Recuerdo ese 27 de octubre. Era el día del censo nacional, era no laborable.

Escuchando en la radio el programa de Víctor Hugo Morales, me entero de la noticia. Cuando el pueblo siente amor por una figura lo demuestra. Son pocas las figuras que suscitaron tales muestras de cariño ante su partida. Hipólito Yrigoyen, Carlos Gardel, Juan Domingo Perón, Evita, Néstor, Alfonsín y Maradona.

La sensación de tristeza por su partida, a lo largo de la jornada, se fue transformando en otra cosa. No es que el pesar se haya esfumado, pero conforme pasaba el día y uno podía ver las muestras de enorme amor de parte del pueblo, esa tristeza se mezclaba con un sentimiento de esperanza cada vez más grande. La coherencia que Néstor había tenido en la vida, su conducta y la correspondencia entre su decir y su hacer, era reconocida por su pueblo el día de su muerte con expresiones de un afecto conmovedor. Tantos jóvenes que habían vuelto a la política después de aquel 2001 marcado por el hastío y la falta de esperanza, por el «que se vayan todos», ese día estaban allí, despidiendo a Néstor Carlos Kirchner quien logró que esa generación desencantada entendiera la importancia de “la política” como herramienta.

Yo también fui joven y lloré entre la multitud cuando murió Juan Perón, aquel 1 de julio de 1974. La diferencia entre las dos multitudes, la de Perón y la de Néstor, es que el llanto de mi generación era desesperanzado. Sabíamos que después de esa muerte venía la oscuridad, en cambio en la despedida de Néstor ese llanto juvenil era esperanzador, porque sentíamos que esa fuerza iba a seguir adelante junto a Cristina. La sensación que rondaba en la Plaza de Mayo y sus alrededores era la de una pena por la partida temprana de Néstor pero con la energía puesta en redoblar el compromiso militante desde el día siguiente para hacer realidad nuestros sueños. 

Tuve el orgullo de ser convencional constituyente en 1994 y el gusto de compartir la Convención con Néstor y Cristina, durante cuatro meses de lunes a jueves en la ciudad de Santa Fe. Recuerdo interminables cenas en las que se transpiraba política. Por esa mesa pasaban dirigentes de todo pelaje, y se discutía con pasión durante horas y horas. Luego de esa experiencia empezamos a pensar en Néstor como un emergente posible para el justicialismo. El 24 de febrero de 1996, al cumplirse 50 años del primer triunfo electoral de Perón, hicimos el primer acto con Néstor Kirchner fuera de Santa Cruz. Fue en Villa Lugano, en lo de Tito Pandolfi. Después lanzamos la Corriente Peronista, desde entonces no paramos nunca. Néstor era el anti markerting. Era él y sus ideas. Era la política a cara lavada. Eso lo distinguía y se notaba en cada lugar al que iba. Su frescura generaba un magnetismo inmediato.

Siempre me sorprendió la pareja de Néstor y Cristina. Una pareja de amor y militancia. No hay uno sin el otro. El mayor crítico de Cristina era Néstor y la mayor crítica de Néstor era Cristina. Ahí se debatía todo, y se debatía de verdad. Nos transmitieron la pasión por la política y por el pueblo, tal como nos los legaron Perón y Eva.

Néstor Kirchner, el presidente que no dejó sus convicciones en la puerta de la casa de Gobierno,

Casi nada, ¡¡¡¡VIVA PERON!!!!    «