Desde hace dos meses no comparte el «trío pandemia» con el presidente Alberto Fernández y el gobernador bonaerense Axel Kicillof. En su entorno consideran que el nivel de conocimiento nacional que sumó desde el inicio de la cuarentena es el punto de partida de otra etapa. Aunque sea prematuro para las elecciones, el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta considera que es el momento para construir su candidatura presidencial para 2023, aunque todavía le falten tres años para terminar su segundo mandato al frente del territorio originario del PRO, que comenzó a administrar como jefe de Gabinete de Mauricio Macri a partir de 2008 y gobierna desde 2015.
El primer movimiento lo protagonizó a principios de septiembre, después de la protesta de policías bonaerenses contra Kicillof, que terminó en las puertas de la residencia presidencial de Olivos. Para revertir esa crisis salarial, el presidente Alberto Fernández resolvió quitarle un punto de la coparticipación federal que Macri le concedió a la Capital cuando en 2016 le transfirió la Policía Federal. Larreta tomó el guante y anunció una batalla ante la Corte que todavía no tuvo sentencia. La pelea perdió espacio en los medios pero sigue avanzando porque el Presupuesto 2021 contiene una partida de 12.800 millones de pesos para financiar los aumentos del año próximo.
Trascurrieron sólo dos meses desde el inicio de esa contienda. Rodríguez Larreta lleva el mismo tiempo trabajando en su candidatura. Para consolidarla deberá primero resolver las internas con Macri y ordenar el diseño de Juntos por el Cambio, cada vez más balcanizado entre duros y moderados. En ese proceso irrumpió el expresidente con una serie de entrevistas para marcar presencia. Algunos sostienen que fue para alambrar el voto duro que se identifica con su perfil, a pesar de los errores de su gestión, y otros aseguran que Macri salió a curarse en salud ante la inminente publicación de un libro con el testimonio de Mariano, su hermano menor.
En el «larretismo» sostienen ambas hipótesis, pero en torno a la disputa del liderazgo opositor que ya está en juego. La balanza por ahora está inclinada contra los intereses del expresidente, porque la fundadora de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, decidió bajarle el pulgar a la reaparición de Macri y sentenció que «ya fue». Domiciliada en la localidad de Exaltación de la Cruz, en el norte bonaerense, «Lilita» busca amagar con una candidatura por ese distrito, en caso de que fuera necesario. Este fin de semana también la usó para mostrarse con Rodríguez Larreta y la exgobernadora bonaerense, Maria Eugenia Vidal.
En ese armado, por ahora, no hay lugar para Macri y, por propiedad transitiva, tampoco para Bullrich, que ya se calza el traje de candidata para alambrar sus votos, posiblemente en la capital y marcarle la cancha al alcalde porteño. Larreta, junto a Vidal, comenzarán a producir gestos y mensajes de moderación, específicamente destinados a las clases medias urbanas y a los indecisos, precisamente esa franja de potenciales votantes que el ala dura sólo logra ahuyentar. En esa alquimia, el lugar que ocupe Carrió, posiblemente vuelva a depender de la capacidad de maniobra de «Horacio», sin quitarle poder, pero orientando su capacidad de daño hacia Macri, hasta obligarlo a negociar o retirarse.
El alcalde porteño fue una malla de contención para los desacuerdos de Lilita con Macri durante los cuatro años de su presidencia. Ahora comenzará a capitalizar esa paciencia, con Carrió como una aliada que respaldará sus aspiraciones presidenciales. Será mucho más que eso, porque esa alianza apuntará a limitar la hegemonía de Macri y Patricia Bullrich en el liderazgo del ala dura de sus votantes, pero sin abandonar esa conversación, protagonizada por un núcleo que sigue sin perdonarle al expresidente el regreso del peronismo al poder.
La aprobación del Presupuesto 2021 en la Cámara de Diputados puso a Juntos por el Cambio ante una inflexión inesperada, que también fue construida por Carrió y Larreta en un juego de tensiones y síntesis. La oriunda del Chaco habilitó a sus 14 diputadas y diputados a votar en contra del Presupuesto 2021, aunque el jefe de Interbloque, su amigo Mario Negri, había acordado con el oficialismo una abstención mayoritaria para facilitar la aprobación del texto. Lo mismo había firmado el macrista Cristian Ritondo, pero ambos tuvieron que hacer gestiones con Carrió para que una parte de su bloque no desconociera el acuerdo. Finalmente lo aceptó, pero el gesto fue una foto actualizada del nivel de internas y diferencias que atraviesan al conglomerado opositor.
Lilita aceptó a medias el acuerdo de abstención y Larreta se encargó de contener a los malheridos que dejó otra tribu: los 8 diputados del PRO que también votaron en contra. En el macrismo aseguran que el alcalde porteño no los avaló y que se trata de un puñado de inorgánicos que juegan por sus propios intereses electorales, bajo la conducción de Fernando Iglesias. Para demostrarlo recuerdan que otro duro, como Waldo Wolff, no fue de la partida simplemente porque responde a Larreta, tanto como Ritondo y el vice primero del cuerpo, Álvaro González.
¿Estuvieron Macri y Bullrich detrás de los ocho miembros del bloque del PRO que votaron en contra? Todos los consultados lo niegan. Pero casi en espejo, Rodríguez Larreta fue el encargado de aceptar la partida del riojano Felipe Álvarez del interbloque de Juntos por el Cambio. Hasta el jueves el diputado formó parte del espacio, con su monobloque «Acción Federal», pero dos días después de votar a favor del Presupuesto, abandonó el mayor armado opositor de la Cámara baja. «Horacio es puro pragmatismo, aceptó la decisión de Álvarez, pero también aceptó que la posición del ala dura en el interior es totalmente piantavotos en medio de esta pandemia, puede funcionar Córdoba, Santa Fe y el AMBA, pero en el resto del país es casi terraplanismo», definió un macrista que comprende la decisión del riojano de abandonar JxC y justifica la existencia de una nueva ventana que podría servir para la fuga de otros diputados del PRO. Dentro del partido amarillo sostienen que eso nunca sucederá, porque no tienen donde ir por fuera de la alianza opositora y mucho menos en el Congreso.
Las posiciones divergentes sobre el Presupuesto 2021 que se registraron dentro de JxC van más allá de las presiones de gobernadores y caciques partidarios. Es la primera foto de los posicionamientos electorales del año que viene. Un río revuelto que Rodríguez Larreta buscará reconducir en forma indirecta, con el respaldo de Carrió y la anuencia de una parte de la UCR, que todavía no resuelve qué candidato disputará la cabeza de lista, aunque el gobernador jujeño Gerardo Morales ya pide pista.