“En un momento me hice el siguiente planteo: ¿Puede haber algún efecto positivo de la dictadura? ¿Pudo haber dejado algo positivo en la sociedad argentina? Y dicho así, digamos, muy audazmente, si: el Equipo Argentino de Antropología Forense”. El periodista Felipe Celesia acaba de publicar este mes La Muerte es el Olvido (Ed. Paidós), que reconstruye los 35 años del equipo que, como aclara el subtítulo de la obra, devolvió la identidad de a miles de víctimas en Argentina, Latinoamérica y el mundo. Del Che a Santiago Maldonado; de los desaparecidos de la dictadura a los soldados en Malvinas, el periodista reconstruye el equipo y sus integrantes que lograron, advierte, una proeza: devolver a las familias de las víctimas y a la sociedad aquellos miembros que fueron arrebatados por la dictadura cívico militar argentina y de distintos crímenes en masa del continente y el planeta.  

La Muerte es el Olvido es el quinto libro de Celesia y el primero que escribe solo: publicó junto a Pablo Waisberg La Ley y las Armas: biografía de Rodolfo Ortega Peña (2007); Firmenich (2010); La Tablada: vencer o morir (2013) y La noche de las corbatas (2016). Se publicó en el año en que el Equipo cumplió 35 años, sin embargo, el autor advierte que no especuló con el aniversario: “La elección del tema tiene que ver con que siempre laburé dentro del área de los ‘70. Tenía ganas de irme por otros caminos sin abandonar lo que construí en tantos años de laburo y apareció el equipo como el tema natural. Digamos: son y no son de los setenta”.  

— [20190519 Antropólogos forenses 20 – 21 1 -] not exists. —

-Si bien no son de los 70, el EAAF nace con esa década como condición de su existencia y con la búsqueda que emprenden las Abuelas de Plaza de Mayo.

-Nacen con esa necesidad. Las Abuelas, cuando la dictadura estaba débil y se preveía que iban a abandonar el poder, salen al mundo científico para tratar de traer ayuda en dos preguntas fundamentales: ¿Qué hicieron con los desaparecidos y dónde están? Y ¿Cómo hacemos para identificar a los bebés apropiados? El movimiento de DD.HH tenía esas dos incógnitas y esas dos misiones. Consiguieron rápidamente ayuda porque la historia de las Abuelas es muy conmovedora y ahí es cuando en Estados Unidos una ONG que se llama Asociación Americana para el Avance de la Ciencia  se conmueve con el relato y les mandan un grupo de científicos: una genetista, Mary Clarke King, que es la que termina desarrollando el índice de abuelidad, y a Clyde Snow, que era un tejano muy pintoresco, con botas, puro, sombrero de ala ancha, un cliché de sí mismo. Snow rápidamente se da cuenta qué había hecho la dictadura con los desaparecidos que habían sido inhumados: los enterraban como NN en cementerios municipales, entonces lo que había que hacer era ir a buscarlos. Se entusiasma mucho, hace una convocatoria entre sus colegas y no le da bola nadie. Pero uno de ellos, que era de la delegación Abuelas La Plata, Morris Tidball-Binz, cuando ve esa problemática dice que tenía amigos antropólogos, aunque en realidad tenía un amigo en la Universidad de La Plata que estudiaba antropología. Se tira el lance y su amigo llama a una compañera que junta cuatro o cinco que son hoy el Equipo Argentino de Antropología Forense.

-El libro comienza con los miembros fundadores del EAAF: arranca por Patricia Bernardi, y luego sigue contando cada uno de ellos cuando eran jóvenes y fueron convocados por Clyde Snow. ¿Por qué decidió comenzar por ahí?

-El libro son ellos. Yo se los advertí desde el principio: “no es tanto las misiones y los proyectos, sino toda la parábola que ustedes describieron y todos los servicios, entre comillas, sociales y políticos que le dieron a la sociedad y al resto de los familiares de las víctimas en el mundo. Son las circunstancias de ustedes en esta tarea”. Por supuesto hay una subtrama que tiene que ver con los episodios que ellos colaboraron a alumbrar: desde la identificación del Che a la apertura de la fosa común de Avellaneda que voy contando en el libro, también son grandes episodios de la tragedia Argentina y Latinoamericana. Ellos primero trabajan acá con los desaparecidos, después salen a las grandes masacres en la región y después ya se globalizan. Pero el libro es de ellos y Patricia Bernardi fue la primera porque fue la que recibió el llamado. Lo que yo vi cuando empecé a empaparme en la historia del Equipo advertí que narrativamente ellos eran el mito del héroe perfecto.

-¿Por qué?

-Hay un trabajo muy clásico de Antropología que se utiliza mucho en las series, en las películas y las novelas que es el mito del héroe que cuenta que un hombre o una mujer vive su vida común, tradicional y ordinaria y de repente, desde algún lado lo vienen a convocar a un desafío mayor. Entonces primero duda, atraviesa un montón de dificultades y finalmente triunfa. Ese mito está presente en casi todas las narrativas históricas. Y que más que menos, desde los mitos griegos hasta las películas mainstream de Holliwood, todas recorren un poco ese ciclo. Entonces vi que ellos eran eso. Y además se dio esto de que fue un llamado: en la primera entrevista con Patricia Bernardi le pregunté cómo la convocan: la llaman por teléfono. Me pareció la imagen perfecta para arrancar la aventura, que de hecho, arranca por ahí y también estaba haciendo honor a la estructura del mito del héroe. También me sirvió, como casualidades del destino, porque ella se retiró el año pasado.

...

Pudiste comenzar por el principio con un detalle especial y eso no es siempre posible cuando la historia no es ficción.

-Lo que yo quería era hacer hincapié, porque ahora con el diario del lunes es más fácil entender que ellos debían hacer esta tarea, pero en aquel momento, en el año 1984 con la dictadura con toda su estructura represiva intacta y con su capacidad de atemorizar, una propuesta de ese tipo era realmente muy difícil de digerir. Primero porque era una novedad mundial, porque no se buscaba víctimas de crímenes de masa con técnicas de arqueología tradicional. No existía eso y ellos son los que lo hacen por primera vez. Después, ¿iban a ser los próximos desaparecidos? Ellos se lo planteaban: “¿Si vuelven los milicos que hacemos? O nos matan o salimos corriendo. ¿Nos vamos a tener que exiliar?”. Todas estas dudas los rodearon, pero terminaron concluyendo que los crímenes de la dictadura no podían quedar impunes, ese sentimiento era común a todos. Además se sentían un producto de la educación pública y de algún momento se sentían obligados a devolverle algo a la sociedad, podían aplicarlo en algo bien concreto: ayudar a que esa gente y sus familiares para que recuperen su identidad.

-Los iniciadores del EAAF fueron chicos que pasaron de buscar restos indígenas a desenterrar a los desaparecidos.

-Después de las primeras exhumaciones ellos comienzan a tener un roce cotidiano y constante con todos los familiares de las víctimas, que en ese momento estaban en carne viva, con su dolor ahí y con un inmenso empuje para que se haga algo al respecto, entonces eso los impulsa, es un vendaval que los lleva puestos. Y también que los estimula, se sienten desafiados pero también se sienten útiles y queridos, es algo a lo que no pueden resistir.

-Estaban identificando jóvenes prácticamente de sus edades.

-Son los hermanos menores de los militantes de los ’70. Ellos eran adolescentes cuando el cenit de las organizaciones políticos militares, sin embargo varios de ellos tuvieron una militancia concreta. Maco (Carlos) Somigliana había militado en la UES de Montoneros; Darío Olmos era un peruca que no abrazó la lucha armada pero estuvo en facciones del peronismo combativo; Cecilia Ayerdi si bien no es fundadora es la gran coordinadora del equipo, estuvo secuestrada en el Olimpo y también había militado en la UES; Mimí Loretti, la hija de Magdalena Ruiz Guiñazú había tenido militancia en la izquierda independiente en la facultad. Era gente que si bien no habían sido cuadros políticos tenía cierto grado de inserción en ese aparato que terminó con semejante represión de los milicos.

-Esa idea de Equipo y la del mito del héroe remite a otra idea que es la del héroe colectivo.

-Es eso: son un héroe colectivo. Tienen esta cosa superadora que no son Messi o el Che Guevara. Son un conjunto de personas que hace que sea más fácil describir el Equipo que hacer referencias personales de cada uno. Porque funcionan todos juntos, pero además hay una demanda de la actividad, la antropología forense. Necesitan estar en contacto con un montón de especialistas y porque hay diferentes etapas en la identificación de las personas.

-El libro está ordenado por los trabajos que fueron realizando El equipo, desde Avellaneda, El Mozote, el Che, y termina en Malvinas, que es el último trabajo que realizaron.

-La primera mitad tiene que ver con el origen. Y también con el contexto en el que ellos nacen, el contexto político argentino, quiénes eran, la llegada del viejo Snow.  Después arranco con los proyectos que los van definiendo y dándole el prestigio internacional que tienen ahora. En el recorte intenté tomar lo más representativo de los trabajos que hicieron y que a la vez fueran lo más representativo de cada etapa del Equipo. El Mozote es el primer gran desafío que tienen cuando salen a Latinoamérica a investigar las grandes masacres. El Che Guevara es cuando ellos ya se consolidan como un gran equipo y les da un trampolín internacional. Ahí los convocan a los Balcanes, a Timor, y empiezan a recorrer el mundo. Y sobre todo, lo primero que agarro es Avellaneda: en el sector 32 del Cementerio encontraron 300 y pico de cuerpos y es después de San Vicente la fosa común más grande que hubo en Argentina. Llegaron medio de casualidad a través de un familiar y empezaron a diseñar y trabajar esa misión sin Clyde Snow. Es como que arrancan a independizarse un poco con un trabajo que era muy ambicioso. Y también es el que les da el espaldarazo y que los amalgama como equipo porque fue a largo plazo y fue la primera aventura que tuvieron juntos.

-Y el cierre es con Malvinas

-Esta colección de muestras me parecía muy bien con Malvinas. Ellos en 1987 habían presentado un proyecto al CECIM La Plata para identificar a los soldados caídos que habían quedado en las islas. En ese momento era inviable políticamente y técnicamente porque todavía no estaba el ADN, pero 30 años después, con la larga parábola de la historia terminan pudiendo hacerlo, con un desarrollo científico y técnico muy alto y con una experiencia muy larga. Y es un éxito total: llevan 114 identificados de 121. Y también se vuelve a reunir el equipo original porque Morris Tidball-Binz, que muy velozmente se lo llevó Amnesty a laburar a Londres, vuelve como el representante de la Cruz Roja que los británicos exigían que condujera la misión. Fue como unas bodas de oro del Equipo en ese trabajo y que les da el record de identificaciones anuales con doscientas y pico.

-¿Que te parece que aporta tu libro?

-En Argentina tenemos un fabuloso déficit de no ficción sobre nuestras propias historias. En lo que se refiere a las historias del pasado recientes estamos flojitos. Los americanos y los europeos  tienen una producción fabulosa de todos sus episodios y eso hace a la construcción de su cultura y su identidad nacional que me parece central para cualquier país. Modestamente este es mi aporte. Yo soy periodista, elijo el formato libro porque es el que más cómodo me queda y el que las condiciones laborales me permiten. Y creo que merecía contarse la historia del Equipo porque es una experiencia exitosísima de un grupo de argentinos muy talentosos y corajudos que superando las adversidades en contextos difíciles hacen un gran aporte. Es muy difícil expresarlo, es muy difícil comprender lo que le pasa a los familiares cuando les devuelven a un ser querido. Algo me puedo imaginar porque tengo un tío desaparecido. Lo que si tengo clarísimo es que se puede tratar con la muerte de un ser querido, porque estamos preparados para eso porque la muerte es parte de la vida, pero una desaparición forzada en un contexto de violencia, es algo que no se supera nunca, es una llaga emocional que no cierra más. Eso empieza a sanar cuando aparecen, aunque sea, un par de huesitos. En general la gente que esta estragada por el dolor empieza a recuperarse. Puede hacer el duelo. Por eso es invaluable el aporte que el Equipo hace, no solo a la familia, sino al colectivo social, a sus amigos, a sus compañeros. Se lo devuelven al colectivo social al que se lo escamoteó. Y alguna vez les pregunté si no sentían que llegaban tarde y la respuesta fue: “jamás, siempre sentimos que estábamos haciendo justicia”.

Periodismo y periodistas

El libro La Muerte es el Olvido de Felipe Celesia tiene una dedicatoria especial: “A mis 357 compañeros de Telam despedidos sin lógica ni justicia”, dice. El autor es desde hace años redactor de la agencia de Noticias Télam y considera que la decisión del gobierno nacional de vaciar la agencia dejando a más de trescientos trabajadores en la calle “fue una barbaridad”. “Me parecía que se merecían aunque más no sea un pequeño reconocimiento en el libro y una pequeña definición de lo que les tocó pasar, porque la verdad no hubo ni lógica ni justicia”, explicó sobre la dedicatoria. Y completó: “Creo en la conciencia de clase, en la organización de los trabajadores y la dirigencia sindical, y tuve la oportunidad de expresarlo”.