«El que se apura pierde», le dijo el presidente Mauricio Macri a sus colaboradores más cercanos para delinear sus ambiciones electorales durante el tercer año de su mandato. El mensaje también fue dirigido a los oídos de la Unión Cívica Radical, que ya trabaja para formar parte de una nueva fórmula presidencial de Cambiemos, con el líder del PRO al frente del operativo por la reelección. En el caso de la Coalición Cívica, las aspiraciones no pasan por las cabezas de lista, sino por obtener mayores porciones de poder en los poroteos territoriales y especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, uno de los tres distritos, junto con la Provincia de Buenos Aires y la Nación, donde Cambiemos lanzará su campaña para ordenar la tropa de antemano. La orden para macristas, radicales y lilitos es trabajar, con las menores fisuras posibles, en dos ejes centrales para 2018: instalar la reelección de Macri, Larreta y María Eugenia Vidal, y defender la gestión del gobierno en un año que continuará con nuevos aumentos tarifarios, pocos augurios de reactivación económica y una política antiinflacionaria que, a pesar de las erráticas intervenciones del Banco Central, no logra domar la escalada de la paridad del dólar frente al peso.
Bajo la premisa presidencial de no acelerar los tiempos, en la Casa Rosada admiten que la primera señal de largada está prevista para agosto, cuando termine el Mundial Rusia 2018. En los mapas de arena que manejan en el primer piso de Balcarce 50, el desempeño de la Selección nacional será un elemento determinante en el humor social de la segunda mitad de este año. Si el desenlace del Mundial no es el mejor para la Argentina, la fecha de largada de candidatos podría postergarse, con un aparato electoral más concentrado en defender la nueva «agenda social» del gobierno, que en hablar de 2019. Además de los radicales, que ya anticiparon sus aspiraciones de quedarse con la candidatura a vicepresidente, el único que se apresuró, y desconoció la cautela de la Casa Rosada, fue el diputado y titular del bloque del PRO en la Cámara Baja, Nicolás Massot, que desnudó en un blooper televisivo la habitual honestidad brutal que tienen los escuderos del oficialismo cuando hablan bajo reserva de su identidad.
Este viernes, pocas horas antes del primer encuentro del Consejo Nacional del PRO y un día antes del primer timbreo nacional del oficialismo del que, paradójicamente, no participó el presidente, el diputado nacido en Córdoba creyó estar fuera del aire, en un panel del canal América 24, y dijo que Cambiemos se puede quedar «seis o diez años, pero después va a venir el Partido Justicialista reciclado. Espero que el peronismo pueda terminar esto que empezamos. No tengas dudas de que van a volver», dijo el joven macrista y comenzó a paralizarse cuando se dio cuenta de que seguía al aire en el programa de Antonio Laje. Hace un año, el sincericidio de Massot habría profundizado sus internas con el sector que conduce el jefe de Gabinete Marcos Peña, pero tan lejos de las ejecutivas de 2019, el mensaje del diputado terminó de blanquear la apuesta que alimenta la Casa Rosada con los gobernadores peronistas y con distintos senadores y diputados del bloque Argentina Federal, que intenta conducir el rionegrino Ángel Pichetto. La movida está en manos del ministro del Interior Rogelio Frigerio y del titular de la Cámara de Diputados Emilio Monzó, que no descartan incluir a sectores del peronismo en algunas internas provinciales, especialmente del norte del país. La alternativa que puso a Peña con los tapones de punta antes de octubre, ahora es compartida por las distintas vertientes del macrismo, que celebran la «oxigenación», que les prodigó la decisión de impulsar el debate sobre la legalización del aborto, antes del Paro Internacional de Mujeres del 8M, y la esperada aceptación de los gremios de la CGT del 15% para la paritaria 2018. En la Casa Rosada sostienen que «la nueva agenda» no tiene grandes secretos, sino que estará ceñida a los puntos que enunció Macri ante la Asamblea Legislativa. Además del aborto, y del plan nacional sobre embarazo adolescente no deseado, el gobierno prepara el proyecto para combatir la obesidad infantil, en un país con una pobreza que no baja del 30% y con una inflación que transforma el acceso a los alimentos de primera necesidad en una lucha cotidiana para los sectores más golpeados por el ajuste.
La alquimia diseñada para sobrevolar los grises de una economía cada vez más excluyente será un cambio de estrategia comunicacional, que ya está en marcha: «Una agenda social sin escaparle a lo económico», resumió un alto funcionario de la Casa Rosada. La mediación de ese mensaje estará definida por la búsqueda de una mayor cercanía en la calle: «Vamos a recorrer cada rincón del país. Queremos conocer tu historia y tus expectativas para este año. Cada historia es importante para que, entre todos, hagamos el país que nos merecemos», remarcó Cambiemos en su nuevo despliegue territorial de marketing directo. «