Con el avance del plan de vacunación y la definición del calendario electoral, se agitan las negociaciones para definir las candidaturas que tendrá Juntos por el Cambio en Provincia y Ciudad de Buenos Aires. La tensión contenida sobre quiénes encabezarán las listas de la alianza opositora en ambos territorios todavía no tiene resolución y la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, se encargó de blanquear el malestar. “Es natural que quien fuera gobernadora compita allí, mudarse de distrito y generar un movimiento que tiene que ver más con el 2023 que con el presente no ayuda a lo que nosotros necesitamos”, disparó el viernes la exministra para criticar a María Eugenia Vidal.
La exgobernadora todavía no decide si será candidata y si lo hará en Provincia o en la Capital, pero el dilema es solo la punta del iceberg de un conglomerado opositor en estado asambleario ante una elección inédita.
La agenda pública de JxC continúa aferrada a cuestionar la gestión nacional de la pandemia y el alcance del plan de vacunación. Cada vuelo que llega a la Argentina debilita esa estrategia. En los tres partidos socios de la alianza admiten que cada inyección inmunizadora genera un efecto multiplicador en el electorado que no puede ser subestimado. No es una sorpresa sino la confirmación de los pronósticos que manejaban dentro del conglomerado si la provisión continua de vacunas repuntaba. Con ese escenario en desarrollo, la virulencia de Bullrich contra el gobierno hasta ahora solo le ha servido para alambrar a su núcleo duro. Sin embargo, desde hace diez días afronta un prematuro desgaste como consecuencia de la denuncia sin pruebas que hizo sobre el presunto pedido de coimas de funcionarios al laboratorio Pfizer.
Sin respaldo en la alianza y con escasos defensores dentro del partido que conduce, Bullrich enfrenta ahora las consecuencias políticas de su fallida apuesta. En ese contexto se profundizó la reaparición pública de Vidal. En el comienzo de esta semana se mostró en Tigre junto al alcalde Horacio Rodríguez Larreta para respaldar a los intendentes propios y remarcar que «son lo mismo». Así se moverá la exgobernadora de ahora en adelante y aumentará su presencia en la prensa en la medida que se acerque el momento para anunciar su decisión.
Es el preparativo de la campaña que luego le tocará encabezar, en caso de que finalmente decida hacerlo. Le quedan dos meses para definirse, pero en su entorno sostienen que lo hará a fines de este mes. Entre las sospechas de Bullrich y los movimientos de Vidal, dentro del PRO dan casi por segura la posibilidad de unas Primarias protagonizadas por ambas en la Capital. Si se concreta, será a contrapelo de los deseos del expresidente Mauricio Macri, que apoya a Bullrich, y de su primo Jorge. El intendente de Vicente López insiste con que la candidatura bonaerense de Vidal ordenaría a todo JxC en el territorio. No solo reclama que la exgobernadora no se vaya de la Provincia, sino que no desembarque el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, que trabaja desde comienzos de año en una posible postulación como candidato a diputado nacional por Buenos Aires. Es la primera etapa de una carrera por la Gobernación provincial y la clausura de las aspiraciones bonaerenses de Vidal. Todo conducido por Rodríguez Larreta. El alcalde sostiene ese esquema como parte de su proyecto presidencial para 2023 y dentro de la disputa de fondo que mantiene con Macri por el liderazgo del PRO.
Si el oficialismo mejora su imagen por el avance del plan de vacunación, JxC se concentrará en el impacto negativo de la inflación, pero sus chances son menores. En la retina y en el bolsillo del electorado sigue pesando la pésima gestión económica de la administración de Macri. Son fantasmas que Vidal no quiere cruzarse de nuevo. Vacuna a vacuna se achican los panegíricos que elaboraban en el PRO, convencidos de que el escenario de 2023 se había adelantado a estos comicios pandémicos.
Ahora la lectura es diferente y casi paliativa en Buenos Aires. «Tenemos que perder lo menos posible en Provincia. Pero ese esquema no le sirve a Vidal. Ella necesita ganar para seguir con su candidatura. Al que sí le sirve es a Santilli, que está desembarcando», razonó un funcionario macrista con despacho porteño.
Se prepara para unas PASO calientes, donde todo el aparato larretista se pondría al servicio de Vidal. El problema, admiten con preocupación, es que la exgobernadora bonaerense está alejadísima de la coyuntura porteña. Lo demuestra en cada entrevista que concede. Ante los micrófonos prefiere edificar su perfil presidencial que meterse en la intrincada arena capitalina. En el larretismo aseguran que será una elección nacional. Saben que el electorado porteño es difícil, pero también sostienen que castiga a quienes atentan contra la proyección nacional del PRO, como le sucedió en 2015 a Gabriela Michetti cuando se midió en internas con Rodríguez Larreta. De esos cálculos surgió la versión de una eventual municipalización de Vidal, con una candidatura a legisladora porteña que la ponga a tiro de la sucesión del alcalde.
La posibilidad desnuda el complejo camino que deberá desandar Vidal si regresa a la Capital, en una coyuntura electoral donde la gestión de la pandemia volverá a estar en el centro de la escena, pero en un contexto menos perdido para el gobierno. Está en una situación difícil. No puede perder su electorado bonaerense porque es clave para la construcción de su candidatura presidencial, pero tampoco puede volver a perder en ese territorio. En eso se asemeja a su competidora Bullrich, que ve en los comicios de este año una batalla electoral clave para disputar la cabeza de lista en 2023, desde el único distrito donde el macrismo puede ganar. Su apuesta de demoler la política sanitaria del gobierno y defender a Pfizer pueden transformarla en un lastre para la alianza opositora, frente a un oficialismo que buscará facturarle la dureza invertida durante la pandemia y la falta de pruebas de las denuncias que lanzaron.