Los acontecimientos se precipitan, se suceden como pantallas de videojuego. Hasta las victorias electorales que se trabajaron mucho, como la que acaba de conseguir el Frente de Todos, pueden verse casi consumidas en pocas horas por el vértigo de un país en crisis. Pero este domingo hubo ganadores. Alberto Fernández es el presidente electo. Hubo festejos a puro frenesí a lo largo de la ciudad, con epicentro en el barrio de Chacarita –sede del búnker triunfante- y desde allí hacia el centro por la avenida Corrientes. Para una mayoría de argentinos, al menos el 48%, hubo, por fin, alivio. Una suerte de descarga que encontró su momento más esperado cuando, exactamente a las 23:10, Fernández volvió a ser presentado por su compañera de fórmula, Cristina Fernández, como había sucedido en el cierre de campaña en Mar del Plata. CFK le tendió el micrófono. Esta vez ya como próximo jefe de Estado. Sin demasiado tiempo para nada, Fernández (“Albertoooo”, para los simpatizantes que ocupaban las instalaciones del Art Media Center) tuvo que abocarse sin demoras a la transición que arrancó este mismo domingo y que culminará el día del traspaso del mando. 

“Mañana (por este lunes), como anunció el presidente Macri, me reuniré con él y empezaremos a hablar del tiempo que queda y empezaremos a ver cómo transcurrimos el tiempo que nos queda sabiendo que hasta el 10 de diciembre el presidente es Macri. Pero, por supuesto, vamos a colaborar en todo lo que podamos colaborar porque lo único que nos preocupa es que los argentinos dejen de sufrir de una vez por todas”, fue la primera definición fuerte que lanzó Fernández en su discurso como presidente electo.  

Lo hizo en medio de muestras de afecto, calor extremo y rostros de gente cercana, como el de su hijo Estanislao, que no ocultaban la emoción. En el palco también estaban su mujer, la periodista y actriz Fabiola Yañez; otras personas de su entorno familiar; más un grupo de personalidades de los Derechos Humanos como Estela Carlotto y Buscarita Roa, de Abuelas; Taty Almeida, de Madres Línea Fundadora, y Lita Boitano, de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas. En el palco lo acompañaban los principales dirigentes del Frente de Todos: entre ellos CFK y el gobernador bonaerense electo Axel Kicillof.

La propia Cristina había preparado el clima para la transición institucional que a partir de este lunes tendrá a Macri y Fernández como absolutos protagonistas. (Un Macri que a pesar de ser derrotado hizo una elección mucho mejor de la esperada. Aunque eso no significa que su rol de jefe de la oposición esté necesariamente consolidado: cuando un dirigente no ofrece perspectiva de triunfos en el futuro su ascendencia sobre los propios empieza a deteriorarse inexorablemente.) La vicepresidenta electa de la Argentina, en suma,  se había dirigido personalmente a Macri con palabras muy duras.  Era el tono de una advertencia pública que tenía como testigos a millones de argentinos, con todas las cadenas de televisión transmitiendo en vivo.

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(Foto: Diego Martinez)

“Le voy a pedir en mi carácter de ex presidenta constitucional durante dos mandatos en este país que por favor, hasta el 10 de diciembre, como yo lo hice hasta el 9 de diciembre que me tocó traspasar el poder, que por favor tome todas las medidas que deba tomar para aligerar la situación dramática que se está viviendo en la Argentina. Es su responsabilidad. Los presidentes son presidentes desde el primer día que asumen hasta el último día en que se van. Eso es parte de la responsabilidad institucional y democrática de su cargo. Por eso, señor presidente, hasta el 10 de diciembre ejerza su responsabilidad cuidando el patrimonio del pueblo y de la nación. Porque este hombre (por Alberto Fernández), que va a asumir el 10 de diciembre, requiere del esfuerzo de todos”, señaló Cristina en un tono muy enérgico.

Otro párrafo muy importante del discurso de CFK reflejó que la próxima titular del Senado y vicepresidenta en ejercicio se propone ejercer el rol de garante de la unidad del espacio nacional-popular, una unidad que en los próximos cuatro años será imprescindible para sostener la mayoría electoral. “Quiero pedirles a todos los hombres y mujeres que hoy están aquí, de distintas vertientes del campo nacional, popular y democrático, que por favor nunca más rompan la unidad que se requiere para enfrentar los proyectos neoliberales que tanto dolor causaron”, exhortó en lo que fue leído como una demostración de compromiso y cuidado de la gobernabilidad ante el inicio de un proceso que sin duda será muy difícil. El pedido público de Cristina fue reconocido con aplausos por todas las figuras públicas que estaban en el palco: eran Máximo Kirchner, Sergio Massa y Malena Galmarini; Eduardo ‘Wado’ De Pedro, Verónica Magario, Andrés Larroque, Luana Volnovich; Cristina Álvarez Rodríguez, Leo Grosso, Vanesa Siley y José Luis Gioja; los dirigentes Carlos Selva,  Mirta Tundis y Cecilia Moreau,  los últimos tres provenientes del massismo, entre otros. La diversidad del Frente de Todos estaba allí representada: no tardó en escucharse la marcha peronista  y Cristina dirigió el micrófono hacia las primeras filas de la multitud, como si quisiera amplificar el sonido.

Ser conscientes

El discurso de Fernández concluyó una jornada que había comenzado mucho antes. Una noche larga que pasó de la euforia inicial a cierto nerviosismo cuando los números de la ventaja sobre el macrismo se mostraron mucho más estrechos de lo que la gran mayoría esperaba. En su discurso, el futuro mandatario del país no profundizó demasiado en el relato del estado catastrófico en el que encontrará a la Argentina al asumir la presidencia. Buena parte de esa tarea la había hecho Kicillof. El ganador del duelo con María Eugenia Vidal había puesto el foco sobre el crecimiento del  endeudamiento en relación con el PBI entre 2015 y 2019; la duplicación del desempleo; el cierre de comercios y PYMES industriales y la multiplicación de la deuda en moneda extranjera del Estado bonaerense (de 9000 millones a 12000 millones de dólares)

En el tramo final de su mensaje, Fernández complementó la vocación dialoguista propia de toda transición con un duro llamado al macrismo a hacerse cargo de los pésimos resultados de su gestión. “Ojalá que quienes sean nuestros opositores sean conscientes de lo que han dejado”, cargó. Y agregó: “Hoy el gobierno volvió a estar en manos de la gente”.

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(Foto: Frente de Todos)

Mientras el presidente electo pronunciaba esas palabras por detrás de los oradores, en las pantallas que funcionaban como parte del decorado y la escenografía, se leía la frase “Gracias a todos” y se observaban los números finales del escrutinio provisorio en la disputa por la Presidencia: 48% Frente de Todos versus 40% Juntos por el Cambio. La diferencia de ocho puntos que rápidamente fue motivo de análisis y evaluaciones, sobre todo a la hora de pensar la transición que ya está en marcha. Esa distancia significativa pero no apabullante será, también, clave para entender la correlación de fuerzas de la que partirá Fernández al encarar las negociaciones y pujas con corporaciones y grandes empresas, o la realización de un Pacto Social para estabilizar precios y salarios por un período determinado.

La noche concluyó con la aparición de Kicillof, CFK y Fernández en un escenario bastante alto que se había montado sobre la avenida Corrientes, entre las calles Concepción Arenal y Dorrego. Frente a una concentración enfervorizada y que se extendía por las calles laterales, Cristina aprovechó para dejar sentada la posición del Frente de Todos con respecto a las recientes elecciones en Bolivia. Reconoció sin vacilaciones el triunfo de Evo Morales, discutido por la derecha sudamericana. El final quedó a cargo del presidente electo. Fernández recordó que el domingo 27 de octubre era también la fecha de cumpleaños de Luiz Inácio Lula Da Silva. “Hoy cumple años Lula, ¡Lula libre! Que nos escuche la región: nosotros queremos seguir pidiendo por su libertad”, remarcó el futuro presidente argentino. Un rato antes, al iniciar su discurso en el búnker, había dedicado unas palabras a Néstor Kirchner.

Antes de despedirse, Fernández llamó a la multitud a disfrutar con la arenga más desafiante de la jornada. “Hace cuatro años que decían ‘no vuelven más, no vuelven más’. Pero una noche volvimos, y vamos a ser mejores”, provocó en lo que fue la ocurrencia más aplaudida de su discurso. Era una cita al tango Volvió una noche, de Gardel y Alfredo Le Pera.