El primer paso fue la denuncia judicial y el pedido de captura de Eduardo Ezequiel Figueroa, empleado del área de Automotores de la Cámara de Diputado, imputado nada menos que por “comercialización y distribución de estupefacientes”, delito que cometió en formato delivery, llevando la droga hasta la casa de sus clientes en el propio auto oficial.
El segundo paso fue un allanamiento realizado en la localidad de City Bell, donde se presumía que Figueroa sería detenido, aunque el resultado del procedimiento fue negativo. Es cierto que la policía detuvo a nueve personas, todas ellas integrantes de la misma banda, aunque el chofer de Diputados continúa en calidad de prófugo.
El tercer paso entonces, fue un comunicado oficial de la Cámara Baja en el que se informa que se “da de baja” a Figueroa de la planta de empleados oficiales del área de automotores y se le abre un “proceso administrativo con suspensión de tareas y de haberes”.
Al mismo tiempo, el texto oficial niega que el hombre buscado por la Justicia sea el chofer personal de Emilio Monzó, aunque distintas fuentes del poder legislativo continúan afirmando que Figueroa, aún sin ser esa su única tarea, era habitualmente quien trasladaba al presidente de la Cámara de Diputados.