Imaginemos que suena una melodía. Es rock, extraído del corazón de la campiña irlandesa. Es U2. Y tras unos segundos, aparece la voz de barítono de su líder, Bono. La frase en inglés significa: «Es el momento de soñarlo todo de nuevo.»
Es Bono, el único que vale la pena por estos días. El otro es un bonito que de lindo no tiene nada. Y remite en primer lugar a los sindicalistas. Parece mentira pero son los mismos personajes que tanto hicieron para llegar a esto. Que tanto hicieron para voltear a un gobierno que tenía características muy distintas al neoliberal que conduce a la Argentina desde fines del año pasado. Se tendrán que hacer cargo, esos sindicalistas impresentables que no dicen nada, que son la tibieza misma. Y los que protestan un poco más también, porque tienen parte de la responsabilidad de que las cosas hayan llegado hasta este punto.
Desde todos los ángulos hubo cooperación para que variara el panorama y que terminara venciendo Mauricio Macri. Muchos de ellos integran esa deplorable lista. Por lo tanto, cada uno de nosotros debe saber quiénes tienen autoridad moral para poder hablar de lo que el neoliberalismo les está haciendo.
Los tienen de rodillas, les hacen pasar el papelón de ir a representar a los trabajadores para pedir un miserable bono de 2000 pesos, que para nada contempla la bochornosa caída real del salario de los laburantes que se produjo en lo que va del año. Ante un Estado que lo único que hace es defender la posición de los formadores de precios, sentarse en sus mismas sillas, levantar sus banderas. Es el Estado que se asume a través de su ausencia.
Este bono que todavía deben negociar sector por sector es tan flaco que es absurdo. Qué estupidez, además, fijarle un piso a aquello que es voluntario. Declamativo, como bien lo calificó nuestra compañera de la mañana de la 750, Victoria Torres, que recordó que también lo fue en su momento aquella ridícula puesta en escena para acordar que las empresas no echaran a nadie, lo que de inmediato quedó en la nada, en un país que arroja a la calle cientos de trabajadores día a día. Y también mencionó a Héctor Daer, miembro del triunvirato que dirige la Confederación General del Trabajo, que negoció este bono, que es diputado por el Frente Renovador y que luego de tomar café con empresarios y gobierno salió a amenazar para la tribuna: «Si no se cumple, habrá problemas».
No, qué problemas va a haber. Si, además, hay otras miradas, Por caso, la del bono como negocio. Lo dijo Triaca: muchachos, acá están los bancos. Porque hay una voluntad del sector financiero de ayudar al financiamiento: quieren que los empresarios tomen créditos que ellos mismos van a gestionar. Y si no, tomen en cuenta este otro dato: ya no se hablan de la apertura de las paritarias. ¿Se hablará de las próximas o este acuerdo le dará letra al gobierno para decir que se palió la inflación y que el techo será del 17 % como se dice?
Al fin, mientras esta CGT acuerda el bono, una parte de ella que parece otra, la de la regional Córdoba, hizo su paro y tembló esa ciudad, a pesar de que, lamentablemente, los medios capitalinos no se hicieron eco de las imágenes que hubieran sido perturbadoras para las autoridades de la CGT central.
Mentir a diario
Este bono de miseria, además, siquiera contempla a los desempleados que cada día son más.
Justamente, en ese sentido, see puede recordar otra promesa falsa de Macri. Para ello debemos dejar de imaginar la música de Bono y fijar la imagen en más de un centenar de guardias de seguridad y gendarmería, el viernes, en un operativo en la puerta del supermercado Coto, sucursal de Yrigoyen y Conesa, de Quilmes, golpeando y reprimiendo a trabajadores que exigían lo que les corresponde: como el artículo de su convenio colectivo dice que deben trabajar 32 horas semanales, cuando pasan ese límite piden que les pagasen 48. Y en esto hay una diferencia de 5 mil pesos. Coto se rehusó, y empezaron a despedir empleados y terminaron reprimiéndolos. Un nuevo ataque a la dignidad de los trabajadores.
Esta historia comienza, en realidad, el 10 de febrero pasado, con de la presencia de Macri en una sucursal de esa cadena. Parecía una especie de prohombre. Decía: tenemos que demostrar que uno más uno sea igual a tres. Anunciaba un plan de inversiones por 3500 millones de pesos que esa firma se comprometió a realizar en la Ciudad de Buenos Aires y en tres partidos del Conurbano, que permitiría crear 2800 empleos. Eso es lo que falta: trabajo para poder proyectar, dijo el presidente. Lo q ue no dijo: Trabajo digno, trabajo correctamente remunerado. Es de los que piensan que el trabajador es un costo. Y que hay que bajar ese costo. Por supuesto, estará de acuerdo que los trabajadores, si laboran más de 32 horas, se embromen, que no se les puede pagar. Como lo repitió Prat Gay: Si quieren salarios, piensenló, porque por ahí se quedan sin trabajo.
Esa no es la ecuación. Por lo menos no lo es para la dignidad de los trabajadores. Como los de Quilmes, o los de otras sucursales donde todavía impera el miedo a protestar o los delegados no son tan leales y empeñosos. Plantearon la situación y terminaron con 15 despedidos (por ahora) y con las fuerzas de seguridad en la puerta, lastimándolos. Ese operativo que les impide el acceso y que los lastiman, que cuesta muchísimo dinero, mucho más que respetar los convenios colectivos. Pero este gobierno prefiere invertir en eso. Aunque quede en desnudo otra de las miles de las mentiras del presidente.