El discurso que pronunció el consejero Juan González ante el Eurasia Group para respaldar a la Argentina en la negociación con el Fondo Monetario Internacional provocó alivio en Buenos Aires y en la misión que estaba en Washington para ordenar el tramo más crítico de la renegociación de la deuda. El consejero para América Latina del presidente Joe Biden eligió a una consultora de lobby financiero global para despejar dudas y asegurar que, a su modo, la administración demócrata jugaría algunas fichas a favor del gobierno de Alberto Fernández. El gesto de González, según supo este diario, fue interpretado en el Gobierno como el primer fruto público de las gestiones reservadas que llevan adelante el embajador argentino ante ese país, Jorge Argüello, y el ministro de Economía, Martín Guzmán sobre la Casa Blanca, el Departamento del Tesoro y subdirector del FMI, que representa a EE UU, David Lipton.
Sin embargo, le queda largo camino de cabildeo al gobierno argentino, que trabaja con velocidad para lograr una cumbre con Biden.
Al menos hasta ahora, las gestiones de Argüello, Guzmán, y del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, fueron la previa del mensaje que lanzó González. Retumbó en Wall Street tres días antes del pronunciamiento que este viernes firmaron la subdirectora del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Julie Kozack y el jefe de la misión para Argentina, Luis Cubeddu. El comunicado habló de “avances en el trabajo técnico” con los funcionarios argentinos “como parte de sus discusiones para alcanzar un programa respaldado” por el organismo.
El texto sembró señales sobre un principio de acuerdo, pero no aportó más detalles. Además, indicó que hace falta “un enfoque múltiple que implique una reducción del financiamiento monetario del déficit fiscal, una política monetaria adecuada con tasas de interés reales positivas y una coordinación de precios y salarios”.
Una alta fuente de la Cancillería confió a Tiempo que el pronunciamiento generó alivio en el Gobierno respecto a la letra chica de la negociación. “El comunicado está bien, pero hay que esperar y ser muy prudentes. Tenemos expectativas de que la negociación se acomode en enero”, aseguró el funcionario consultado por este diario.
La precisión revela que los tiempos más calientes de la negociación con el FMI trascurrirán después de que haya pasado el receso invernal de fin de año en los Estados Unidos. Si se concretan esos pronósticos, un posible desenlace de la negociación se concretaría cerca de los dos vencimientos más importantes que tiene que pagar Argentina en febrero y marzo para no caer en virtual default.
En esa línea de tiempo, Fernández retomará su agenda diplomática que hasta ahora viene muy atada a la negociación con el FMI. La misión de funcionarios argentinos regresa a Buenos Aires este domingo y todavía quedan diez días hasta que se conozcan decisiones clave, como la utilización que le permitan hacer a países sobre endeudados, como Argentina, de los Derechos Especiales de Giro (DEG) que no utilicen algunos países centrales y la revisión “expost” que hará el organismo antes del receso invernal.
Mientras sigue esa agenda, Fernández deberá afrontar una nueva negociación en el Mercosur, ante el planteo de Uruguay de bajar el arancel externo por fuera de los estándares comunes. “No hay nada en juego, arreglamos con Brasil llevar el arancel al 10%”, explicaron en el Palacio San Martín, aunque todavía se desconoce a qué productos alcanza. Las rondas comenzarán este martes, pero suceden en la previa de las negociaciones que lleva Uruguay con China para firmar un acuerdo de libre comercio por fuera del Mercosur. En ese contexto de tironeo regional, Fernández siguió caminando por la delicada cornisa de la relación bilateral con Washington. Este viernes, participó de la Cumbre por la Democracia impulsada por Biden para profundizar su distanciamiento con China.
Fernández no eludió la invitación. Planteó su desacuerdo por dejar afuera a Bolivia y cuestionó el apoyo de la OEA en el golpe de Estado que derivó en la renuncia del presidente Evo Morales. No mencionó sus críticas contra la decisión de Biden de dejar a China afuera de la cumbre. Resta saber cómo evolucionará el plan del presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, respaldado por toda la oposición a su gobierno, de pactar con la mayor potencia oriental en un momento donde Washington aprieta más fuerte en la región para limitar su influencia.
En Montevideo hablaban de cerrar ese acuerdo antes de fin de año y la disputa en el Mercosur es la foto previa de un tironeo que también pondrá a prueba la capacidad de Argentina para cinturear sobre ese equilibro en medio de la negociación con el Fondo.
Para oxigenar su agenda, Cancillería prepara un itinerario diplomático muy activo mientras transcurre el desenlace de la negociación de la deuda. “Tenemos muchas invitaciones dando vueltas para visitar distintos países”, explicaron cerca del canciller, Santiago Cafiero, para anticipar que el presidente retomará la agenda internacional. La invitación más reciente se la mandó la Casa Blanca para que participe de la próxima cumbre de la Alianza del Pacífico, que comenzó este sábado en Cartagena de Indias, Colombia, y termina el lunes. La fuente consultada no aportó detalles sobre un posible viaje de Fernández para encontrarse con Biden en el marco de la alianza que mantiene el país anfitrión con Chile, Perú y México. Pero Cartagena es parte de las escalas que analizó el Palacio San Martín para que se concrete una cumbre con el mandatario estadounidense antes de que termine la negociación con el FMI. «