Los exabruptos verbales y conductuales de Javier Milei son su marca registrada. No es exagerado afirmar que incluso son parte de las razones por las que cosechó un curioso y variopinto fandom que hasta lo concibe como un mesías. 

En los últimos días su desinhibición parece haberse agudizado y no tardaron en aparecer en las redes sociales sugerencias de que esto es indicador de que Milei sería autista, más precisamente, Asperger. (Se debate en la comunidad autista si esta es la manera adecuada de llamar a las personas dentro del espectro autista que reciben el diagnóstico diferencial correspondiente, pues el término tiene connotaciones eugenésicas por la colaboración de Hans Asperger con el régimen nazi).  

La patologización y la criminalización del autismo y de otras condiciones neurodiversas no son nada nuevo. En el caso de la política argentina reciente, podemos recordar aquí la idea de que Cristina Fernández era bipolar y cómo se ha usado “bipolar” como insulto hacia ella. Cotidianamente escuchamos o usamos “se olvidó de tomar la pastilla”, “psiquiátrica” y giros y palabras en ese sentido como insultos. Estos insultos y en general la atribución de locura y diagnósticos psiquiátricos y de neurodiversidad de manera liviana cumplen funciones específicas. Destaco tres de los efectos de estas funciones. En primer lugar, quitarles credibilidad y autoridad epistémica a quienes los reciben. En segundo lugar, anular toda posibilidad de indagación crítica de las verdaderas causas de las conductas y expresiones por las que alguien ha merecido (es un decir) recibir estos insultos y diagnósticos. En tercer lugar, exculpar a quien así se comporta y expresa.

Por supuesto, el efecto más persistente de este uso al que nos hemos acostumbrado tanto es el daño que produce para las personas neurodiversas, discapacitadas y con malestares psicológicos y psiquiátricos, que ven así reforzada su exclusión y su marginalización de la participación política y de la toma de decisiones sobre sus propios destinos. El cuerdismo y el capacitismo no son meras alocuciones discriminatorias. Antes bien, conforman un sistema de opresión, dominación y marginación tan empotrado en nuestras instituciones y cultura que ni siquiera percibimos el daño que hacemos cuando usamos “psiquiátrico” para degradar a alguien. Se dice que los insultos hablan más de quien los profiere. Pues bien, estos actos del habla hablan del capacitismo y del cuerdismo cultural del hablante, hablan de un defecto del hablante.

A Milei no hay que votarlo, pero no porque hable con animales muertos, se muestre alterado, esté despeinado o no tenga hijos. A Milei no hay que votarlo porque es lo peor de una extrema derecha cuya única intención es someter al pueblo argentino al expolio, la desposesión, el robo y la represión. No es una cuestión de diagnósticos. Un diagnóstico no es una razón para no votar a alguien. Milei no es loco, Milei no es autista. Y si lo fuera, tampoco eso cambiaría nada. Milei es una persona irresponsable con ideas repugnantes, epifenómeno de lo peor de la ideología del capitalismo. Esto es lo que lo hace invotable, no una condición neurológica patologizada. 

Los autismos, como el resto de las neurodiversidades, son modos de estar en el mundo y de percibirlo tan válidos como los modos neuronormales. No son enfermedades. Tampoco son fuentes de superpoderes. No son extravagancias. Son maneras de ser humano con la misma dignidad que todas las demás. Es agotador tener que repetir una y otra vez estas obviedades. Una vez más: ¡No!, no es aceptable usar el autismo como “explicación” de conductas y expresiones rechazables como lo son los dichos y acciones de Milei.

La violencia injusta es producto de la normalidad.  Esta es la herida narcisista más grande porque es la que no percibimos. Sangramos por una herida que no vemos por el pavor que nos da que ser normales sea, al final, lo que nos hace ser personas horribles. ¿Por qué otro motivo le tendríamos tanto rechazo a reconocer que la cordura normal es la culpable de los crímenes más horrendos que las personas normales han cometido a lo largo de la historia?