La primera reunión del año que celebró este lunes la mesa de conducción política del PRO tuvo un objetivo central: reducir los daños de las internas que, en el inicio de un año electoral clave, atraviesan al partido que Mauricio Macri financió y fundó hace más de tres lustros y también salpican a Cambiemos, la alianza con la UCR y Elisa Carrió que le permitió llegar a la Casa Rosada.
Por encima de las intrigas y especulaciones, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, envió al titular del PRO, Humberto Schiavoni, a disipar los rumores que retumban dentro del poder. «No especulemos más; es naturalmente Mauricio Macri el candidato a presidente. De eso no hay duda alguna. Esto lo vengo sosteniendo hace un año», insistió el senador misionero. Fue un intento de relativizar hacia las filas internas de la fuerza de gobierno las dudas que rodean el plan del magnate que presidió Boca Juniors y luego fue dos veces jefe de Gobierno porteño de buscar un segundo mandato.
Las declaraciones a pedido de Peña cosecharon una respuesta, casi inmediata, del exdiputado Ricardo Alfonsín quien consideró que «Cambiemos no tiene un postulante natural». Y argumentó: «Se omite que Cambiemos es un frente que reúne a partidos que piensan diferente, que ese frente no fue una suerte de licuadora de identidades. Creer que Cambiemos es el PRO es un error equivalente a creer que gobierna Cambiemos, algo que no es así, porque gobierna el PRO».
El hijo del expresidente radical forma parte de un sector marginal de la UCR, dominada actualmente por sus expresiones más conservadoras. Sin embargo, «Ricardito» no fue la única voz que deslizó sus dudas sobre la búsqueda de la reelección para Macri. Tal como anticipó Tiempo en su edición del domingo, la alternativa de un solo mandato «de transición» no es una salida descartada por completo en el partido de gobierno.
Más allá de los velados pronósticos radicales que surgen teñidos de la feroz interna que tiene Cambiemos en Córdoba, dentro del macrismo las dudas también son alimentadas por aquellos que le reclaman a Macri y a Peña que no descarten la posibilidad de desdoblar las elecciones a gobernador de la provincia de Buenos Aires de las presidenciales de octubre.
Algunos funcionarios de la Casa Rosada leen la ofensiva bonaerense por el desdoblamiento como parte de una estrategia que, hasta su desenlace, incluirá la multiplicación de las dudas dentro del partido amarillo sobre una candidatura confirmada de Macri por su reelección.
Las sospechas de la Casa Rosada sobre el origen de las dudas en torno al operativo reelección no sólo apuntan a los radicales «sublevados» y al «vidalismo ultra». También anotan sutiles mensajes provenientes de Roma, con el presunto auspicio del Papa Jorge Mario Bergoglio. Mensajeros del Vaticano estarían empeñados en asegurar que Macri resignó su interés por un segundo mandato, azotado por la crisis, la pérdida de electores en las clases medias que lo votaron pero que se empobrecen cada vez más y por la «inviabilidad» de un ajuste ortodoxo pactado con el FMI que podría truncar antes de tiempo el pulso estable del modelo económico de Cambiemos.
Las especulaciones reflejan al nivel de desconfianza que respiran los principales socios de Cambiemos respecto a un operativo reelección que sólo fue ratificado por el PRO, sin el acompañamiento explícito del titular del Comité Nacional de la UCR, el gobernador mendocino, Alfredo Cornejo; ni de Carrió, que lleva tres meses sin cruzar palabra con Macri.
A ese cóctel de resquemores, se sumaron las sospechas sobre el rol del Vaticano. Funcionarios provenientes del «macrismo de paladar negro» interpretan los mensajes de la Santa Sede como un guiño del ex arzobispo porteño y actual Pontífice al rol de Vidal, cada vez más convencida sobre la pertinencia de desdoblar los comicios ejecutivos de la Provincia.
Curiosamente, a pesar de las desmentidas promovidas por Peña, la «deadline» para lanzar la campaña por la reelección o resignarla está prevista para marzo y abril, el mismo plazo trazado por Vidal para resolver el desdoblamiento con el apoyo de Macri o transitar una renovada senda de «subordinación y valor» en un nuevo mandato como gobernadora.