“Caímos tarde”. La crítica que entonaron varios funcionarios llegó horas después de que el Senado definiera la destitución de Edgardo Kueider de la Cámara Alta. Esta autoflagelación, de las primeras que se expone en más de un año de gestión, no fue sólo una respuesta rápida para admitir que el gobierno cayó en la trampa del peronismo y le entregó con moño una nueva banca. Es que esta semana, además, la gestión de Javier Milei dejó sobradas evidencias de su cada vez más entrenada capacidad de autodestrucción ante situaciones adversas.
La destitución del ahora exsenador abrió un nuevo capítulo en las internas del mileísmo. El rol que adoptó Victoria Villarruel -primero habilitando la sesión y luego manifestando su imposibilidad de negociar con la oposición para que el entrerriano no sea eyectado de su banca-, es más que cuestionado dentro del oficialismo. A esto, además, se sumó un entramado de versiones encontradas sobre el horario de notificación del viaje presidencial a Italia, una amenaza que coquetea con poner en duda la validez jurídica de la extensa sesión del jueves pasado.
Según establece la Constitución en su artículo 88 y la Ley de Acefalía 20.972, la ausencia del presidente del territorio nacional dispone la entrega de manera inmediata de los atributos al segundo en la línea sucesoria. Esta delegación de la investidura dispone, en este caso a Villarruel, el ejercicio del Poder Ejecutivo y prohíbe su ejercicio dentro del Senado para evitar el choque de poderes. La norma establece que el traspaso debe quedar registrado en un acta constatada por el escribano general de la Nación, silla que hoy ocupa Martín Rodríguez Giesso.
A pesar de las formalidades, los usos y costumbres establecen que una vez que el presidente sale del país, quien ejerce la vicepresidencia queda inhabilitado para presidir la sesión legislativa. No ocurrió. La castrense no sólo condujo al Senado en las más de cinco horas que duró la actividad parlamentaria, además se dio por notificada del viaje del presidente pasadas las 19 hs de ese jueves, cuando la banca de Kueider ya había sido ejecutada. En Casa Rosada estallaron de furia.
El primero en dar luz al tema fue el senador Juan Carlos Pagotto, hombre cercano a Karina Milei y a sus coterráneos Martín y Eduardo “Lule” Menem. El riojano dijo en una entrevista horas después de la sesión que la misma podría ser “anulable” y cuestionó a la vicepresidenta por no estar al tanto del viaje de su compañero de fórmula. A él se plegó la envalentonada orga digital del oficialismo, deseosa de poder salvar a su líder de un nuevo fracaso. El propio Kueider, incluso, aprovechó la ocasión y presentó él mismo el pedido para anular la sesión. Con el tema instalado, en el gobierno redoblaron la apuesta.
A primera hora del viernes, el área de comunicación institucional del oficialismo dejó trascender una captura de pantalla de un chat de WhatsApp entre un colaborador del presidente y Guadalupe Jones, secretaria privada de Victoria Villarruel. Aquella reducida conversación exponía que en el Senado fueron notificados el martes -cuarenta y ocho horas antes de la sesión- del viaje de Javier Milei previsto para el mediodía del 12 de diciembre. También se encargaron de hacer saber que Rodríguez Giesso se habría apersonado en el Senado en las primeras horas de la tarde para hacerle firmar el acta a Villarruel y que uno de sus colaboradores le habría pedido que se retire porque “ya se encontraba en sesión.”
Del lado de la vicepresidenta desmienten con énfasis el relato oficialista. “Nos enteramos después de la sesión que el presidente viajaba. El escribano vino a ver a Victoria a las 18:40 del jueves, antes de esa hora, no estábamos al tanto de nada. Caer tan bajo para mostrar el chat de una secretaria habla más de ellos que de nosotros”, dijeron furiosos desde el círculo de Villarruel. Aunque por el momento la estrategia será no confrontar, en el Senado están convencidos de que estas acusaciones forman parte de una nueva embestida de Karina Milei contra la vice, con quien mantiene un vínculo de absoluta tensión desde el cierre de listas del 2023.
Si bien en la mesa chica del oficialismo hay consenso para cercar cada vez más a la vicepresidenta, la filtración del intercambio de mensajes privados no fue bien recibida en todos los sectores del gobierno. “Que nosotros filtremos una captura de pantalla habilita al resto a hacer lo mismo con nosotros y nos puede salir mal”, reflexionó ante Tiempo una fuente con vínculo directo con Milei.
Esta no es la primera vez que hay choques en el círculo íntimo del presidente. Aunque todavía silenciosa, la más palpable es la que protagonizan ni más ni menos que Santiago Caputo y Karina Milei. Como contó este medio ediciones pasadas, la tensión entre las otras dos patas del Triángulo de Hierro descansa en el manejo de la lapicera de la militancia oficialista. Mientras la hermana presidencial avanza con la decisión de apoyar a la juventud ligada íntegramente a La Libertad Avanza, en el Salón Martín Fierro hay particular interés en posicionar a Las Fuerzas del Cielo como comandantes en jefe de la batalla juvenil. Por ahora, los roces se mantienen por encima del cinturón.
A pesar de los desencuentros, en el oficialismo adelantaron que no pedirán la nulidad de la sesión, puesto que los votos para destituir al entrerriano volverían a juntarse con la misma rapidez que esta semana y el gobierno obtendría dos derrotas al hilo que opacarían el envalentonamiento que les habilitan las mediciones de humor social. “Es pegarse un tiro en los pies”, reflexionaron en un iluminado despacho.
En contraposición, insisten en que la oficialización de la salida de Kueider se dio por obra y gracia de Mauricio Macri. “Desde el miércoles que Luis Juez está operando contra el proyecto. El pedido de desafueros que hizo Sandra Arroyo Salgado el jueves forma parte de la misma cadena de devolución de favores”, reconstruyen desde Balcarce 50. Para la misma fuente, el ex presidente inició un “operativo venganza” por la negativa de Caputo y Karina de entregarle áreas estratégicas del gobierno al calabrés. Lejos de achicarse, las fuerzas libertarias cantan retruco. “Si se acabó la República, aprovechemos”, dicen sin pudor mientras confeccionan en su mente la lista de legisladores que podrían ser removidos por tener causas y condenas judiciales. Cristian Ritondo, principal alfil del expresidente, incluido. «