La localidad del Alto Comedero queda a diez minutos de San Salvador de Jujuy y constituye la cara más tangible le de lo que medios y políticos detractores de la dirigente de la Tupac Amaru, Milagro Sala, llaman «la Jujuy paralela». Allí también está el penal en el que Milagro está detenida desde hace más de 300 días. Las obras de la organización son visibles para cualquiera que pise la provincia. Son casas, fábricas, hospitales, escuelas, copas de leche, piletas, canchas, centros de rehabilitación para discapacitados. Su máxima expresión tiene nombre propio: El Barrio Alto Comedero, o como les gusta decir a ellos, el «Cantri», que desde el 10 de diciembre de 2015 está literalmente destruido. Así lo encontró hace unas semanas Patricia Cabana, más conocida como Pachila, cuando salió de la cárcel, después de haber estado casi diez meses tras las rejas junto a Milagro. «Es muy triste todo esto. Cuando volví de la cárcel y vi el barrio me puse muy muy muy mal», contó Pachila a Tiempo Argentino, mientras esperaba afuera del juzgado a que terminara la primera audiencia del Juicio Oral contra Sala. «Jamás estuvo el barrio así, con esa oscuridad, están todas las calles con los focos quemados, la pileta vacía y rota. Da mucha bronca ver que tanto sacrificio, tanto esfuerzo que hemos hecho en todos estos años lo dejen caer por odio», agregó. El barrio del Alto Comedero es como cualquier barrio de Jujuy: la luz, el agua, el gas y la basura dependen del municipio. «Nosotros pagamos todos nuestros impuestos y hace un año que no pasa el basurero, no mandan a cortar el césped, no vienen a cambiar los focos de luz. Nosotros somos ciudadanos jujeños por más que ellos no quieran», explicó Cabana, una de las primeras cooperativistas que obtuvo su casa en el año 2004. El «Cantri» de la Tupac Amaru hasta el 10 de diciembre del año pasado era un barrio tranquilo. Pero además de tranquilo era un barrio lindo, agradable, limpio. El concepto estético no fue casualidad. La ecuación era simple, ¿acaso por ser pobres y negros debían vivir en una villa con casas de chapa, en medio de la mugre?
La respuesta fue unánime: no. «Desde que asumió Morales intentó no sólo destruir a Milagro sino a la organización y al barrio», contó a este diario el diputado provincial y referente de la Tupac Amaru, Juan Manuel Esquivel. Según su relato, todo comenzó cuando el gobernador cortó los fondos que les otorgaban como organización social, lo que llevó a que 5000 tupaqueros se quedaran sin trabajo. Eso impactó de lleno en la vida cotidiana del barrio. Después siguieron con uno de los pilares fundamentales de la organización: los centros de salud. «Los profesionales que atendían en nuestro centro de salud se quedaron sin el sueldo y tuvieron que salir a buscar trabajo a otros consultorios privados. Además nos cortaron los programas de entrega gratuita de medicamentos», relata Esquivel. Después llegó el turno de las fábricas. En el barrio hay tres: la textil, la de bloques de hormigón y adoquines y la de carpintería metálica. todas fueron «cooptadas» por el gobierno.
A base de amenazas y aprietes, los cooperativistas tuvieron que desafiliarse de la organización, armar nuevas cooperativas con bases y condiciones nuevas y trabajar para el gobierno con la promesa de un sueldo que hasta ahora, nunca cobraron. Hoy las fábricas están con candado bajo custodia oficial. La educación también tuvo su intervención: la directora de la escuela primaria que funciona en el barrio fue amenazada con quedar presa junto a Milagro y entregó las llaves de la escuela a la Municipalidad. Pero lo que más dolió en la Tupac fue la destrucción literal y simbólica de uno de los emblemas del barrio: la pileta. Cuando en 2004 Milagro comenzó con la construcción del barrio, tenía una idea fija que nadie le pedía sacar. Tenía que ver con una reivindicación que arrastraba desde la infancia, cuando no la dejaron entrar a una pileta en una colonia de verano por ser negra.
»Desde el 10 de diciembre del año pasado no pudimos poner en funcionamiento las piletas. Además de habernos cortado el agua en su momento, es muy costoso ponerlas en funcionamiento, alrededor de 200 mil pesos que hoy no tenemos», explica el diputado y agrega: «se robaron los cables subterráneos y las bombas de agua, destruyeron los sanitarios, es terrible todo». Para los que viven o conocieron el Cantri en su esplendor, el contraste es inmenso y doloroso. Porque esa «Jujuy Paralela» encarnada en el barrio de la Tupac (no es el único en la provincia, pero es el más grande) es en realidad la dignidad de miles y miles de jujeños que vivían en la pobreza y vulnerabilidad más extrema. Hay que decirlo sin miedo: Antes de organizarse en torno a la Tupac Amaru la mayoría de ellos (incluida su máxima referente) vivieron en la calle, robaron, se prostituyeron, cayeron en el alcohol y la droga. Fueron las perfectas víctimas del sistema neoliberal que comenzó con la dictadura y se agudizó con el menemismo. ¿Hasta dónde llegará Morales? «