El show arrancó con todo: diputados del Frente Renovador acusaron de espionaje al gobierno por la filtración de un mail donde el líder de ese espacio, Sergio Massa, instaba a los legisladores a aprovechar la jornada en beneficio propio. Nada más funcional a ese plan que la filtración del mail, un oportuno episodio que detonó un cruce de pirotecnia entre las diputadas Graciela Caamaño (FR) y Silvia Lospennato (Cambiemos). La cortina de Humo comenzaba a tomar densidad.
La Cámara de Diputados convocó a sesión para la hora del almuerzo, pero el plato fuerte llegó cerca de las tres. Luego del intercambio de denuncias, massistas y macristas retomaron la senda del acuerdo para encauzar la sesión hacia el objetivo común: tratar el proyecto de expulsión del diputado y ex ministro K, Julio de Vido.
El presidente de la Cámara abrió el juego y se fue a descansar. Lógico: la jornada se presumía larga, tediosa y, sobre todo, de desenlace previsible. Al oficialismo le dio el cuero político para conseguir el quórum, pero necesitaba un centenar de voluntades más para obtener el declamado objetivo de destituir a De Vido. Hasta el macrista más fanático sabía que eso no existía, pero la orden de la Casa Rosada era continuar hasta la derrota final. Una derrota con gusto dulce -según un diputado oficialista que habló con este cronista-, porque permitirá escrachar a los que voten en contra como protectores de la corrupción.
-Tiempo: ¿En serio creen que la sociedad lo percibirá así?
-Diputado PRO: ¡Claro! ¿Acaso no es obvio? Además contamos con ayuda
El legislador completó la frase apuntando su barbilla hacia el punto donde se encontraba el equipo de TN, el canal de noticias del Grupo Clarín, que desplegó en la antesala del recinto una artillería inusual: dos equipos de transmisión en vivo, dos equipos de apoyo, cronistas, productores y dos conductores de la señal.
Si el oficialismo contaba con que el multimedios apoyaría su interpretación de la historia, el Grupo no defraudó. Dedicó toda la jornada a marcar a quienes votarían en contra de expulsar a De Vido. El blanco favorito fue el Frente de Izquierda (FIT), cuyos diputados habían adelantado su rechazo. No por simpatía con el ex ministro, sino en defensa propia: si a De Vido se lo expulsaba a punta de procesamientos por una decisión discrecional del cuerpo, ¿cómo evitar que en el futuro se tome contra ellos una decisión igual?
Sin cámaras no hay show político. Y en los días de sesión las cámaras copan el extremo derecho del Salón de los Pasos perdidos. Mientras los legisladores aguardan sus quince minutos de acción, la galería que antecede al recinto se puebla de diputados, asesores y periodistas. En este caso, también, de familiares de las víctimas de la tragedia de Once, una de las causas por las cuales De Vido camina hacia el juicio oral.
El uso y abuso de víctimas y dolientes es un fragmento macabro del show. Los muertos de Once, Mariano Ferreyra, los dos pasajeros fallecidos esta semana en un incidente entre un colectivo y una formación del Sarmiento. Mientras los legisladores se tiran muertos desde sus bancas, en la cafetería no dan abasto: ¿Qué mejor que intercambiar los últimos chismes de la campaña entre sorbo y sorbo de café?
Para las ocho de la noche los números ya estaban sobre la mesa de Monzó. Al oficialismo, según esos cálculos, le faltaban entre quince y veinte votos para obtener los dos tercios que la ley requiere para expulsar a un colega. Al final la votación contó 138 a favor, 95 en contra y 3 abstenciones. Una anécdota. Lo importante, para el Gobierno, es que logró el objetivo que se había trazado: que la votación ocurriera durante el prime time de la tevé.
El propio Mauricio Macri reveló la estrategia cuando, al inicio de la jornada, pronosticó que mañana se sabrá quién votó a favor o en contra de la iniciativa oficial. El horario de la votación permitió que la lista con esos nombres llegue a los diarios con tiempo suficiente como para ponerle identificación partidaria y foto al escrache.
El temor a sufrir las represalias por votar a favor o en contra de la voluntad mediática paralizó la lengua de varias figuras de la Cámara. Se extrañaron las explicaciones de Diego Bossio, que votó por la expulsión. O la de Ricardo Alfonsín, que en la previa había puesto reparos a la avanzada oficial.
Para las diez de la noche quedaba poco del montaje. Las cámaras volaron de Pasos Perdidos, los periodistas cerraron su coberturas con declaraciones al paso y varios diputados partieron a comentar las novedades a los programas de tevé. Al fin y al cabo estamos en campaña. Y el show, claro, debe continuar.