Las barriadas populares de la Ciudad de Buenos Aires atraviesan su peor momento desde el inicio de la pandemia, en un contexto que amenaza ser explosivo. A los problemas estructurales de hacinamiento y acceso a derechos se sumó el crecimiento exponencial de casos positivos de coronavirus. Oficialmente, el número de contagiados en villas y asentamientos porteños llegó a 124, aunque la cifra podría trepar fuertemente puesto que hay otros 64 casos en estudio por contacto estrecho.
Ayer, además, se confirmó la primera muerte por Covid-19 en la Villa 31. Nacho Levy, de la organización La Poderosa, la identificó como Toribia Balbuena, de 84 años, la madre de la primera contagiada en el asentamiento y, que según las repetidas denuncias de ese colectivo, vivían en la misma vivienda con su marido y once personas más.
El total de positivos en los barrios vulnerables supera ampliamente el 10% de los infectados de toda la Capital, que al viernes por la noche eran 1197. Los barrios Padre Mugica (Villa 31) y Padre Ricciardelli (Villa 1-11-14) son los más complicados, con 57 y 48 casos, respectivamente. Siguen Ciudad Oculta (Villa 15), con tres; Villa 20 y Barrio Fátima, con dos; y la 21-24 y el Barrio Mitre, con uno. Además, desde el gobierno porteño confirmaron que hay otros diez casos en estos barrios, pero no especificaron dónde.
Desde todos los estamentos del Estado se había señalado la dificultad de que se respetara de manera estricta la cuarentena en estos lugares, dadas las deficitarias condiciones habitacionales, por lo que se contempló la posibilidad de aislamientos barriales, siempre y cuando se preservara al máximo la salud de las personas de mayor riesgo. El temor hoy es que las cifras se disparen y que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta no pueda controlar el brote.
“Todavía no existe ningún proceso de individualización sobre los grupos de riesgo que deberían ser aislados del aglomeramiento entre los pasillos estrechos e invisibilizados de la ciudad más rica del país, donde se cumplen 40 días de hacinamiento barrial obligatorio”, expresó Levy.
Según explica a Tiempo Héctor Guanco, integrante de la mesa participativa de urbanización del barrio Mugica, “empezamos a preocuparnos, porque estamos en un lugar muy cercano a los barrios donde se generaron muchos contagios (Recoleta, Palermo), pero también valoramos toda la cuarentena que hicimos hasta el momento, ya que de otro modo los casos se hubiesen quintuplicado”. Se queja del ritmo que le imprime el gobierno porteño a la provisión de la información y por cómo se tratan los casos sospechosos. “Desde la Secretaría de Integración Social y Urbana nos ningunean los datos. Notamos descoordinación con otras áreas. Tenemos familias que se autoaislaron porque alguno de sus integrantes dio positivo, pero si no los acompañamos nosotros, están solos”.
El referente barrial señala que ante la presencia de algunos síntomas, los vecinos llamaron al 107 pero no obtuvieron respuestas. “Tengo familiares de amigos que se fueron por sus propios medios a los hospitales Fernández, Rivadavia o a cualquiera de los tres Cesac del barrio para que los vean. No hay un seguimiento serio del entorno”, insiste Guanco.
Desde el gobierno porteño aseguran que cumplen con las medidas dispuestas ante cada sospecha. “Los contagiados están dentro del sistema de salud de la Ciudad, como el resto de los casos. Si son leves, van a hoteles, y si no, a los hospitales. En el caso de los aislados por contactos estrechos, permanecen en sus hogares con estricto aislamiento y seguimiento sanitario diario por parte del equipo del Ministerio de Salud”, indicó un vocero a este diario. “A su vez, desde Desarrollo Humano asistimos a todas las personas en aislamiento con alimentos y elementos de seguridad e higiene para que puedan cumplir con la cuarentena. En caso de presentar síntomas, se procede como con cualquier caso sospechoso”, subrayó la fuente consultada.
El testimonio contrasta claramente con la denuncia de La Poderosa. Levy asegura que desde la Ciudad les pidieron el teléfono de la familia de la mujer fallecida, que los funcionarios decían públicamente que habían sido aislados. Confirmada en la tanda de nuevos contagios, Toribia quedó internada el domingo pasado, igual que su esposo, y ayer murió.
“No leyeron, no escucharon, no respondieron, no reaccionaron: hace diez días tenían apenas 300 camas para 25 mil personas mayores que habitan la Ciudad en condiciones habitacionales infrahumanas, donde día por medio nos quedamos sin luz, donde se corta el agua con o sin cuarentena, donde no llega el gas, ¡donde no llega el Estado! Lo dijimos, lo gritamos, pero miraron para otro lado. ¿Y ahora qué dirán? Que ya estaba vieja, que no saludaba con los codos, que cuánta mala suerte, ¡siguen mintiéndoles a todos y acá ya llegó la muerte!”, finalizó su posteo Levy, con el hashtag #LarretaEsResponsable.
Sin acceso al agua potable
A pesar de la importancia del acceso al agua, elemento central de higiene en medio de la pandemia, hace más de una semana que distintos barrios vulnerables de la Ciudad no cuentan con la presión suficiente para abastecerse. La situación más complicada se da en la Villa 31 y en el Complejo Piedrabuena. El problema comenzó el sábado de la semana pasada y generó un innecesario cruce de responsabilidades sobre quién debía garantizar el servicio: si la empresa Aysa o el gobierno porteño. Finalmente, la cuestión comenzó a atenderse cuando organizaciones académicas, sociales y sindicales presentaron un amparo colectivo para garantizar, como condición esencial para la prevención del Covid-19 y el dengue, el acceso al agua potable segura en todos los hogares.
Al respecto, el secretario de Integración Social y Urbana, Diego Fernández, explicó que “la presión normal de entrada de agua al barrio es de 15 kg/cm². El domingo, por un problema en la Planta San Martín de Aysa, la presión bajó a 7 kg/cm². Esto afectó a muchos vecinos y vecinas”. Según el funcionario, mientras la empresa reparaba el problema, “organizamos un esquema con camiones medianos adaptados para entrar al barrio y motos cisterna para los pasillos, para que el agua llegue a cada familia”.