Los dirigentes de Cambiemos se pueden distinguir entre los que tratan de expresarse de modo políticamente correcto y aquellos que no tienen bozal. El intendente oficialista del PRO en Mar del Plata, la ciudad balnearia más importante del país, Carlos Fernando Arroyo, pertenece al segundo grupo.
Aunque no es la primera vez que descerraja declaraciones en favor de la dictadura de 1976, de la que fue funcionario como interventor sindical, no para de sorprender con sus declaraciones y acciones autoritarias. En esta ocasión durante un acto en un Centro de operaciones policial en el que confirmó la llegada de fuerzas federales a la ciudad, convirtiéndola en uno de los distritos con mayor cantidad de fuerzas. Para completar su mensaje y la profundidad de su análisis sobre un tema tan delicado expresó: Queremos terminar con el malviviente.
La lucha contra la inseguridad continúa siendo el caballito de batalla del gobierno para desplegar fuerzas de seguridad en el espacio público. Arroyo, en un acto de sincericidio dijo: Le diría a los delincuentes que vayan pensando en irse. Queremos lograr que el vecino de Mar del Plata vuelva a ser el vecino feliz de hace 40 años, que podía caminar por la calle con tranquilidad e ir a cualquier lugar. Esta frase, expresada por el máximo funcionario de la ciudad, da que temer respecto de las órdenes que recibirán los policías para actuar en la ciudad.
Además de expresar que los argentinos eran más felices durante la dictadura que en democracia, la que le permitió llegar a su cargo actual, el ex carapintada Arroyo cuenta en su repertorio político haber sido candidato de Luis Abelardo Patti hoy condenado por delitos de lesa humanidad. Y entre sus posturas políticas, además de fervoroso defensor del Proceso, se destacan su oposición en contra del matrimonio igualitario y su intentó de prohibir las murgas.
Arroyo fue también denunciado el año pasado por discriminación ante el INADI por el Centro de Residentes Bolivianos de Mar del Plata Don Pedro Domingo Murillo por relacionar el delito con la presencia de esa comunidad en el país. Sus dichos fueron que a la Argentina «entra cualquiera con cualquier cosa. Todos de la misma nacionalidad y son todos expertos en cultivar coca, por ejemplo, que no quiero nombrar al país para no hacer distinciones pero usted se imagina.