Este lunes el presidente Mauricio Macri cumplirá la primera s.emana desde que el ex secretario de Obras Públicas José López se transformó en una “verdadera inflexión” para su gobierno.  Hace seis días la gobernadora bonerense, María Eugenia Vidal, le informó en plena reunión de Gabinete que el ex número dos de Julio De Vido había sido detenido “in fraganti” por la Policía Bonaerense tratando de esconder varios bolsos con dólares en un convento. Ha pasado casi una semana desde entonces: “Josecito” está detenido en un pabellón psiquiátrico hasta que los médicos definan si está en condiciones de declarar, pero la misma imagen que provoca picos de fervor dentro de la Casa Rosada también reactivó algunas investigaciones penales que, lejos de preocupar al gobierno, duplican sus proyecciones sobre la posibilidad de “surfear” un segundo semestre tan amargo en términos económicos como el primero, pero con “el peronismo más dividido que antes, con el kirchnerismo muy golpeado por este escándalo y con un proceso de reorganización interna del PJ donde existen posibilidades de contar con una oposición más responsable”.
Ante la vorágine del caso, y las posibles implicancias penales del futuro inmediato, la lectura que circula en Casa Rosada puede envejecer más rápido de lo deseado. Dentro del mismo gobierno, pero en su ala más política, apuestan a un “previsible crecimiento del Frente Renovador” con Sergio Massa a la cabeza, porque ahora cuenta, según los ojos del PRO, “con una gran chance de transformarse en uno de los pescadores ganadores dentro del río revuelto del kirchnerismo y del peronismo luego del impacto de este escándalo”. En el análisis de la mesa política del presidente la lectura sobre Massa y su posible acercamiento con el senador Miguel Pichetto puede erigir al ex titular de la Anses y diputado Diego Bossio como “una de las espadas del peronismo para las elecciones del año que viene, pero sin los K”. El macrismo no se mira afuera de ese espejo, porque su apuesta dentro del mismo PJ es el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, que esta semana recibió al presidente para participar juntos de un solemne y acartonado homenaje a Martín Miguel de Güemes.
Desde que Macri llegó a la presidencia uno de sus principales objetivos políticos fue mantener y profundizar la división interna del peronismo a partir de la derrota de Daniel Scioli como referente del kirchnerismo. Una de esas llaves, dentro del Poder Ejecutivo, fue el desguace del Ministerio de Planificación Federal que tuvo en sus manos Julio De Vido. La parte de obras públicas y vivienda está en poder del actual ministro del Interior, Rogelio Frigerio, una cartera política que, además de mantener el vínculo financiero con las provincias, maneja el cronómetro de pagos y licitaciones de la obra pública a nivel federal. Cuentan en su entorno que apenas asumió el cargo, antes de destrabar los pagos millonarios que habían quedado de la gestión anterior, hizo tres denuncias penales contra los ex funcionarios que pasaron por Planificación Federal. “Cuando llegamos no encontramos un solo papel y cuando empezamos a auditar todo, descubrimos algunas cosas que ahora están en manos de la Justicia”, revelan desde el mismo ministerio cuyo titular recibió esta semana a los capitanes de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO) para redefinir los términos de la relación entre el Estado y sus poderosos proveedores de obras públicas.
De ahí surge la precaución que exhuman algunos habitantes de la Casa Rosada, porque José López, el ex secretario de Obras Públicas que compartieron Néstor y Cristina Kirchner, no fue un intelocutor desconocido para el entonces alcalde Macri y mucho menos para parte de su entorno más cercano, como el empresario Angelo Calcaterra, que opera las empresas que tuvo Mauricio desde 2007 y para el amigo presidencial Nicolás Caputo que ya logró desprenderse de su empresa SES SA, famosa por los 1600 millones que embolsó en la Ciudad y por una cifra similar que acumuló en obras entregadas por López. Hay algunas, a favor de IECSA, que datan de otra era, cuando Macri todavía estaba al frente esas empresas.
La más famosa, y menos mencionada estos días dentro de la Rosada es la licitación 06/04, que implicaba una inversión inicial de 65 millones de pesos para la “construccion, equipamiento y puesta en marcha del Hospital Interzonal El Cruce” de Florencio Varela. Los trabajos quedaron en manos de la UTE “IECSA SA-SUPERCEMENTO SAIC-CALCATERRA SACIFIYC”, cuando Macri todavía no había transferido sus empresas a Angelo. Según un informe de la Auditoría General de la Nación, la obra ganada tuvo redeterminaciones de precios que implicaron un precio final de 106.566.867 pesos, es decir, un incremento de 41 millones sobre el monto original de la licitación.  
«No cabe ninguna duda de que Néstor y Cristina son responsables políticos de que el secretario de Obras Públicas de sus tres gobiernos termine poniendo una bolsa de 10 millones de dólares por arriba de un muro», disparó ayer el jefe de Gabinete, Marcos Peña, mientras que Macri opinó en un reportaje desde Salta que las vinculaciones con su primo son «de las cosas más creativas que escuché en mi vida, pero ellos son capaces de decir cualquier cosa», recriminó, poco después de que se conociera que la segunda y tercera etapa de las refacciones de la basílica de Luján, habían quedado en manos de Crearurban SA, del grupo ODS, pertenecientes al primo Angelo. Las dos etapas implicaron una facturación de 127 millones, sin contar la construcción total de hospital interzonal de Florencio Varela que lleva el nombre del ex presidente Néstor Kirchner y que fue desarrollado por IECSA SA, entonces en manos del propio Mauricio, mucho antes de que Franco Macri. Por entonces “Josecito” era un gran conocido de todos. «