La imagen recorrió el mundo y fue utilizada por la dictadura para resaltar el “costado humano” de las fuerzas de seguridad que en silencio llevaban adelante el peor genocidio de la historia argentina. Carlos Enrique Gallone era uno de los tantos integrantes de la Policía Federal que intimidaban a las Madres de Plaza de Mayo en sus marchas de todos los jueves frente a la Casa de Gobierno, para suplicar por el paradero de sus hijos detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Era comisario inspector.
La perversidad de Gallone era la de todo el sistema de terrorismo de Estado.
La causa “Gallone, Carlos Enrique y otros s/homicidio agravado, privación ilegal de la libertad” tuvo su veredicto final esta semana, cuando el Tribunal Oral Federal N°6 leyó las sentencias por los crímenes cometidos contra 67 personas, de las cuales 15 continúan desaparecidas. Los jueces Julio Panelo, José Martínez Sobrino y Fernando Canero condenaron por homicidio a Eduardo Norberto Comesaña y a Raúl Guglielmineti a la pena de prisión perpetua. Carlos Enrique Gallone recibió la pena de 25 años -unificada en perpetua por sus condenas en causas anteriores-, como coautor de violación, abuso deshonesto, secuestros y tormentos agravados. A Fausto José Mingorance, a 10 años, a Rafael Oscar Romero y a Juan Manuel Grosso, a 7 años, por privaciones ilegales de la libertad y tormentos agravados. Los hechos ocurrieron en el centro clandestino conocido como Superintendencia de Seguridad Federal -o Coordinación Federal-, que funcionaba en Moreno 1417, en la ciudad de Buenos Aires.
Durante el último tramo del juicio, la fiscal Ángeles Ramos logró que el tribunal ampliara la acusación por “delitos sexuales”, claramente acreditados durante el debate. La fiscal argumentó que como integrantes de las denominadas “patotas”, los imputados “secuestraban a las víctimas e intervenían en la aplicación de tormentos conociendo la persecución política de quienes estaban cautivos en el centro clandestino de detención Coordinación Federal. Todos estos elementos integran el delito continuado que se les atribuye. Asimismo, el Ministerio Público Fiscal le atribuyó responsabilidad a Gallone en agresiones sexuales que provocaron otras lesiones a bienes jurídicos de las víctimas que estaban bajo su dominio”, explica el sitio fiscales.gob.ar.
Además, “Ramos consideró que durante el juicio también se detectaron y confirmaron -mediante detalles y datos que antes del debate no se tenían- casos de específicas acciones de agresión sexual bajo la forma de abusos sexuales y violaciones cometidas dentro del centro clandestino Coordinación Federal. Sobre ese aspecto, la fiscal destacó que las víctimas pudieron durante el juicio contar sus vivencias en un claro acto de demanda de justicia. Ello permitió ubicar a Galloneentre sus responsables en razón del dominio que tenía sobre el centro clandestino, los autores de los hechos y las ocho víctimas, según se precisó. La fiscal le sugirió al Tribunal que tenga una mirada de género acorde a las recomendaciones internacionales”.
Hace unos años, en la causa conocida como La Masacre de Fátima, Carlos Enrique Gallone habló de aquella tarde de la foto emblemática. Contó que prestaba servicio para la Comisaría 4ª y que le asignaron “cuidar a las Madres de Plaza de Mayo, a las viejitas, abuelitas que los jueves daban vueltas”. Contó también que acompañó a Adolfo Pérez Ezquivel hasta la mesa de entrada de la Casa de Gobierno para que entregue un petitorio. Y recordó que cuando volvió a la Plaza, “una anciana me dijo ´gracias hijo´ y se puso a llorar en mi pecho”. Pero lo más llamativo del testimonio de Gallone fue cuando confesó lo que pasó algunos días después: “La gente que me quería me dijo que esa foto iba a ser la desgracia de mi vida”.
Aclaración del 23 de diciembre de 2019
A raíz de un posteo en la página de Facebook de Tiempo, en el que este artículo estaba titulado como «Abrazó a las Madres y 43 años fue condenado», la licenciada en ciencias de la comunicación Cora Gamarnik explicó que los motivos por qué fue un error haber titulado así. «Esa foto fue realizada por Marcelo Ranea durante la Marcha por la Vida el 5 de octubre de 1982, día en que la policía montada y con sables reprimió la manifestación. Es una imagen odiada por las propias Madres porque no refleja lo que sucedía en ese momento y menos representa lo que sucedió en esa marcha, como puede verse en otras fotos de la misma secuencia tomada por Ranea. Ese aparente abrazo no fue tal. Como se puede ver en otras fotos tomadas desde otros ángulos, instantes antes y después de esa toma, y según relataron numerosos testigos y fotógrafos presentes en ese momento, la Madre que está siendo supuestamente abrazada en la foto tenía un ataque de nervios y quiso pegarle en el pecho a Gallone que les impedía avanzar hacia la Plaza de Mayo. El oficial la agarró para detenerla y, sabiéndose rodeado de fotógrafos, creó ese gesto ficticio. A pesar de existir muchas otras fotos que muestran lo contrario (especialmente una de Jorge Sánchez, fotógrafo de Télam en ese entonces), el diario Clarín eligió esta imagen y la publicó en tapa señalando: ‘En la foto un oficial de policía consuela a una de las asistentes’. Al día siguiente, Clarín volvió a publicar la foto en el espacio destinado al editorial señalando que el camino era la reconciliación. La foto de ese falso abrazo se usó para proponer una reconciliación que las Madres y otros familiares de desaparecidos jamás aceptarían. Esta semana Gallone fue condenado además de los delitos que ya tenía comprobados por violaciones sexuales reiteradas a mujeres que estaban en condición de detenidas y desaparecidas», publicó en su cuenta de Twitter.