Gerardo Morales busca aniquilar política y físicamente a Milagro Sala. Esto no es nada nuevo, pero en estos años y, sobre todo, en estos días ha quedado más en evidencia que nunca.
Esta semana, la carta que escribió el gobernador tras la visita del presidente Alberto Fernández a Milagro Sala fue lo que podríamos denominar una verdadera confesión. «Reafirmo mi convicción humanista y mis deseos de pronta recuperación para que la señora Milagro Sala siga cumpliendo sus condenas en una cárcel común», escribió con un nivel de hipocresía que a nadie sorprende.
Claramente, como lo sostenemos desde hace tiempo, quien está detrás del operativo impulsado por el Ministerio Público de la Acusación para que Milagro sea llevada a una cárcel común es el propio Gerardo Morales. Esto, sin importar que implicaría la violación de tratados internacionales con rango constitucional y hasta un desconocimiento de lo dispuesto por la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación -incluso la misma que desde hace más dos años sigue sin resolver el expediente Pibes Villeros-.
Nota al margen, este defensor no tiene ninguna expectativa en lo que pueda dictar el máximo tribunal del país, que claramente juega más como un partido judicial que como el garante del Estado de derecho.
Por otra parte, hay que decir que nunca más cierta la frase «pegarle al chancho para que aparezca el dueño». Mientras Fernández en su visita criticó el accionar del Poder Judicial, ningún juez o fiscal salió a responderle. Sí lo hizo el titular del Poder Ejecutivo provincial. «Más claro, echale agua». En su carta al Presidente, además, Morales sigue estigmatizando y culpando a la dirigente social de asesinatos y otros delitos por los que no fue condenada, a pesar de tener a gran parte del Poder Judicial sometido ante la amenaza de juicio político, tal como quedó demostrado en estos meses con el Superior Tribunal de Justicia.
Tres jueces ya renunciaron, incluso Beatriz Altamirano, que fue puesta a dedo por el gobernador apenas inició su mandato y que, evidentemente, ya no le podría garantizar los fallos que él necesita.
Este jueves, el odio de Morales y la perversidad del Poder Judicial de la provincia de Jujuy alcanzó niveles nunca vistos. Mientras Milagro permanece en una cama de terapia intermedia recuperándose de una trombosis venosa profunda, una integrante del Servicio Penitenciario ingresó a la sala, la zarandeó para despertarla y le entregó una notificación de una condena que ya fue cumplida y que, por otra parte, ya la habían notificado la semana anterior.
Un juez pretende que, a pesar de estar detenida desde hace casi siete años, casi el mismo tiempo que se extendió la dictadura cívico militar más cruel de nuestra historia, cumpla de cero una condena a dos años. Macondo.
Lo venimos diciendo desde enero de 2016: no van a parar hasta verla muerta. Esperamos que el Estado argentino tome medidas efectivas, antes de que sea demasiado tarde, para lamentar no haberlo hecho a tiempo.