El Museo Nacional de Bellas Artes se suma al mes de la mujer con una muestra de su colección de obras pertenecientes a mujeres, A la conquista de la Luna. En la sala 33 se exhibirán piezas de Diana Dowek, Elba Bairon, Graciela Sacco, Liliana Porter, Mónica Millán, Noemí Gerstein y Raquel Forner. Esta muestra podrá visitarse desde hoy a las 19 hasta el 15 de abril.
En el texto de presentación firmado por Mariana Marchesi, directora artística del Museo, y por Andrés Duprat, su director ejecutivo puede leerse: Los discursos dominantes de la historia del arte fueron casi exclusivamente pensados desde una mirada masculina. Un posible correlato se materializa en la desproporcionada cantidad de obras realizadas por hombres que se encuentran en los museos. Más allá de una cuestión de números, este escenario lleva a reflexionar sobre la manera en que se comprenden las imágenes y cómo se construyen las reglas en el mundo del arte, aun en el presente.
A esta muestra se sumarán otras actividades paralelas. Mañana, 2 de marzo, y hasta el 18 habrá un apagón diario casi total. Por media hora sólo quedaran iluminadas las obras de las mujeres que pertenecen al Museo. De éstas y otras cuestiones dialogó Tiempo Argentino con la directora artística del Museo.
-Quisiera que me contaras acerca de la exposición de pinturas de mujeres que hará el Museo y sobre la actividad que tiene planificada en relación con el 8 M.
-El 1° de marzo inauguramos una muestra que forma parte de las actividades que vamos a desarrollar en el mes de la mujer. La muestra reúne algunas obras de la colección del Museo en que las participantes, obviamente, son todas artistas mujeres. La muestra se llama A la conquista de la luna que es un nombre tomado de una obra de Raquel Forner que estará expuesta. Es un nombre simbólico porque queríamos escaparnos de un título como Mujeres del Bellas Artes, por ejemplo. Además, nos unimos al colectivo Nosotras Proponemos para hacer el apagón en las colecciones de arte argentino y de arte del siglo XX del Museo, a partir del manifiesto de este colectivo en el que se plantean las inequidades dentro del ambiente del arte y la cultura. Es una manera simbólica y, a la vez, material y concreta, de hacer visibles esos números. Adherimos a esto desde el principio y por eso unimos esa propuesta a la nuestra. Todos los días entre el 2 y el 18 de marzo entre las 18 y las 18.30 se van a apagar las salas y sólo van a quedar iluminadas las obras de artistas mujeres que están incluidas en la colección. Lo mismo hará el Museo Sívori y esperamos que otros museos se sumen a la propuesta porque es una manera de llevar a una imagen bien palpable lo que los números indican, que es la poca representación de artistas mujeres que hay en todos los museos. Nosotros estamos haciendo un listados de las artistas de la colección y el número es realmente bajo.
-Pero el número no es proporcional a la producción artística de las mujeres.
-No, el número tiene que ver con la manera en que durante siglos se han articulado los discursos tanto desde la historia del arte como desde los museos. El lugar preponderante que han ocupado los hombres tiene que ver con los espacios que se les ha permitido ocupar a las mujeres dentro de los círculos de formación artística, dentro del mercado del arte, de las galerías. Por eso el discurso que escribimos con Andrés Duprat para la muestra comienza diciendo cómo los discursos dominantes en la historia del arte fueron pensados desde una mirada exclusivamente masculina. Desde los 70 ha comenzado a formularse la pregunta que todavía hoy es un estandarte y que es la pregunta de Linda Nochlin: por qué no hay mujeres artistas.
-Y si las hay les cuesta el doble que a los hombres hacerse visibles.
-Total y absolutamente y ahí se ve el problema de quiénes son los que administran las políticas y los significados en el mundo del arte. La pregunta que hay que hacerse no es cuál es el nivel de producción, sino cuánta visibilidad se le da. Por eso el apagón es muy interesante, porque permite ver de manera bien concreta este tema. Se están haciendo estudios sobre la cantidad de mujeres que han ganado el Premio Nacional del Salón en Buenos Aires y los porcentajes, que son bastante parejos, que las instituciones tienen de artistas mujeres y de artistas hombres.
-¿Con que criterio se organizó la exposición de obras de mujeres?
-Elegimos algunas obras que tienen que ver con la gran escala. A fines del siglo XIX y principios del XX la producción artística de la mujer estuvo muy vinculada a los géneros más intimistas como el retrato, el paisaje, la naturaleza muerta y no a la gran escala. Del mismo modo, hay muchos materiales que de manera naturalizada no se asocian a la producción de mujeres como los materiales industriales como el hierro y el acero. Incluimos esto en la muestra no sólo para señalar el problema, sino también para ver de qué forma solucionarlo, para pensar qué tendríamos que hacer de acá al futuro para que esto se modifique.
-De alguna manera es coherente que las mujeres hayan cultivado los géneros intimistas porque el lugar que se le atribuyó por excelencia fue la intimidad del hogar.
-Claro, eso tiene que ver con los espacios de formación que les eran permitidos. No se puede esperar que las mujeres encabecen la vanguardia si les vedan determinado tipo de prácticas. Hay cuestiones que se han naturalizado a partir de la visión dominante que es la masculina. Aún hoy, cuando pensamos que estas barreras se han derribado, cuando entramos en la estructura, en la composición de lo que desde las ciencias sociales se llama el campo, en este caso el campo artístico, vemos que hay cosas que no han cambiado tanto como pensamos. La mirada patriarcal es un tema social y cultural muy fuerte, de muy larga data y que probablemente va a llevar mucho tiempo cambiar. Pero es importante que se sepa que existe el tema y que se piense en cómo puede ser modificado.
-Pienso en una mujer como Lola Mora. La escultura parece un campo naturalmente masculino porque se supone que requiere fuerza física aunque ella demostró lo contrario.
-Es que en la escultura a gran escala son generalmente los ayudantes de taller los que llevan a gran tamaño lo que un escultor realiza en un modelo o en una maqueta. Por eso me gusta que se planteen preguntas, porque a partir de ellas comienza a verse la incongruencia de ciertos discursos.
-Claro, si las obras monumentales las concretan los ayudantes de taller, da lo mismo que sea un hombre o una mujer quien hace la maqueta.
-Exactamente, pero entonces hay que pensar a cuantas mujeres se les permitía acceder a los talleres de escultura a fines del siglo XIX y principios del XX. Hace poco, una persona mayor que estudió con Lucio Fontana y que está muy vinculada a este museo contaba que en los años 30 y 40 la Escuela de Bellas Artes estaba dividida en clases para hombres y para mujeres y que los mejores profesores los tenían los hombres. Con Fontana, con Maldonado y con todos los vanguardistas de entonces estudiaban los hombres. Y aquí también entra el tema de las mujeres de que muchas veces se autoimponían relegarse a un segundo plano aunque tuvieran talento, ayudando a desarrollar la carrera de los maridos. Aún hoy siguen existiendo este tipo de valores y prejuicios mal naturalizados. La idea del gran maestro, del artista genio, se basa en ideas patriarcales sobre las que también está estructurada la sociedad. En el manifiesto de Nosotras Proponemos se plantea que no es necesario ser hombre para reproducir este tipo de posturas.
-No soy especialista en el tema ni mucho menos, pero trato de pensar en mujeres muralistas, por ejemplo, y no recuerdo ningún nombre. No sé si no las hubo o fueron invisibilizadas.
-A veces en los proyectos colectivos los hombres quedan a la cabeza de iniciativas que han sido motorizadas por el trabajo de mujeres. Eso también es algo que sucede. Una artista que ha trabajado con el gran formato es Raquel Forner, de quien vamos a incluir una obra de 2 x 5 m. También vamos a incluir una obra de Diana Dowek que tiene 2 x 4,50. Luego están las obras de Mónica Millán y de Elba Bairon que justamente lo que hacen es transgredir los límites de los géneros más intimistas de los que hablé, y la obra de Noemí Gerstein con su constante trabajo con los materiales vinculados a la idea de lo industrial como el hierro y el acero. Otra de las grandes protagonistas de la muestra que motoriza nuestra propuesta es Graciela Sacco.
-¿Va a haber visitas guiadas y materiales complementarios?
-Va a haber material complementario, una campaña muy fuerte en las redes sociales, algunas visitas y guiadas que se van a acompañar con actividades como mesas de debate y programas públicos extra que acompañan siempre las muestras, aunque esto no está aún del todo cerrados. Lo que más nos interesa es que el visitante se lleve, además de los materiales del museo, una pregunta. En este caso, la pregunta es cuál es el lugar que ocupa de la mujer en el campo del arte y de la cultura.