La Convención Nacional del radicalismo terminó de cerrar este viernes, en el Teatro Coliseo Podestá, de La Plata, una ofensiva política hacia el interior de Juntos por el Cambio que comenzó hace un mes. El primer paso se cristalizó en la última reunión de la Mesa Nacional de JxC, del 27 de abril, donde la UCR, con el respaldo de la Coalición Cívica y del alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, acordaron un reglamento interno para ordenar la convivencia de los socios opositores y, sobre todo, anular los acercamientos con Avanza Libertad, la fuerza política que lidera el economista de ultra derecha, Javier Milei.
La movilización de los convencionales de todas las provincias a la capítal del mayor distrito electoral del país significó una demostración de poder hacia adentro y hacia afuera de JxC. Para los demás socios opositores, el mensaje no dejó lugar a dudas: el radicalismo hará valer el año que viene su peso electoral como fundador de Cambiemos, pero en una nueva etapa en la que buscará imponer un candidato a presidente de la UCR. Dentro de esa dinámica eligieron el lugar para el evento que reunió a la instancia deliberativa del partido. No fue realizada en Mendoza, Jujuy o Corrientes, gobernadas por caciques partidarios, sino en la Provincia de Buenos Aires, donde el radicalismo tiene 26 intendentes propios, sólo seis más que los 20 que reportan al PRO.
Sobre esa acumulación territorial hay un sector del partido, liderado por el diputado provincial y titular del comité bonaerense, Maximiliano Abad, que impulsa al médico Facundo Manes como uno de sus productos electorales más competitivos. Creen que es el más acertado para disputarle al PRO la cabeza de la lista presidencial en 2023, dentro de un partido que lleva una década sin candidatos propios que traccionen votos. Por esa razón, su hermano Gastón fue aceptado como la figura que presidió la convención. El cargo duró el tiempo que tuvo la asamblea, pero alcanzó para ordenar los debates, contener a los más intransigentes y publicar un documento que servirá como línea interna para disciplinar a los díscolos, que no entierran sus deseos de «mantener la conversación» con los votantes de Milei, como es el caso del exgobernador y senador mendocino, Alfredo Cornejo.
Los tironeos hasta ahora no salieron a la luz y no pasaron de los gritos en el Podestá. Todo transcurrió dentro del pacto de unidad que sellaron los bonaerenses con el gobernador jujeño, Gerardo Morales, que preside el Comité Nacional de la UCR y con el senador porteño, Martín Lousteau, referente de Evolución Radical, el sector que en diciembre impulsó una inédita fractura del bloque partidario en la Cámara de Diputados. La división de las 45 voluntades del bloque, entre 12 que responden a Rodrígo De Loredo y 33 que reportan a Mario Negri sobrevoló el encuentro. Hace seis meses los jugadores en pugna habían pactado una reunificación en un plazo de 90 días. Nunca se concretó y, por el desarrollo de la interna, no aparece otra síntesis que la convivencia dentro del cisma.
El dato no pasó inadvertido en los debates, porque así como la UCR no puede unificar a sus diputados, la Mesa Nacional de JxC tampoco logra consensuar los criterios de sus socios para ordenar las votaciones en el recinto. Con esas debilidades a cuestas (que se agigantan por fuga de votos por derecha que capitaliza Milei) la Convención de este viernes dejó algunos mensajes para el futuro inmediato de la coalición opositora.
Lousteau blanqueó delante de todos los pelajes del partido que buscará pelear la jefatura de Gobierno porteña el año que viene para disputar la sucesión de Rodríguez Larreta. El alcalde prefiere que los suceda la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, pero la confirmación de Lousteau anticipa que el senador se medirá en primarias con la actual diputada o buscará forzar una fórmula conjunta. El guiño sucede mientras Larreta amplía sus aliados para construir su precandidatura presidencial. A nivel nacional ya sabe que posiblemente deba medirse con Manes o Lousteau, porque las chances de una fórmula cruzada asoman cada vez más lejanas. «Solo falta tiempo para que entiendan», se atajan en el gobierno porteño.
De acuerdo a la foto que dejó la última convención, la UCR, hasta ahora, quiere llegar a las PASO 2023 con una escudería propia que recupere la mística electoral de la histórica lista tres, que en 1983 encabezó Raúl Alfonsín. Una aventura que puede prosperar en el marketing, pero difícilmente en la política, porque el presente del partido de 131 años de historia hoy está a la derecha de las definiciones políticas que tuvo hace 20 y 30 años. La tragedia política de la Alianza, que culminó con la huída de Fernando de la Rúa de la presidencia, en diciembre de 2001, pareció marcar una inflexión irremontable. Tres lustros después, la convención de Gualeguaychú de 2015 le dio sobrevida al partido con la fundación de Cambiemos. El giro implicó un rol secundario, detrás de la postulación presidencial de Mauricio Macri, que se extendió y profundizó durante los cuatro años de su mandato. Hubo radicales que participaron de esa administración, pero no de las decisiones que adoptó el magnate, al punto que no les consultó sobre volver a endeudar al país con al FMI. Sólo lo hizo cuando los hechos estaban consumados y desoyó las recomendaciones de sus interlocutores, cuando le aconsejaron que aplicara un control de cambios para evitar la fuga de capitales.
En esa herida late una de las vendettas radicales más duras con Macri. No la ventilan como gesto de unidad y cohesión, pero la hacen valer en la intimidad para evitar la repetición.
En el Comité Nacional confirman que todo el despliegue busca revertir ese derrotero histórico. También evitar que la orientación a la derecha que transitan se profundice con la emergencia de Milei como aspiradora de votos por ultraderecha de JxC y, en especial, del PRO. En ese contexto, la Convención reflejó que los dos posibles aspirantes para las primarias del año próximo son Manes y Morales, aunque el partido boiniblanco también espera que Larreta termine de distanciarse de Macri y de la titular del PRO, Patricia Bullrich.
Tal necesidad política fue resumida en un apelativo que se escuchó varias veces sobre las tablas del Podestá. Los enemigos formales de la UCR son desde este viernes, «los populismos autoritarios, sean de derecha o de izquierda, porque no son más que puro presente, pero hipotecan el futuro», bramó Negri, a su estilo, cuando habló ante el pleno.
La caracterización del populismo de derecha está dirigida a Milei, pero también a Macri y a Bullrich, que desde el 27 de abril trabajan para revertir la decisión de la Mesa Nacional de JxC. Este viernes la UCR buscó aclarar que no hay marcha atrás. Los convencionales aprobaron reafirmar la pertenencia a JxC, pero «mejorar el marco de entendimiento del acuerdo de buenas practicas para evitar mayores tensiones». Se trata de una ratificación del reglamento interno que dejó afuera a Milei. Su aplicación ahora se profundizará porque plantearon ampliar la coalición, pero sólo después de establecer una plataforma y un programa de gobierno. «Vamos a trabajar para tener un presidente radical y todo nuestro alcance para que el proximo jefe de gobierno sea radical», plantearon.
Con el requisito programático surge una nueva barrera para Macri y Milei. Morales lo viene planteando desde el año pasado. La Mesa Nacional de JxC acordó diseñar un programa de gobierno con las cuatro fundaciones de los principales partidos. Hubo avances en políticas sociales y en otros ejes, pero en materia de política económica no hay coincidencias. La UCR quiere un plan más industrialista, que tiene a Eduardo Levy Yeyati como uno de sus arquitectos.
La aspiración dista mucho de la prédica de Carlos Melconian, que trabaja para Macri en la construcción de un shock de «los primeros cien días» y de Hernán Lacunza, que reporta a Larreta con una idea parecida. En un segundo cordón de diferencias aparece Bullrich, que ya no habla más de dolarizar la economía, pero cada vez está mas cerca de Milei.
Tanto las diferencias de política económica que laten en JxC como los intereses del establishment podrían hacer eclosionar el debate interno. Este viernes el plazo lo fijó la UCR. Las coincidencias tienen que estar cerradas antes de fin de año para explorar otros aliados. La ofensiva no surge solamente del radicalismo, sino también de la fundadora de la CC, Elisa Carrió. Lilita mantiene silencio de radio sobre el tema, pero avala un acuerdo bonaerense entre Abad y Maricel Etchecoin, titular del partido en la provincia. Ambos son parte de una coincidencia que une a Carrió con Morales y con Rodríguez Larreta.
El alcalde no tiró el guante. Los socios que tiene dentro de JxC para confrontar con Macri y Milei le reclaman gestos más decididos. El porteño los va concediendo, atribulado ante el riesgo de desinflarse antes de tiempo. En su despacho cuentan que el diputado mendocino Omar de Marchi, que siempre se identificó con Macri, coordinará la mesa federal del larretismo. El jefe porteño busca sumar macristas que ya no están con el magnate, en una nueva disputa interna del PRO, posiblemente la fuerza política que más tironeos afronta ante la influencia creciente de la ultraderecha y el rechazo manifiesto de sus socios, que apuntan a controlar el germen o extirparlo. Todavía se desconoce el costo y el desenlace, pero el radicalismo demostró que está interesado en aumentar el fuego interno para que ocurra.
Juan Atilio Sedano
29 May 2022 - 04:26
Noleí el artículo -nada de esta gente me interesa- pero la imagen que provee su comité nacional es muy interesante: orimero en pos de ser recontramodernos le dan bola a diseñadores re progres ¿vistesss? y las letras están A LA DERECHA de la vista del asistente, y medio acostadas, revelando su disposición a ser poseidas por la derecha, ultraderecha o quien sea que venga... menos el Peronismo.