El genocida Santiago Omar Riveros, ex comandante de Institutos Militares de Campo de Mayo y a cargo de la Zona de Defensa IV durante la última dictadura cívico-militar, quedó al borde de la libertad a pesar de las numerosas condenas en su contra por crímenes de lesa humanidad.
Los pedidos de libertad condicional de Riveros llevan varios meses en trámite. En 2019, a Riveros se le unificaron las condenas en una única pena de prisión perpetua y en julio del año pasado su defensa solicitó la libertad por considerar que ya había cumplido 20 años de esa pena.
Luego de una audiencia en la que las víctimas y querellantes manifestaron su rechazo a la decisión, la jueza Silvina Mayorga del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín falló en contra del pedido fundada en el riesgo que supondría para familiares y sobrevivientes su liberación.
La defensa de Riveros llevó el caso hasta la Cámara Federal de Casación Penal y a comienzos de abril la Sala II, integrada por los jueces Carlos Mahiques, Guillermo Yacobucci y Angela Ledesma, revirtió el fallo y ordenó al TOF 1 de San Martín redactar un nuevo fallo.
Con la firma de Mayorga, el nuevo fallo “concede -de acuerdo a los lineamientos establecidos por la Sala II de la Cámara Federal de Casación Penal en la resolución del 7 de abril de 2022- la libertad condicional a Santiago Omar Riveros” y ordena el retiro de la tobillera electrónica que tenía Riveros en el marco de su prisión domiciliaria.
Por ahora esta decisión no se hará efectiva ya que se encuentra detenido por el Tribunal Oral Federal 3 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la causa por apropiación de niños en el Hospital Militar de Campo de Mayo por la que en 2018 recibió una pena de 45 años de prisión por el secuestro y tormentos de seis mujeres y la sustracción de sus hijos e hijas.
Como jefe de la zona de Defensa IV, Riveros fue la máxima autoridad militar en la zona norte y oeste del conurbano bonaerense y llegaba hasta Zárate y Campana y de él dependían los centros clandestinos de detención que funcionaron allí, como El Campito de Campo de Mayo, donde el comando tenía su sede, y la maternidad clandestina que funcionó en el Hospital Militar de esa guarnición.
La participación de Riveros en estos crímenes es innegable y fue confesada por él mismo en febrero de 1980 en un discurso ante la Junta Interamericana de Defensa (JID), en Washington, en el que aseguró: «Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores. Nunca necesitamos, como se nos acusa, de organismos paramilitares. Esta guerra la condujeron los generales de cada fuerza. La guerra fue conducida por la Junta Militar de mi país, a través de sus estados mayores».
Desde 2009, cuando recibió prisión perpetua por el secuestro y asesinato de Floreal “Negrito” Avellaneda, ya fue condenado en casi una veintena de juicios: en todos los que se hicieron por la megacausa Campo de Mayo, así como en el de Plan Sistemático de Robo de Bebés o el más reciente Chavanne – Grassi.
Actualmente está imputado en varias causas que se encuentran en instrucción y está acusado por crímenes de lesa humanidad en dos juicios que están en etapa de alegatos: Megacausa Campo de Mayo, que acumula varios expedientes por delitos cometidos contra 350 personas, y Vuelos de Campo de Mayo.