su jefe de espías y la payada de Jesús María, que le salió muy mal. Daban ganas de soterrarse. «