El proyecto del Presupuesto 2017 se debate en la Cámara de Diputados y el recinto muestra un oficialismo confiado porque tiene los votos suficientes fruto de las concesiones de obras para las diferentes provincias como moneda de cambio. El texto, que en definitiva es la expresión más cruda del proyecto político y económico del gobierno de Mauricio Macri, prevé un endeudamiento que supera los 40 mil millones de dólares y, como si fuera poco, un déficit del 4,2 por ciento.
El presidente de la comisión de Presupuesto, el macrista Luciano Laspina, aseguró que este presupuesto es el más federal de los últimos años. Una afirmación que está absolutamente relacionado con la cantidad de obras públicas que prometieron para las provincias a cambio de que los votos sean a favor del texto normativo. Este proyecto pone énfasis en la situación social y la mayoría reconoce que es un presupuesto que no ha buscado el ajuste, como en algún momento pensaban, y enfatiza el estado social en un país que nos enteramos que uno de cada tres argentinos está por debajo de la línea de pobreza, indicó olvidando devaluación, inflación y los cientos de miles de despidos que se produjeron en los once meses de gobierno.
La jornada parlamentaria, cargada de temas económicos, obligó a que el diputado del FPV, Axel Kicillof, sea la voz más escuchada de su bloque. En lo que hace al Presupuesto, el ex ministro de Economía no escatimó críticas al sostener que en principio es una mentira porque va en el sentido contrario de todo lo que prometió durante la campaña electoral e indicó que la única política exitosa que tuvo hasta ahora el gobierno de Macri fue el sobreendeudamiento que duplicó el monto de deuda externa que tenía el país cuando la crisis de 2001. El legislador rechazó el concepto de federal que Laspina le endilgó al proyecto al sostener: Es un presupuesto del ajuste, unitario y regresivo desde el término de distribución del ingreso, es preciso cerrar los números pero con la gente adentro.
El diputado del Frente Renovador Marco Lavagna desarrolló su discurso con la vieja fórmula de una de cal y otra de arena. Primero agradeció la buena voluntad de Laspina, del presidente del bloque del PRO, Nicolás Massot, y el presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó, para consensuar las 20 modificaciones que le hicieron al texto original. A la hora de criticar tampoco fue muy agudo. Es un presupuesto más real, pero va a depender de si aplica pragmatismo electoral o no para ver cómo cierran las cuentas al final del año próximo, dijo y agregó que este gobierno parecería estar inclinado al endeudamiento externo.
En tanto, el líder del Bloque Justicialista, Diego Bossio, resaltó la caída de siete puntos en el salario real, también del consumo y de la actividad industrial por lo que consideró que se debe trabajar en pos un Estado no más grande, ni más chico, sino mejor, más inteligente, que tenga la voluntad política de poder avanzar en las verdaderas transformaciones. Más allá de críticas suaves o fuertes, ambas bancadas van a acompañar el proyecto del oficialismo.
Por su parte, la única diputada del partido GEN, Margarita Stolbizer, indicó que de la lectura del proyecto se puede deducir que el gobierno ha elegido el camino del gradualismo fiscal y no del shock económico que muchos grupos económicos estaban impulsado. Esto minimiza el impacto social de la herencia recibida, dijo la legisladora que acompañará la iniciativa.
Una vez que se vote el proyecto pasará a la Cámara alta. El macrismo ya acordó con el senador que representa al oficialismo del gobierno de turno, Miguel Pichetto, para debatirlo y aprobarlo el próximo 30 de noviembre.
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